Capitulo 24

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—Reconciliación.

Luego de separarnos y tomar otro camino cada uno, cierta persona se dirigió a la habitación de otra, buscando perdón y consuelo, el pelirosa a paso apresurado llegó hasta el pasillo, estando frente a la puerta, estático, levantó la mano, con duda, recordó un momento las palabras motivadoras de su maestra, y llamó a la puerta con el ceño levemente fruncido, nadie respondió, comenzó a preguntarse si ella lo perdonaría realmente por haberla culpado de la muerte de Angélica, pensamientos negativos llegaban a su mente cual cascada de decepción, y cuando dio un paso atrás, algo lo detuvo.

—Esa puerta no va a abrirse, Ella no está aquí hace días.

—¡¿Alice?!—Dijo sorprendido, verla era extraño, ella nunca se había acercado a Math para algo verdaderamente importante, así que tenerla cerca le daba una sensación de peligro inminente, pero ella realmente no presentaba amenaza alguna.

—¿Y qué? ¿no la buscarás? ¿tan poca motivación tienes? si no la quieres tanto no entiendo por qué estás con ella... está en el infierno blanco, ve a buscarla.—Math se quedó quieto, helado, no supo como reaccionar, tragó saliva y asintió, obedeciendo sin decir mas, Akífene observó el como se iba, con una sonrisa leve y cálida, murmurando para sí misma.—Es lindo ver el cariño que le tienes a alguien...—Su sonrisa se desvaneció, dibujando en su rostro una expresión triste y vacía, alejándose y desapareciendo cual nube de humo en lo profundo del pasillo.

[Infierno blanco]

La llegada fue rápida, claro, todo es mucho mas sencillo cuando viajas solo, Math tenía una mirada pasiva, con el ceño fruncido, los guardias del infierno blanco le permitieron la entrada, a pesar de verlo con desprecio, el rosado ingresó lo mas rápido que pudo y se adentró en el paraíso demoníaco, el castillo negro del infierno blanco, no era igual al caótico escenario en las ruinas del infierno rojo, era un lugar majestuoso, de alguna manera, Math nunca lo había visto, de alguna manera, claro, era obvio que su madre le prohibió acercarse tan solo unos metros al infierno blanco, la puerta de madera en aquel majestuoso palacio, era custodiada por dos guardias, uno mas alto, otro mas fuerte, ellos hablaron con desdén, a decir verdad, a comparación con el rosadito, ellos eran mucho mas fuertes aunque de mal carácter. 

—¿Que hace semejante principito en este agujero de mala muerte?

—¿Agujero de mala muerte? ¿En serio?

—¡Ja!—Rió el guardia mas alto... —¿Cuál es tu nombre?

—Ya lo conocen, pero yo no conozco los suyos.—se miraron las caras, y luego al chico, de arriba, a abajo, arriba, abajo, uno resopló con orgullo—Me llamo... agh... 

fue interrumpido, una dulce y melodiosa voz llamó desde el balcón del palacio, la sirvienta de la madre de Sam, una persona que ciertamente lo ayudaría ahora, pero era bastante fastidiosa y difícil de tratar 

—Oh... Mathy!—Dijo ella, con una amplia sonrisa en sus labios escarlata, bajó con rapidez del balcón, cayendo de pie, frente a el, dando la espalda a sus fuertes guardias.

—Ah... Hola, Shira.

—¿gustas pasar, Querido?—Miró a los guardias de reojo, antes de afirmar asintiendo con su cabeza, la pálida chica, agitó su mano, en un gesto arrogante, ordenando a sus queridos guardianes que se alejaran de la entrada, ella ingresó primero, y Math la siguió, no antes sin darse la vuelta para maldecir a los guardias con una seña.

—¿Que te trae por aquí, tesoro?—Su tono melodioso fue reemplazado por un ruido molesto.

—¿Dónde está Sam?

Las Crónicas de Akina: Viaje entre dos Mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora