Capítulo 42: Escurridizo pez que roba

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Capítulo 42: Escurridizo pez que roba.

“Si me detengo un segundo a pensar mi hermano mayor morirá”.

La noche que los arribaron Kenric le daba agua con un paño a Grover, solo unas gotas cayeron, no debía dejar que nadie lo vea pues se enojarían, así que se escondió en un rincón apartado arrastrando el sucio y mal herido cuerpo de su hermano.

El dios ahogado escuchó sus súplicas y Brown rat fue enviado en una balza a una ciudad cercana para “dar avisos”, así se alejaron de su mano cruel al menos por unos días, mismo tiempo que Grover pudo mantenerse vivo gracias a los cuidados diligentes de su hermano menor, apenas podía entre abrir sus ya desgastados ojos.

Al capitán tampoco lo vio, ni su sombra y no le importa, quizás también fue con Brown rat: «se parece mucho al abuelo Tawney, da miedo».

Sus días en la embarcación son una lucha constante: Contra el hambre, contra el tiempo que le queda su hermano y contra el tiempo que le queda a él mismo.

“Colgaremos tu pequeña y perra cabeza en el castillo de Pyke para que tu tío lo vea”, le decían con malicia cuando lo veían, aún así nadie se atrevió a torturarlo abiertamente más que una patada o bofetada.

Esa tarde antes que Kenric haya ido a cuidar a su hermano un grupo jugó en la mesa de madera lanzando dados, comían un estofado que lograron recalentar gracias al intenso sol que se asomaba, tenía ya un tiempo la comida y no olía apetecible, pero con el hambre de Kenric no le importó.

«Un poco más», se dijo escondido bajo una rueda a un lado, detrás del manto de una vela que no usaban los acechó.

Un hombre gordo sin camisa cantó victoria luego de tirar los dados llevándose así todo el dinero en la mesa.

—¡Estás haciendo trampa! —exclamó otro sujetandolo del cuello a lo que gordo lo empujó provocando que trastabille.

—¡Para ti todos lo que te ganan hacen trampa! —Eso fue suficiente para que ambos cayeran al piso dándose puñetazos como dementes, no tardaron en aparecer los cuchillos en la mano de uno y del otro.

Se hizo un círculo para ver pelear a ambos hombres entre abucheos y gritos, algunos apostaron: “Al gordo”, “al flaco”.

«Ahora», salió de su escondite y tomó los cuencos con estofado en un desorganizado movimiento perdiendo casi la mitad de la comida por la velocidad en la que corrió.

Cruzó por entre los fierros punzantes bajo la mirada curiosa de algunos que ya sabían las mañas del pequeño “black Fish”, alimaña que roba.

“Uno de estos días le partirán esas rápidas piernas”, así aprenderá a no robar a sus amos, se burlaban aunque nadie lo detuvo, fue divertido observar al pequeño escurridizo hacer de las suyas. También es muy difícil encontrar donde se oculta en el barco, siempre cambia de escondite lo cual es admirable ya que tiene que cargar a su hermano mal herido.

En un hueco que daba a la parte interna de la embarcación su hermano se recostó en unas mantas viejas, Kenric lo sujetó por los hombros y quiso darle de comer pero el estofado caía por un lado del labio con baba.

—No, no, no —suplicó —. Hay poco, no lo puedes tirar —le retó como si Grover pudiera escucharlo y solo está siendo caprichoso —. A ti te encanta comer, vamos.

Grover abrió sus ojos ligeramente y dio una media sonrisa: “Se supone que yo tendría que cuidarte, hermanito”, soltó con una voz tan baja que parecía un murmullo, tan rasposa también por la falta de agua.
Kenric notó que se había despertado y se emocionó mucho.

—Iré por agua —le dijo antes que se duerma otra otra, solo tiene unos minutos antes que la fiebre vuelva a atacarlo, Grover tenía varios huesos rotos productos de las intensas sesiones de patadas que le ofrecía un Brown rat borracho y aburrido.

Por ello lo oculta, si no lo ve entonces se olvida de su existencia pero apenas vislumbra el rojo cabello entra en un estado de trance queriendo golpear, aunque Brown rat no esté ahora mismo en la embarcación no pierde el miedo y cambia a su hermano de lugar cada dos días, lo esconde de un depredador.

Descalzo y con las mangas arremangadas salió a robar un poco de suministros de agua del gran barril en el frente, se subió con sigilo sin ser visto, también sabe a quienes les ha robado, tiene que evitarlos.

Con un vaso echo de cuerno que también “pidió prestado” a algún ebrio sacó agua, en ese momento pudo oír una conversación cercana: “¿Nos persiguen? Quizás solo nos dirigimos al mismo sitio”, dijo un hombre.

Quién se quedó a cargo mientras Brown rat y el capitán no estaban presentes fue un hombre muy serio aunque algo falto de inteligencia, al capitán lo rodean hombres imbéciles.

«Nos siguen», se dijo Kenric con la esperanza de ver un gran barco rojo o uno negro, su madre no los alcanza, él está seguro que su madre no los dejaría y está haciendo todo lo posible para alcanzarlos, «¿por qué tarda tanto?».

Se subió a un taburete aprovechando que todos miraban con algo de temor a las figuras que los acechaban y se coló entre los hombres para también ver: «esas no son las banderas de mi madre o mi tío», se lamentó.

—¿Qué pretenden? —se preguntaron entre ellos —. Seguir a otro barco tan de cerca no es normal, ¡tiene que hacer algo, contramestre Solly!

De un lado y del otro le exigían al contramaestre Solly que hiciera algo al respecto, con su capitán no podían hablar sin que les corten las lenguas pero este Solly su valor crece, sin el capitán y el segundo Brown rat es Solly quien tiene mayor rango y puede tomar desiciones extremas si así lo requiere.

El hombre aún joven y sin una gran experiencia solo pudo pensar en una solución que aleje a los posibles enemigos sin llamar a la batalla pero dejando en claro que pelearan si deben hacerlo: “Flecha de distancia”, soltó y los hombres asintieron.

¿La flecha? ¡Él sabe que significa! Es un claro: “Alejate, no queremos problemas”. Para Kenric es similar a voltear y darle un empujón a quien te este molestando no llegando a los puños.

“¿Quién lo hará?”, el mismo contramestre Solly es un terrible tirador pero es el líder del navío quien debe realizar la costumbre de la flecha, apuntó un poco cegado por el sol y tiró de la tanza.

—¡Carajo! —exclamó un ayudante mirando por el catalejo —. Creo que le dio a alguien, ¿qué tipo de imbécil se para en medio de la proa?

Eso no importa, el mensaje fue enviado y con ello pueden solo esperar a que las “tres perras”, como las llamaron, deje de estar oliendoles el trasero.

Kenric admiró esos tres barcos que los seguían de cerca y realmente quiso que los atacarán, así al menos podría ver morir a algunos de estos «apestosos» antes de que “cuelguen su cabeza en lo alto de Pyke”.

—Por favor —susurró, las banderas mitad azul y mitad rojas le parecieron un sueño distante, como querría que sean las del Kraken amarillentas y con tentáculos como látigos.

El gran negro, sí, su querido tío Tyron azotando a estos hombres hasta volverlos solo carne y sangre en un charco.

“¡Sal de aquí!”, lo echó uno de los hombres amenazando con golpearlo de nuevo y Kenric se bajó rápido del taburete huyendo despavorido de nuevo a su escondite con el cuerno en su mano.

Luego de darle agua a Grover lo acunó entre sus brazos y durmió un poco, está tan cansado. Con el estruendo de las lanzas mata dragones ambos se removieron y casi cae a un lado, Kenric vió por la cortina que los escondía y protegía del viento con temor.

—¡Lord Tully está aquí! —se oyó el grito.










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Se vienen cositas.

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora