Capítulo 24

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Stefanía Mendoza

30 de noviembre.

-¿Estás seguro de querer ir? No quiero que pospongas tu operación para dentro de tres semanas, se lo importante que es para ti, de hecho yo puedo posponer ir también.

-Muñeca, es la quinta vez que lo preguntas, si quiero ir. No tengo problema en posponer la operación, tú eres más importante.

-Bueno es que la casa de mi mamá no es tan lujosa y bonita, a comparación de lo que estás acostumbrado.

-Mientras estés tú, yo estaré bien, aparte te dije que si no hay espacio en la casa de tú madre, podemos irnos a un hotel.

-Si hay espacio para Stefan y tú en mi habitación,  solo podríamos comprar un colchón pequeño para nuestro hijo, pero no sé si ambos estarán cómodos así.

-Nuestro hijo y yo estaremos bien siempre y cuando tú estés ahí, así que deja de preocuparte tanto y ayúdame.

Le ayudo a subir su piernas a la cama y lo ayudo a acomodarse, queda recostado en las grandes almohadas, haciendo que quede casi sentado.

-Deja te acomodo bien las almohadas.

-Nada de eso, quiero que vengas aquí.

-¿Dónde?

Me sonrojo cuando palmea su regazo.

-No me subiré en ti.

-Siéntate aquí, sabes que no te haré nada malo.

-Es que soy pesada.

Me da una mirada cansada, me retuerzo con nervios bajo su mirada gris, se lo que quiere, yo también lo quiero.

-Se que ahorita no sientes mi peso, pero igual sé que estarás incómodo.

-Stefanía, súbete. Quiero besarte cariño y lo quiero hacer contigo encima mío.

Trato de refutar, pero toma mi brazo antes de que pueda apartarlo y me sube a cómo puede encima de él, mis piernas quedan a cada lado de su cintura.

Es la primera vez que estoy en esta posición con el, siento que es lo más íntimo que hemos llegado, el no ha querido avanzar y con lo que me pasó recientemente sé que no pasaremos de algunos besos y leves caricias, pero quiero sentirlo.

Tengo miedo, mucho, pero sé que el no me hará daño y yo no me puedo quedar estancada solo porque la vida me jugó una mala experiencia.

Trago saliva nerviosamente, hemos llegado muy lejos, pero no quiero detenerme, quiero sentir su manos en mi cuerpo, quiero sentirme amada por una vez en la vida.

Cierro los ojos cuando acaricia mis mejillas con delicadeza.

-Te amo...

Me quedo en silencio ante su confesión.

Me ama...el me ama.

Su expresión de felicidad decae, sus ojos adquieren un brillo triste.

-No necesitas amarme también muñequita, con que me quieras a tu lado y a Stefan también, todo estará bien. Se que nadie sería capaz de amarme así.

Me sonríe con cariño, pero sus ojos siguen con ese brillo triste que me está estrangulando el corazón.

-¿Por qué crees que nadie te amaría, Kir?

Porque puedo asegurar que yo lo hago, lo amo, nunca me había sentido así con nadie más, nadie me había hecho sentir tan especial y amada.

-Se que me quieres cariño, no dudo de eso, pero...sé que hay una gran posibilidad que tú te vayas de mi lado, si, sé que seguirás siendo la madre de Stefan, pero sé que podrás llegar a amar a otro hombre y...

Ámame a tú Manera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora