Capítulo 25: Tener intimidad en el agua

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Dios mío, perdoname por esto.














Capítulo 25: Tener intimidad en el agua.

“Es un gran hombre, ¿qué más puede pedir una mujer? Lord Tully no dejó nada que desear”.

Los nacidos del hierro retrocedieron ante la presión de los señores del mar, con la extinción de los Velaryon el mar aún tenía competencia entre ellos, y aunque la triarquia estuviese casi extinta como los Velaryon eso no evitó que surgieran organizaciones similares emulando sus formas, siempre apoyadas por las ciudades libres sin importar que sean o no la alianza de las tres hijas.

“Se acerca una guerra”, le había dicho Oscar, ahora llevan una especie de rara amistad donde él siempre la mantiene al tanto de todo lo que sucede en la capital y el mar.

«Ya no me habla como si yo fuese una idiota, sino como si conociera todos aquellos asuntos acerca de los conflictos y guerra».

Aunque no le ganó en combate sí obtuvo su respeto, Avice se conforma con ello, no le puedes ganar a todo el mundo. Quedó sorprendida por la ferocidad oculta de los hombres de aguas dulces a quienes todos tachan de “debiles”.

«Son nobles, no débiles», correctos hasta los huesos.

Admira como el joven práctica con su arco en el campo de tiro, solo podía pensar: «Es un buen hombre», con un temple justo y una actitud agradable cuando no está en sus momentos paranoicos.

“Familia, deber y honor”.

Algo desquiciado y con unos recuerdos muy alterados, pero un buen hombre y un gran líder que vive según el lema de su casa.

La flecha dio en la diana y él se jactó con una sonrisa altiva asegurandose que su novia sentada en el balcón lo haya visto, Avice movió su mano en señal de respeto ante un tiro perfecto.

Luego de un día largo de entrenamiento donde tuvo el placer de cruzar espada con el joven Lord quiso ir al cuarto de baño donde grandes contenedores se llenaban de agua caliente, es lo mejor del castillo Tully: «Agua pura y caliente», aquí siempre fluye.

El cuatro es grande y cerrado para que no escape el calor, entre las tinas se sumergió en una estrecha.

Con el agua hasta la clavícula jugueteó con los jabones, huelen muy bien, tienen esencia de flores silvestres. No tenía que darse la vuelta para saber que él estaba parado detrás de la tina quitando sus cordones para meterse al agua.

¿Cuándo entró? De seguro la persiguió apenas notó su ausencia al regresar al salón, la noche caía y con ello el ambiente se hacía ambiguo entre ellos.

—Hazme lugar —dijo con alegría, él metió una pierna y luego otra para sentarse al lado suyo —. Pásame la esponja.

Avice hizo caso y enjabonó la esponja para dársela, sus manos se tocaron pero él no la tomó sino que la guió para que ella lo limpie, Avice con sus pechos al raz del límite del agua avanzó hasta sentarse sobre los muslos del joven quien la sujetó por las caderas.

No hubo vergüenza ni resistencia, la piel hizo contacto con la piel. Avice sintió un escalofrío recorrer su espalda al sentir como la pierna se movía debajo de su intimidad.

La entrepierna de la joven hizo contacto directo con la piel desnuda y dio un pequeño moviendo circular sobre él, esto le provocó un quejido ahogado al muchacho. Con la esponja en la mano la paso por el cuello del Lord, luego los brazos y descendió por su abdomen hasta llegar al ombligo.

—Vamos —la alentó, tenía el rostro rojo como así el cuello y las orejas, esos ojos grandes y cristianos se encontraban con unos ansiosas lágrimas amenazando con salir.

La Mujer con Armadura Sedujo al Lord (Oscar Tully)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora