Capitulo 40

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—¿Hubiese sido distinto?

Me encontraba inmersa en mis pensamientos en la biblioteca, mirando el broche que había tomado de la joyería ese día, parpadeaba varías veces, Meiko ingresó en la biblioteca cual rayo, escondí rápidamente el broche, y miré para todos lados, la pelinegra se posó frente a mi escritorio, y exclamó con voz demandante—¡Akina! ¿por qué siento que hace tiempo no te veo?

—No sé... ¿tal vez porque te fuiste tres días a una especie de viaje de expiación de pecados que no tienes?—Antes de que pudiéramos proseguir con nuestra conversación, una figura de cabello blanco apareció, sus ojos llenos de determinación y una expresión bastante engreída.

—¡He vuelto! regresé a molestar a mis dos amigas favori-

—No, ya te vas.—Mencioné con firmeza, Ice hizo un rostro bastante triste, con claras intenciones de manipulación, MeiMei lo miró con una ceja alzada y después anunció con un claro tono de amenaza.—¿Lo ato en el sótano y no dejo que salga? digo... podríamos simplemente no darle de comer y que se muera solo.

—¿Qué?—La sonrisa de Ice se congeló, luego se acercó al escritorio, obligándome a levantarme y sentándose en donde se suponía que estaba yo.—Ey, Akina, que buena vista tienes aquí.

—¿De qué hablas?—pregunté, Ice solo le sonrió a MeiMei y ella le vertió mi vaso de agua encima. corrí rápidamente a tomar los pergaminos sobre la mesa, y parte del agua me cayó a mí, MeiMei se sorprendió, pero le echó la culpa al albino.—¡Es toda su culpa, siempre está como un imbécil molestando!—No les respondí a ninguno, y me fui de la biblioteca, no sin antes recoger el broche que dejé en el cajón, por suerte, no es como que alguno hubiese preguntado.

[Bosque de las ninfas, Cerca de la costa.]

Lyn estaba sobre las rocas de la costa, cuando de repente, un joven de cabello negro, y ojos rojos se sentó a su lado, con un rostro serio, parecía tener varias preguntas para la rubia.

—¿Por qué fingiste preocuparte por tu clan? tenía yo entendido que no sentías nada por ellos.

Una sonrisa se formó en el rostro de Lyn, el de cabello oscuro simplemente hizo un gesto de molestia frunciendo su ceño.—No finjas frente a mí, lo detesto.—La sonrisa de la sirena se deshizo inmediatamente, y luego habló, su rostro se tornó inexpresivo.

—Tu detestas todo.—Dan dejó de mirarla a ella, comenzando a ver las olas del mar.—No, no detesto todo, pero sí muchas cosas.—La rubia se encogió de hombros, luego respondió a su pregunta.—Para eliminarlos sin estar en medio ni esforzarme por hacerlo.

—¿Qué?—el de cabello negro mostró un rostro disgustado, la rubia solo giró su cabeza, mirando su expresión, a lo que ladeó la cabeza, cambiando su aspecto totalmente indiferente por uno vivo y alegre.—¿Por qué estás tan molesto? yo no haré nada, todo lo harán Akina y sus amiguitos.—Dan entrecerró los ojos, y habló con su voz sosegada, con un deje de desagrado.

—Cuando empiezas algo, lo terminas... ¿por eso me pediste que nos uniéramos a ellos?

—Tal vez sí... tal vez no... solo... sé que yo sola no iba a poder.—El semblante de la rubia volvió a cambiar a uno más decaído—No estás sola ¿no prometimos apoyarnos siempre?—La Rubia le sonrió, con total sinceridad.—¡Claro que lo hicimos! pero aún así, no me creo capaz de... eliminar yo misma a mi clan, no soy... Tan fuerte.

Dan dejó ir una risa amarga, la Rubia solo se sorprendió, pensó que el se estaba burlando de ella, a lo que preguntó:—¿Te parece gracioso que yo sea débil...?

—No... De hecho, eres más fuerte que yo.—Dan agachó la cabeza, había pensado mucho tiempo en con quién desahogarse, Y hasta el momento, en la única persona en quien confiaba, era la Rubia tonta junto a el.

Las Crónicas de Akina: Viaje entre dos Mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora