Capítulo 32: Oscar Tully se compromete con Lady Baratheon

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Capítulo 32: Oscar Tully se compromete con Lady Baratheon.

“No quiero ni me importa nada, los Greyjoy caerán, juro que su linaje no sobrevivirá otra generación luego de lo que han hecho”.

Los días en aguas dulces parecían amargos como el mar muerto, el castillo se halló en una tensión extrema.

Lord Tully regresó de la capital donde fue citado ante un consejo por las acusaciones en su contra, “ haber ayudado a escapar a un criminal sentenciado”, por su influencia ante el consejo real logró volver sin mayor alteración, sin embargo las aguas estaba turbias.

Muchos señalaron en su contra, quizás es hora que otra casa sea la cabeza de las tierras de los ríos.

La capital es un desastre, no podía creer que ahora gobierne un consejo dejando de lado cualquier opinión de un monarca quien era un niño lúgubre y sin espíritu, se rumoreó que Viserys II pronto morirá al igual que su hermano mayor.

Oscar caminó por los pasillos con un gran peso en su corazón, llamó a Aldus y Brigham a su estudio.

—¿No hay noticias? —Hace días que se fue y solo esperó las noticias que su novia haya llegado ya a Bravos en el barco que pagó para recogerla.

Si Avice creía que él solo se quedaría mirando como es decapitada está realmente equivocada, él no se tambalea con facilidad, su voluntad es tan fuerte como las olas en una tormenta.

Solo los dioses saben el dolor y desesperación que sintió al oír su confesión: ¿De verdad tenía que hablar justo en ese momento? Tuvo que mantenerla callada.

Avice es una joven muy tonta según su percepción, no valora su propia vida y no toma las oportunidades que se le ponen en su camino.

«Mi perro rabioso», también es dura como una roca, arrasa todo como los remolinos.

“El barco de suministros que iba a Bravos fue atacado por piratas, no sabemos si fueron miembros de las tres hijas o nacidos del hierro”, las palabras de Aldus lo dejaron con una expresión aterradora en su rostro, la presión en su pecho regresó.

No pudo contener el impulso de golpear la mesa una y otra vez ante la mirada esquiva de ambos guardias.

—¡No! —exclamó, tenía el puño al rojo vivo, respiró y se tiró en su silla, necesita aire, el miedo lo controló —. ¿Cuántos?

“¿Cuántos muertos dejó el ataque?”, Aldus habló tembloroso: “No hay sobrevivientes”.

Algo se rompió en su interior, sujetó su rostro negándose a mostrar sus lágrimas que comenzaban a salir y les dijo a sus guardias: “Salgan...”.

Aldus llevó a su hermano fuera, ambos estuvieron al lado de su señor desde que asumió el control en aguas dulces, sabían que era un joven con sentimientos nobles y muy justo, un gran Lord.

También sabían a la perfección de su amor por la joven guerrera Avice de los gemelos Frey, el Lord mostró todo su afecto desde el primer momento sin esconder nada.

—¿Qué crees que ocurra ahora? —susurró Aldus a Brigham —. ¿Crees que...?

La casa Tully es ante todo pacífica y justa, no añoran la sangre y sed de poder, por ellos pueden mantener el control por sobre familias tan salvajes como la Blackwood o Bracken.

Óscar Tully fue igual ante su asunción: Mantener el orden.

Resistir, castigar y prevalecer, es la esencia de su casa. Sin embargo, Lord Tully realmente amaba a esa joven.

—Algo me dice que iremos a cazar a Kraken's dentro de poco —le respondió Brigham.

El joven Lord dentro de su estudio apoyó la cabeza en la mesa y cubrió sus ojos con sus brazos, así calló los sonidos de sus sollozos, su rostro totalmente rojo resistiendo los quejidos, el corazón nunca le dolió tanto en su vida, ni siquiera cuando vio partir a su amado abuelo.

“¿Sin sobrevivientes?”, qué era aquella pesadilla, lo hizo todo para que ella se salve una y otra vez.

—Avice —lanzó con su voz quebrada —. ¿Por qué no mentiste cuando te lo pedí por nuestro bien? El de ambos.

El bien de su futura familia que iba a formar con ella, esos niños nunca nacieron y nunca lo harán, si no es con la mujer que ama no tiene sentido, ¡no los quiere!

«Nacidos del hierro», pensó en ese momento, su lengua saboreó el título con sumo asco y odio. Esas islas áridas muertas pagarán un precio muy grande por haberle arrebato a su futura esposa, la madre de sus hijos y único amor.

En medio de la noche el viejo Duncan quien perdió mucho prestigio pero no fue echado se acomodó en su cama, escuchó la puerta ser abierta y vio una figura posarse en el lumbar.

—¡Mi Lord! —gritó el viejo tapándose con las mantas atemorizado.

Lord Tully tenía una expresión terrible, sus ojos estaban rojos como su nariz, aunque tenía una mirada fiera en sus orbes tan salvajes que el viejo Duncan se estremeció.

—He venido a que envie una carta en mi nombre —le dijo con su voz rasposa, no notan las horas de intenso llanto.

—¿Una carta? —Duncan se paró con su bata blanca y fue hasta su escritorio, esta es su oportunidad para volver a su antiguo estatus.

En realidad dos cartas, la primera:

“Reconsiderando sus propuestas se la invita a fines de temporada a nuestro dominio para sellar compromisos con gran complacencia, lady Baratheon.

—Lord Oscar de la casa Tully, señor supremo del tridente”, fue una de las tantas palabras que se escribieron con la letra cursiva del maestre en nombre de Lord Oscar Tully.

La otra fue más cruda:

“Según cuántas tropas posea y esté dispuesta a brindar en la próxima campaña para derribar las islas de hierro será considerada la unión de nuestras casas.

No desperdicie la oportunidad que le estoy dando, Cecily”.

La primera será leía en la audiencia, la segunda en el estudio de bastión de tormentas solo por las personas más íntimas de la señora.

El corazón de Oscar se endureció como piedra, luego de llorar a su novia muerta solo quería venganza, juró ante los dioses: “Cada uno de los nacidos del hierro serán borrados de la faz de la tierra, no me importa cuánto cueste o si muero en el intento”.

Para llevar a cabo su venganza son necesarias tropas, barcos, ¡apoyo! Su reputación no estaba del todo limpia luego del incidente con Lord Bracken.

«Ese maldito Bracken», pensó con odio, de no haber sido por él Avice jamás habría tenido que huir de su lado. Quizás su amigo por fin pueda cumplir su deseo de quitar a los Bracken del mapa para siempre, ya no le importa, ¡que lo haga!

Tampoco le importó considerar una boda con los Baratheon, ¿qué sentido tiene? Su amada no camina entre los vivos y su corazón nunca volverá a latir por nadie más, si puede saciar su sed de venganza aliándose con los Baratheon entonces lo hará.

Su cuerpo simplemente perdió una parte suya que lo hacía feliz, con el pasó de los días ya no quiso vestir los tonos vivos de su familia sino que se cubrió con el negro áspero.

“¿Lord Tully siempre viste de negro?”, sin accesorios, sin hombreras, solo su uniforme oscuro.

“¿No lo sabes? Se dice que vive de luto en honor a su amante. Según cuentan ella murió en el mar hace tiempo, pero él no puede olvidarla”.

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora