Capítulo 47: Pactar el encuentro

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Capítulo 47: Pactar el encuentro.

“Él no es asesino de niños”.

Los meses pasaban y Avice por fin tuvo una pista concreta, no es la peor de todos en el peor de los escenarios, aunque sí la más impactante: “Lord Tully viaja con dos niños los cuales se presumen son Greyjoy”, quedó tan helada como un muerto.

Mil preguntas pasaban por su cabeza, aunque una parte suya suspiró aliviada: «él no es un asesino de niños», peinó su largo cabello negro hacia atrás intentado no enloquecer más de lo que ya lo hizo, al menos sus pequeños están vivos, con eso es suficiente.

—Quiero hablar con Lord Tully —le dijo al mensajero quien los interceptó en un bar en las islas cercanas a Myr, este llevó el símbolo de las torres y eso puso a Avice algo feliz pues le agradan mucho los Frey, aunque conoce su naturaleza viciosa.

El hombre asintió: “Él también quiere reunirse con usted, estará mañana a la mañana en Myr, espere nuestro aviso”, le dijo.

«¿A Myr?», esa ciudad no le agrada para nada, está cerrada, ¿acaso él puede ingresar sin problema? Pero ella no, así que se inquietó aún más.

¿Y qué le dirá cuando lo tenga enfrente? Eso ya no importa, no se trata de ella y su sensibilidad de mujer, sino del bienestar de los niños, así se puso su coraza de hierro con el Kraken grabado y navegó junto a su grupo a las orillas de Myr, quiso adelantarse pues no quería esperar.

Eggil se le acercó por detrás mientras admiraba el mar buscando los barcos Tully en la lejanía, hacia calor tan temprano y no podía evitar sudar, quizás es nerviosismo.

—¿Crees que me recuerde? —le preguntó a Eggil y este echó un bufido —. ¿No?

Eggil jugó con unas piedras de la orilla para luego lanzarlas y que reboten en el agua, faltan un par de horas para que amanezca, no han dormido desde hace mucho.

—Eso lo sabremos cuando suceda —le respondió Eggil —. Aunque, si puedo ser sincero, creo que nunca entendiste el tipo de hombre que es Oscar Tully.

Dirigiéndose hacia el lugar pactado el joven Lord se acomodó en su lugar liderando el rumbo.

La reunión con la llamada “perra de Pyke” no lo emocionó, podía solo enviar a los niños pero quería ver cara a cara a la mujer estúpida que dejó a estos niños solos en medio de la catástrofe, sintió mucho resentimiento hacia la “idiota víbora”, una madre desnaturalizada que deja a sus hijos a su suerte como todas las mujeres de las islas de hierro.

Se matan entre hermanos para tomar el dominio de esas islas, «monticulos de mierda», ¿qué puede esperar a que hagan con sus hijos?

Sintiéndose tan asqueado y enojado por alguna razón, acomodó sus ropas y llamó con la manos a los infantes quienes ya corrían alegres jugando con algunas cosas que consideran interesante, Kenric recuperó su casco dándole otro parecido a Grover, «también lo robó», dedujo

—No puedes quitarle las cosas a las personas aquí, Kenric... No se cuántas veces tengo que reprenderte por lo mismo —le dijo Oscar al mismo tiempo que le retiraba el casco, Kenric hizo una mueca tan lastimera que no pudo evitarlo y le volvió a colocar el casco —. Solo por hoy, pero te prohíbo hurtar alguna otra cosa —su duro carácter se había vuelto flexible.

Con sus cascos que les cubrían sus ojos se pararon simulando ser soldados de Tully, a ambos les resultó divertido pues nunca habían visto hombres “tan mojigatos”, Oscar frunció el ceño preguntándose dónde habían aprendido esas groserías.

Bien, de seguro ese lenguaje les es útil en esas islas áridas, los dejará ser, luego es un problema de su madre.

«Vivirian más seguros en tierra firme», con cuidadores y criadas que los atiendan, no en un barco navegando por los peligrosos cruces y mares. Pensó por un segundo lo adorables que se verían estos dos corriendo por el patio de su castillo, jugando con el agua de la fuente y vistiendo como personas decentes.

Es un sueño distante que lo pone lúgubre pues solo es eso: «una fantasía imposible».

Fue una noche larga yendo al lugar de encuentro, no quiso darles falsas esperanzas a los gemelos así que no se los mencionó hasta que puedan ver a su madre de nuevo: “¿Y si solo es una farsante?”, otro pirata queriendo tomar ventaja del sufrimiento ajeno.

Ambos barcos se juntarían en el muelle pero no ingresaran a la ciudad sino que invitará a lady Greyjoy a su estudio donde tiene que negociar la cabeza de sus hijos a cambio de su rendición y que destruya su barco, es cruel, pero solo lo hará para que no tenga otra opción más que regresar a esas «mugrosas islas» donde los niños estarán más seguros, claro que también sabe que puede conseguir otro barco la mujer: “mataré a su tripulación”, la hará tener tanto miedo de la guerra en el mar que no saldrá otra vez de esas islas, se dedicará a criar a esos dos demonios como una buena mujer, como dicta la costumbre.

En su corazón solo deseó mejorar un poco las espectativas de vida de ambos infantes, no le cuesta admitir que se encariñó demasiado con ellos este tiempo: “Puffer y Black Fish”, del primero su apodo es por sus mejillas y del segundo por su ágil habilidad para despojar a cualquiera de sus pertenencias y claro, su negruzco cabello.

A la madrugada ya estaban llegando y se pudo vislumbrar el rojo a lo lejos en la orilla, era la prima del hombre que odia tanto, puede lanzar sus ganchos justo ahora, pero una figura escurridiza se le trepó con rapidez para ver lo que el hombre admiraba a lo lejos.

—¡Es el barco de mamá! —exclamó.

Oscar no supo de dónde salió el niño, los había dejado a ambos durmiendo en su cama, en algún momento este pelinegro se despertó por los ruidos y fue a averiguar lo que sucedía.

Ya no podía jugar más con ellos, así lo alzó para dárselo al cuidador Arryn.

—No los dejes salir —lo entregó, esa madrugada no le dio una segunda mirada al confundido Kenric —. Tengo asuntos pendientes que resolver.

Las sillas puestas en su lugar y el mismísimo Lord Oscar Tully con sus manos sobre la mesa y un semblante tan frío que congela el agua, se sentó esperando que sus invitados de honor arriben a su barco principal, primero dejó al cuidador Arryn con los niños no muy lejos, también colocó sus impecables guantes de cuero y la capa en sus hombros.

La viva imagen de la rectitud y la crueldad en los mares, es el señor supremo del tridente.
Oyó las pisadas pesadas de botas acercandose y levantó la cabeza, realmente esperó cualquier cosa: “bruja, arpía, prostituta, una mujer desviada”, jamás predijo que un rostro que solo vive en sus sueños cruzaría su puerta.

La mandíbula del Lord cayó y sus cejas se fruncieron, tartamudeó creyendo estar en un sueño o una ilusión, no podía ser cierto, los muertos no caminan ni se sientan frente suyo.

—¿Mucho tiempo sin vernos, Lord Tully? —dijo esa mujer que él conoce muy bien, a su espalda iban los hombres Greyjoy y a la misma espalda de Lord Tully los suyos esperando la orden para atacar.

«Avice», sus pestañas se agitaron, es un sueño cruel.








La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora