Capítulo 18: Lord Tully visitó su habitación

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Capítulo 18: Lord Tully visitó su habitación.

“¿Beber una copa con él? ¡Jamás!”.

La llegada de los hombres del hierro es inminente, con los desastres en la capital tras la sucesión del joven Viserys un consejo conformado por líderes de otras casas ligadas tomó total control con respecto al gobierno.

Cuando Westeros tambalea las ratas salen de sus nidos para atacar, los hombres de hierro tuvieron una oportunidad única que no desaprovecharan: llegaron a aguas dulces.

¿Cómo? Nadie sabe exactamente, los Stark se veían en una confrontación con los pueblos salvajes, el centro de poder en la capital no se conformaba aún gracias a la repentina muerte de Aegon III, ligado al hecho de un Dorne más rebelde que nunca todo el panorama se convirtió en caos.

Pero claro, es lógico, los Targaryen quienes mantenían un orden bajo su cruel yugo se hallan casi extintos y sus dragones con ellos, sin dragón entonces a qué les temen los pueblos libres, ¿qué los frena para no intentarlo? ¡Atacarán!

Avice fue a la herrería donde pudo ver la espalda fornida de un joven herrero, se acercó trazando esas líneas con su mirada.

—¿Ser? —llamó el joven cuando notó al soldado de armadura oscura y cabello desordenado de igual tono, ese rostro era joven con facciones largas, un joven noble quizás —. ¿Busca algo? —preguntó con respeto.

Avice despertó de repente quitando sus ojos del torso bien construido, ¿todos los joven de aguas dulces son tan atractivos? Ella pidió un escudo más pequeño, estos hombres también son muy altos.

—¿Este está bien? —Puso uno en la mesa de la herrería, algunos soldados que pasaban se reían al notar que se trataba de un escudo de entrenamiento —. Lo usan los jóvenes pero es tan duro como uno de esos —Señaló los largos y pesados colgados en la pared.

Avice no llevaba escudo normalmente, sin embargo nunca estuvo en una confrontación en primera línea, se dice que es similar a una jauría de perros mordiendose por todas partes, algo que ya vio, pero peor, mucho peor.

Cuando él le entregó el escudo ella aprovechó para tocar esas manos pesadas y con venas marcadas, realmente está muy hormonal estos días. El joven quitó la mano rápidamente y huyó apenas pudo.

Se cruzó con Hagos de regreso a la habitación donde la tenían en una extraña vigilancia, él estaba más calmado: “He peleado con esos piratas antes, no son la gran cosa”, se fanfarroneo para luego informar que ambos tendrán el honor de cuidar la torre donde lady Baratheon se encontraba, Avice casi se siente un verdadero caballero.

«Quién quiere ser un caballero», empujó su puerta para entrar topandose con una figura sentada al filo de la cama, Avice se agachó de inmediato.

En serio, de verdad, ¡por qué se lo topa en todas partes! Es su castillo, ¿qué le puede reclamar?

Si el caballo no va al río entonces el río irá directo al caballo, ¿qué hace Lord Tully en su habitación? ¿Es acaso la yegua terca?

El actuar de Oscar Tully le pareció cada vez más escalofriante.

¿No puede esperar hasta que la pelea comience y ya quiere acabarla? Lord Tully se acomodó en su sitio con una mirada altiva, al notar que el guardia Henry volvía se levantó.

—Mi Lord —La voz de Avice salió ahogada, realmente le teme a este joven, más que eso siente una vergüenza absurda —. ¿Mi Lord?

Avice se quedó al lado de la puerta y él no se movió, esos ojos de nuevo la examinaron de una manera tan especial y meticulosa que creyó desmayarse en ese momento.

«Carajo, no pienses en ello», cada vez que ve sus ojos no puede mantener el contacto, sus manos se ponen inquieta y busca escapar hacia los costados.

—Ven —la llamó, su tono sereno aunque firme, Avice se movió por instinto obedeciendo —. Cierra la puerta.

Avice se confundió un segundo, ¿quedarán atrapados aquí? ¿Sola con él en la noche? Realmente no quiere, aún así la cerró con un lento empujón.

—¿Desea que haga algo por usted, mi Lord? —Aún no se movía de su lugar, el ambiente se sentía algo escalofriante pero tiene que seguir adelante.

Lord Tully se paró firme y caminó por la habitación, miraba los cuadros de su propio castillo, tocó uno en especial que tenía una doncella casi desnuda: “No recuerdo que tengamos este tipo de cosas aquí”, le echó una mirada de reojo al pequeño guardia.

Avice tragó en seco, ¿la acusa de traer un cuadro indecente a su pulcro castillo? ¡Ya estaba ahí cuando llegó!

—Desea... —habló de nuevo para llamar su atención —. ¿Desea algo, mi Lord?

Él pareció notar su presencia, o al menos tomarla en cuenta por primera vez, se acercó de una manera que a Avice le provocó unos pasos hacia atrás.

—Los nacidos del hierro están cerca —dijo él, Avice bajó lo más posible su cabeza en muestra de sumisión —. Cuando los hombres choquen sus espadas manténgase cuidando la torre... Y cuide su vida también, si debe huir hágalo, Sir Henry —el aliento cerca de su rostro la puso tensa, a estos escasos centímetros puede oirlo respirar.

De nuevo dándole el título de caballero con esa expresión complicada, Avice se confundió todavía más: ¿Huir? ¡No puede! Si cuida a una noble dama debe hacerlo hasta la muerte, aunque según su reputación no sería algo impropio de Henry el perro deshonrarse de nuevo.

—Se lo agradezco, mi Lord —asintió y se hizo a un lado para darle paso libre a la puerta, pero él no se movía.

—Es temprano, ¿irá a dormir, Sir? —preguntó Lord Tully, observó la cama con un brillo en sus ojos —. Podría acompañarme a beber algo esta noche antes de irse a recostar —propuso, en la pequeña mesa donde las botellas de Avice se amontonaron.

La mente de Avice se alteró y salto de un lado a otro: ¿Beber con el señor supremo del tridente al que ultrajó por error hace años? Vaya insensatez, no lo hará.

Además, él actúa extraño, ¿siempre fue de este modo? Cuando estaban juntos en el bosque también era peculiar pero no un loco como ahora.

Óscar Tully dice cosas peculiares, habla solo en murmullos a veces y cambia de actitud abruptamente. Está segura que eso algún tipo de locura y teme que sea contagioso.

—Me honra, pero me dirijo a mi puesto ahora mismo —informó, ante sus palabras Lord Tully torció un poco el labio, Avice creyó estar alucinando.

Los ojos de Lord Tully se posicionaron donde la vestidura interna en el cuello de Avice resaltó con el agujero de un corte, su equipamiento estaba dañado, Avice lo cubrió al notarlo.

—Entonces nos veremos otra noche, Sir Henry —juró —. Le aseguro que compartiremos copa —luego se fue dejando a una Avice totalmente petrificada.

«¿Qué acaba de ocurrir?», ¿en serio el cervatillo se metió en su habitación para tomar una copa con ella y de paso desearle suerte en la batalla venidera? Su pecho ardió, tiene que sacar esas ideas de su cabeza.

Solo hay una teoría válida ante todo esto: Lord Oscar Tully siente pasión por otros hombres.

Exacto, apenas vio al pequeño Henry no pudo contener su naturaleza desviada y fue por él, ¿es un traga espadas? Avice no lo juzgará, el problema es que ella no es un hombre y no podrá satisfacer sus necesidades cuando se canse de darle espacio.

Los lores siempre toman a su antojo, algunos son más recatados y respetuosos, sin embargo él resultado siempre es el mismo: ¡Apropiación!

Mientras hacía guardia en su puesto pensaba en las posibilidades, cómo saldrá de este lío, con qué escusa rechazará a un Lord con tanto poder, ¿y si lo toma como ofensa? Las personas ceden para no ofender a los lores y provocar su ira, pero Avice simplemente no es un hombre.

«¡No tengo pene!», y si lo tuviera tendría que dejarse forzar por este señor del tridente.

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora