Capítulo 13: Un sueño en el bosque

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Capítulo 13: Un sueño en el bosque.

“Mi cuerpo no sabe lo que le conviene, solo quiere un hombre que lo tome... Simplemente ridículo”.

Se sentía caliente, sudaba sujetando las mantas en su habitación apartada en la posada, se detuvieron esa noche en una pequeña ciudad, están muy cerca de aguas dulces y ya se nota la inquietud de lady Baratheon al querer detenerse en cada punto solo para no llegar a su destino.

Avice viajó en espíritu a un lugar muy lejano, donde no se vestía como hombre y no tenía en su espalda un juicio por crimenes de guerra.

Vio su vestido y no podía creer lo que usaba, eran telas casi transparentes que dejaban libres sus senos, se sintió tan aliviada al poder respirar sin un hilo que le corté la circulación en el pecho, hace tanto tiempo que no usa un vestido y deja su cabello suelto al viento.

Los árboles a su alrededor se movían creando una escena confusa, Avice era ella misma pero se sentía más pequeña ante los grandes árboles, quería esconderse entre los brazos de alguien, sentir el calor humano y las manos de un hombre tocarla sin darle un puñetazo o ir por su cabeza.

Inclusive se acostumbró a hablar tosca y nunca chillar, por ellos no interactuaba demasiado tampoco, deseaba volver a las noches en el bosque para acariciar esos cabellos rojizos con ternura mientras lo alentaba a acabar a su costado: “Ya, está bien, tú puedes”.

Al no encontrar quien la abrace tuvo una sensación de temor que ahogó de inmediato, quiso llorar, está estúpidamente sensible como una damisela.
Los hombres no tienen miedo y ella no debe demostrarlo, no puede hacerlo.

De pronto alguien la sujetó desde atrás agarrando directamente sus pechos y los apretó con fuerza, Avice no peleó y giró con dificultad quedando a la altura de su mentón.

—¿Pequeño ciervo? —preguntó anonadada, ante ella estaba un joven más mayor con un rostro atractivo y unos cabellos castaños rojizos, no lo recuerda tan alto, más bien bajo y muy delgado por su hambruna.

Pasaron los años, es normal que haya crecido, ¿así se veía? Con una espalda ancha y hombros fuertes, quiso ver el rostro pero todo se tornó confuso en sus ojos.

No podía ver bien el rostro pero era él, se sintió patética, ¿de verdad sueña con un muchacho que vio hace más de dos años y ni siquiera cruzaron palabras? Es simplemente una escoria de la vida, con tantos hombres atractivos y feroces que la rodean puede fantasear con cualquiera: ¿Lord Blackwood? No, le teme demasiado.
¿Sir Weldon Frey? Le da entre asco y risa.
¿Acaso Hagos Baratheon?

El joven lanzó un bufido como si oyera sus pensamientos, casi olvida que si dos cosas le sabrán al cervatillo son libido y carácter.

Ella sintió las manos meterse por su vestido por todas partes, las manos del joven eran tan ágiles como las recordaba, en un momento empujó su espalda hacia delante obligándola a inclinarse.

—¿Qué? —No supo cuando el joven se había bajado los pantalones y subido su falda, quizás nunca, esto es un sueño.

No sabe cómo se siente pero puede imaginar el miembro abriendo sus paredes en esa posición tan sumida e incómoda, gritó por el impacto y los que le seguían, la penetró de pie con un ritmo rápido y duro, Avice solo abrió la boca buscando aire desesperada.

El calor se volvía fuego en su vientre, podía sentir la punta del pene atravesarla como una estaca, junto con ello sus piernas flaquearon casi cayendo de cara al suelo.

—¡Henry! —oyó una voz conocida mientras el cervatillo se la cogía con dureza contra un árbol —. ¡Henry, carajo, qué te sucede!

Avice se levantó de la cama en un salto, vio a Hagos en la puerta con una expresión asustada, él tenía una linterna en la mano y su espada en la otra.

—Creí que te morías —dijo Hagos —. Tus quejidos llegaron hasta el otro pasillo.

Corrió rápido a verificar que no tuvo tiempo de ponerse una camisa y los fuertes pectorales quedaron al descubierto, también una línea de músculos bien definidos en ese abdomen duro.

La cara de Avice se puso roja, asintió ante el hombre y le restó importancia: “No puedo defecar hace cinco días”, admitió sin vergüenza alguna, son intensos dolores por estreñimento, nada extraño.

Hagos se fue de la habitación convencido y la dejó sola con un el problema entre sus piernas, sentía mojado y olía a hierro.

«Ahora no», tocó y la sangre le manchó los dedos, pegó un suspiro tan cansada y harta, eso explicaría mucho.

Cuando está excitada su mente la lleva a su único y preciado recuerdo donde estuvo cerca de un joven quien se mostró orgulloso restregando su pene por todo su cuerpo, es lo más cercano que estará de un hombre en ese sentido de la palabra.

«Cervatillo, cervatillo, cervatillo», se decía tirada en la cama con los brazos abiertos, «tuve que haberte exprimido cuando pude».

Ahora nunca lo volverá a ver y jamás sabrá o tendrá la ocasión donde pueda tenerlo necesitado sobre ella, eso quería: Un joven deseandola con su miembro erecto solo por ella.

Muy lejos de su realidad, no puede, es el precio que una mujer libre debe pagar. A la mañana siguiente Hagos la fue a buscar temprano, lady Baratheon deseaba ver la cuidad antes de llegar al castillo.

Con su sangrado continuo no supo dónde meterse, maldijo a todos los dioses por haberla hecho mujer.

«Carajo», su ciclo de sangre no venía hace meses, se dijo que así estaba mejor, que no vuelva nunca más, eso significa que no es fértil, son solo más problemas.

Ahora por alguna razón simplemente apreció luego de soñar con su cervatillo el cual no veía hace mucho tiempo, simplemente ridículo. Buscó el algodón y telas para realizar su rústico pero bien seguro trabajo ahí abajo. También de paso se abrió un par de heridas en las pantorrillas y palmas, debe tener una gran escusa siempre, no hay lugar para los errores.

La sangre en un guerrero es normal, en una joven de seguro es su sangrado de fertilidad. Otra cuestión son los dolores, puede aguantarlos, aunque prefiere un puñetazo en la cara antes que sufrir una sola contracción.















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Avice: ¿Por qué carajos decidiste sangrar justo ahora?

Su útero: Yo sé porque hago las cosas, querida. No te metas en mi trabajo.

Avice: ¿Okey?

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora