Capítulo 31: El dios ahogado

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Capítulo 31: El dios ahogado.

“Lo muerto no vuelve a morir, se levanta más fuerte, más duro”.

El tumulto de islas áridas y duras, puede ver desde la ventana de su ahora prisión como abajo hay dos tipos de personas: Hombres y mujeres vestidos de negro con espadas los cuales caminan con ímpetu como si el mundo les perteneciera, y siervos encargados de las tareas diarias.

Su habitación está en lo alto y tiene barrotes en la única ventana que da a un patio concurrido por hombres y siervos, algunos de ellos a veces se quedan mirándola o le lanzan cosas.

«Todo aquí es diferente al resto del mundo», tan cruel.

No sabe nada de Eggil o volvió a ver al rey de aquellas islas, por otra parte quien sí aparece con frecuencia es su primo quien ahora está sentado detrás suyo en una silla mecedora mientras come una manzana.

—¿Entonces eres hija de Everard Greyjoy el hereje? —la voz burlista llegó hasta donde Avice se posaba en la ventana —. Eso explicaría porque nos parecemos tanto.

Es verdad, tanto ella como el príncipe tienen un parecido impresionante, más aún su similitud con Kenric, ellos comparten sangre: Piel pálida casi enfermiza, rasgos rudos y cabellos negro.

—¿Y aún así estoy encerrada aquí? —preguntó echándole una mirada —. ¿Acaso no confían en la familia ustedes los Greyjoy?

No le dieron un poco de piedad, la tiraron a una habitación donde no tiene agua o comida. Tyron se rió con el trazo de manzana en la boca y negó divertido.

—Creo que no conoces las costumbres de tu propia familia, prima —le respondió una vez levantándose para irse, antes de salir se detuvo un segundo —. Por cierto, prometí cogerte y lo haré de todas formas.

Dejando sus asquerosas palabras atrás se fue, él solo tiene un interés repugnante por su prima como un animal.

Una vez desapareció Tyron, Avice cayó de rodillas sujetado su vientre, le dolía mucho estos días y sentía ansiedad, sus emociones florecieron conforme más tiempo lo oculte.

—Cálmate —le decía a la criatura en su interior —. Cálmate, todo saldrá bien. Saldremos de aquí, te lo juro —le prometió.

Tuvo un sueño, se encontraba de nuevo en el castillo de aguas dulces donde los estanques del patio interno se llenaron, normalmente esto no sucede pues no es temporada, sin embargo allí dos peces  persiguieron sus colas creando un círculo perfecto: Robusto y con unas deslumbrantes escamas anaranjadas como un atardecer, junto con el lánguido de escamas negras tan puras como la noche.

Avice los admiró nadar entre ellos, el pez grande notó su presencia y rompió el círculo para mover su ágil cola hasta ella, el negro siguió su ejemplo. La joven mujer metió su mano en el agua, se sentía cálida, entonces puso sus dedos sobre la piel escamosa del brillante anaranjado y este dio vueltas en su lugar mostrando su cola la cual parecía una seda bailando en el agua.

El pez orgulloso de los colores vivos que poseía fue echado a un lado y ahora se posó ante ella el negruzco quien no parecía tener una cola sedosa pero sí unos músculos fuertes que podían patear lejos al anaranjado, el pez regordete rodó de una manera muy vergonzosa y quedó un rato con el vientre hacia arriba: Un suave vientre oscuro.

Avice al notar la piel negra que vestía en su abdomen el pez anaranjado quiso ir por él ignorando al negruzco quien no pareció feliz al ser dejado de lado, giró sobre sí mismo también mostrando una piel rojiza en su abdomen.

“Oh”, había lanzado Avice, acarició el rojizo y resbaloso vientre del pez negro, son realmente hermosos... Diferentes pero hermosos: Las sedas anaranjadas junto con las escamas brillantes y las hojas negras que resplandecen por la luz de la luna.

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora