Capítulo 28:Tyron Greyjoy

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Capítulo 28: Tyron Greyjoy.

“En los tentáculos crueles de un tonto Kraken, realmente extraño recostarme sobre unas doradas escamas”.

La mañana en la que iban a decapitarla hacía frío, quizás esté lloviendo afuera.

Se sentía muy triste, sabía que él estaba enfadado, ¿pero no venir a despedirse de ella? Ya iba a amanecer y no podía creer que Lord Tully no haya aparecido.
«¿El enojo puede privarnos de un último beso?», deseó con todas sus fuerzas que él llegase.

Oyó unas pisadas y se puso tensa, ¿era él? Su salmón vino a darle un último beso antes que sus historias se separen para siempre, le cuesta desprenderse de la vida, solo ahora lo ve con claridad: “no hay honor en mi vida”, su padre la miraría con profundo disgusto.

El rostro de Eggil pareció por la rendija y Avice se decepcionó, para su sorpresa la puerta se abrió y Eggil la tiró del brazo por los pasillos, ambos se ocultaron en un rincón la tener pisadas cerca, son custodios del calabozo.

—¿Qué haces? —preguntó ella con voz baja, pudo notar que él llevaba una espada que conoce bien, es su espada, junto con otras pertenencias.

—Cumplo órdenes —respondió Eggil —. Y esas son sacarla de aguas dulces antes que amanezca —reveló con su semblante serio.

Las lágrimas se escaparon por los ojos de Avice, ¿su salmón no daba por vencido? Ante la oportunidad de mantener su cabeza en su lugar y la increíble convicción de su salmón no pudo resistir y persiguió a Eggil por los pasillos hasta una abertura en el techo por la cual salieron.

¡Quería vivir! Pero no a costa del honor se un honorable hombre como Lord Oscar Tully, sin embargo ante una voluntad tan fuerte solo puede ceder.

Corriendo por el prado supo que salieron por un abertura secreta fuera del castillo, ¿él no está por ninguna parte? Su pecho dolió, Eggil la sujetó obligándola a caminar.

—¡Quiero verlo! —gritó pero Eggil no cedió.

—¡Lo verá cuando lleguemos a Bravos! —le respondió—. Quizás, primero debemos huir.

«¿Bravos?», ¿las ciudades libres? No quería ir a Bravos. Aún así fue arrastrada por el alto Eggil hasta un bote en las costas.

“¡Suba!”, gritó el joven quien siempre pareció calmado y recatado, ahora tiene una expresión tensa y algo asustada.

Avice se subió y él empezó a remar hacia el mar, miró hacia atrás donde el castillo se hacía pequeño no pudo evitar que las lágrimas recorrieran su rostro.
En realidad no pueden terminar de otra manera que no sea esta, es un gran señor de los ríos, no un cervatillo o un salmón tonto.

—Adiós, mi amor —le dijo a la imagen ya borrosa, Eggil remó como nunca jamás en su vida logrando alejarse en un tiempo corto.

«Mi... mi amante», sonrió al pensarlo, ella quien es una mujer en ropas de hombre logró tener un hombre tan digno aunque sea por un fugaz momento. Eso lo guardará en su corazón y espera que esto no le afecte o sino puede regresar para poder su cabeza voluntariamente en la pica.

Nunca, nunca, nunca desea lastimar a su tonto salmón.

Los días transcurrían en el bote, con las manos cansadas de tanto remar no pudo más y cayó a un lado, Eggil tomó de inmediato el relevo y continuó.

Comienza a creer que Eggil no tiene idea cómo llegar a Bravos, ¿es tan difícil admitirlo? Casi olvida lo tercos que son los hombres Tully.

—¿Ya estamos cerca de alguna parte al menos? —preguntó sin aliento, un dolor en el estómago la hizo retorcerse.

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora