Capitulo 26

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—Perdida de Cordura... Parte dos.

Aria y yo, ambas un poco nerviosas, salimos totalmente solas del palacio, Fénix quiso acompañarnos, pero nos negamos rotundamente, La albina me mostró el antiguo camino que Angélica le había narrado a sus subordinados, ella escuchaba cada detalle, con máxima atención, logrando comprender y analizar el sendero marcado en sus recuerdos, Aria esperaba que aquel felino se resguardara aun en dicho bosque, habían pasado... no lo se ¿100 años? desde la ultima vez en que Angélica mencionó su nombre, a pesar de ser la única de conocer tantas cosas como era posible, la mano derecha de una deidad, tenía en la palma de su mano todo el poder del reino celestial, pero cuando Angélica mas la necesitó... la traicionó ¿por amor?, ¿por odio? No, la razón podría ser incluso mas ridícula que esa, Makio traicionó a Angélica por una razón desconocida, nadie podía entender su retorcida mente, solo ella.

—No creo que aquí habite un demonio gato, Aria ¿estás...?

—Sí, ese felino escurridizo tiene que ocultarse aquí, ella... no puede huir del lugar donde tiene todo tipo de comodidades.

—Entonces... ¿por estar cómoda no puedo salir de mi hogar, Obispo?—Nos sobresaltamos al mismo tiempo, de golpe un cabello rosa estaba enredado en las ramas de los árboles, un mechón en específico se enredó en la muñeca de Aria y la levantó, con brusquedad, una risita burlona y maliciosa resonó luego de la frase, y acto seguido, reveló su rostro, sobresaliendo entre lo demás unas filosas pupilas en un orbe rosa intenso y brillante, hipnotizante a la vista, a decir verdad, nos señalaba con superioridad, con una mano en su mejilla, después, dejó de extender su brazo hacia nosotras, enterrando sus uñas en la madera de la rama en la que estaba apoyada, esperando una respuesta, elegante, Imponente.

 ¿por estar cómoda no puedo salir de mi hogar, Obispo?—Nos sobresaltamos al mismo tiempo, de golpe un cabello rosa estaba enredado en las ramas de los árboles, un mechón en específico se enredó en la muñeca de Aria y la levantó, con brusquedad, un...

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jugueteaba con sus uñas en su rostro, su vestimenta estaba acorde a la moda local, sabía camuflarse entre otras criaturas, haciéndose pasar por un simple cambia formas de gato elegante, nunca se desprendió de su misteriosa sonrisa, Aria y yo no supimos como responder, el malicioso gato haló con mas fuerza la cuerda hecha de su propia cabellera, forzando a Aria a mirarla, sonriendo mas y mas, con cada segundo que pasaba.

—Tu saliste de tu celda, Obispo ¿por qué yo no podría? simplemente no me aburre mi preciado hogar, Cariño... no seas tan idiota, odio a las personas sin capacidad de defenderse verbalmente ¿acaso te arrancó la lengua un gato?

—Tu... eres Makio ¿verdad? No eres de Aquí, y no eres un gato tramposo cualquiera.

—Que lista... ¿como te llamas, de donde me conoces, y... por qué el obispo es tu perro faldero?

—Angélica está muerta.—¡Gasp! Su rostro cambió de expresión rápidamente, su sonrisa se desvaneció y su mano se separó unos milímetros de su mejilla, luego volvió a la normalidad, como si no le afectara en lo absoluto la muerte de alguien a quien en algún momento alabó...

—¿Y?

—¿Como puedes ser tan indiferente con la persona que mas confiaba en ti?

—¿Como puedo serlo? Simple y sencillo, No la necesito para sobrevivir, no es energía vital, no es aire fresco, no es un objeto material, no está ni cerca de ser algo lo más mínimamente deseable para mi, nunca fuimos amigas intimas... 

Las Crónicas de Akina: Viaje entre dos Mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora