Capítulo 33

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Stefanía Mendoza

Suelto sus manos con cuidado, observando cómo se tambalea ligeramente, pero se mantiene de pie sin mi ayuda. Siento una mezcla de nervios y esperanza, y mantengo mis brazos extendidos por si necesita apoyo.

—Eso es, da un paso, despacio —le digo, conteniendo la respiración.

Kiran lo hace, vuelve a tambalearse, pero consigue mantenerse de pie. Quiero llorar al ver su enorme sonrisa. Los últimos seis meses de terapia al fin están dando sus frutos. El da otro paso hacia mí, sus piernas tiemblan un poco, pero no se cae. Estoy tan concentrada en él que todo lo demás se desvanece. Lo único que me importa ahora es ver cómo mi chico da sus primeros pasos por sí solo, sin ayuda de un bastón o de alguien.

Él avanza despacio, con una mezcla de esfuerzo y determinación en su rostro. Mis ojos no se apartan de los suyos, y cuando está justo frente a mí, siento que mi corazón va a explotar de orgullo.

—¡Lo estás haciendo, moreno! —exclamo, sin poder evitar que las lágrimas empiecen a acumularse en mis ojos.

Él sonríe, jadeando un poco por el esfuerzo, pero su mirada está llena de una nueva luz, una que no había visto antes. Ha sido un camino largo y duro, pero verlo así, de pie, dando pasos hacia mí, hace que todo haya valido la pena. Cuando llega hasta mí, alargo mis manos para tomar las suyas de nuevo, sintiendo cómo tiemblan, pero no de debilidad, sino de la emoción del momento.

—Stefanía... —su voz es suave, apenas un susurro, pero está cargada de todo lo que no necesita decir en palabras.

—Estoy tan orgullosa de ti —le susurro, acercándome para abrazarlo con cuidado, sin querer hacerle perder el equilibrio.

Siento sus brazos rodearme, sosteniéndome con más fuerza de la que esperaba, y me aferro a él, cerrando los ojos para disfrutar este pequeño triunfo juntos.

Me quedo allí, abrazándolo, sintiendo cómo su respiración se va calmando poco a poco. Es como si el mundo se hubiera detenido solo para nosotros, como si este instante fuera todo lo que importa. No quiero soltarlo, no quiero que este momento termine.

—Nunca pensé que volvería a caminar —dice Kiran, con la voz quebrada por la emoción.

Me aparto un poco para poder mirarlo a los ojos. Sus ojos están brillantes, y no puedo evitar sonreír, incluso entre lágrimas.

—Pero lo has logrado y estoy orgullosa de ti. Sé que muchas veces te dije que no me importaba que volvieras a caminar, pero la verdad si me importaba, pero no por razones egoístas de qué si no caminas no me sirves, si no que sabía que era un dolor que nunca se te iba quitar, tal vez yo nunca he perdido la movilidad de mis piernas, pero comprendo que se sufre bastante al ver a muchos de pie, corriendo, jugando, haciendo tantas cosas que no podrías hacer, sé que él no poder jugar con tu hijo al futbol u otra cosa te lastimaba, pero gracias al cielo a ti te funcionó esa operación y ahora aquí estás de pie frente a mí, aunque debo de decir que tu altura me intimida un poco. Eres fuerte muñeco, más de lo que crees.

Él niega con la cabeza, una pequeña risa escapando de sus labios.

—No, Stefanía. Soy fuerte porque tú has estado a mi lado, tú y nuestro hijo. No sé qué habría hecho sin ustedes.

Sus palabras me tocan profundamente. Ha sido un viaje duro para ambos, pero escucharle decir eso me hace sentir que todo el esfuerzo, todas las noches en vela, todos los momentos de desesperación, valieron la pena.

Ámame a tú Manera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora