Capítulo 45

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<NARRA ROSIE>

Después del encontronazo con Duncan en mi apartamento en el cual casi nos acostamos, él se había vuelto un poco más cercano.

Me hacía el desayuno, de vez en cuando me traía flores después de trabajar, y estaba a cada segundo a mi lado.

Por otro lado, mi pierna había mejorado bastante, ya podía andar por mí misma aunque con apoyo de una muleta. Chloe había salido de peligro y la habían subido a la habitación del hospital, había despertado y por suerte, no había secuelas.

— ¿En qué piensas? — preguntó la voz de Duncan sacándome de mis pensamientos. Ambos estábamos en el sofá del salón viendo una película.

— Nada —contesté con una media sonrisa. Colocó su mano en mi rodilla desnuda y empezó a trazar círculos con su pulgar. Mi piel reaccionó erizándose ante su toque, sus manos eran electricidad en mi cuerpo.

— Creo que quiero volver a trabajar .—dije. El frunció el ceño y paró con las caricias.

— ¿Estás segura?

Asentí ante su pregunta.

— Si, ya me quedan pocos ahorros, y me siento un poco inútil sin hacer nada. Luisa trabaja aquí y tú en la empresa, creo que necesito sentirme un poco más útil.

— Rosie, no eres una inútil, has estado enferma y has pasado por todo lo que me has dicho .— dijo él cogiendo una de mi manos. Mis ojos se empezaron a poner llorosos con sus palabras.— Eh, mírame.

Una de sus manos me cogió la mejilla suavemente y traté de mostrarle una sonrisa. Sus ojos se desviaron a mis labios y temblé al sentir lo que se venía.

Estaba harta de fingir que no quería besarlo a cada momento. Estaba harta de esto.

A la mierda.

Me incliné cogiendo su cara ente mis manos y choqué sus labios contra los míos. Sus manos fueron a mi cuerpo sin dudarlo, explorando cada rincón que le permitía el camisón de tirantes que llevaba.

Mis manos acariciaron su cabello, suave con ese olor que lo caracterizaba, menta. Era frenético, mi corazón latía muy fuerte y sentía un millón de nervios en el estómago. Lo amaba, y quería esto con él, necesito este momento.

Su cuerpo empezó a deslizarse hacia atrás, acostándose en el sofá. Me empujó por los muslos hacia él y me puse a horcajadas. Mi piel se erizó cuando noté su pronunciado bulto chocando con mis braguitas. Dios mío, va a doler mucho esto.

Sus manos pasaron a colocarse en mi culo apretándolo contra él a lo que mi boca emitió un leve gemido, Duncan lo tomó como algo positivo.

— ¿Estás segura, Rosie? .— interrumpió nuestro beso a la vez que abríamos los ojos. Sus labios estaban hinchados y rojizos, y sus ojos brillantes destilaban deseo.

— Quiero esto .— susurré.

Duncan soltó una pequeña risa a la vez que se incorporaba conmigo a horcajadas, solté un pequeño gritito al notar el movimiento tan rápido y me agarré a sus hombros. Sus labios chocaron de nuevo y sus manos se aferraron aún más en mi culo, apretándome contra su miembro.

Sentí que se movía y segundos después me tumbó sobre la cama de mi habitación. Abrí los ojos para verlo y vi que estaba quitándose la camiseta. Suspiré al ver que iba a quitarse los pantalones, y acto seguido Duncan quedó simplemente en unos calzoncillos, que sinceramente dejaban poco a la imaginación.

Tremendo hombre.

— Veo demasiada ropa en ti, preciosa .—dijo haciéndome sonreír. Me levanté quedando totalmente pegada a él, con una diferencia de altura considerable claro.

Sus manos engancharon el bajo de mi camisón a la vez que sus ojos no dejaban de mirar los míos. Levanté los brazos para que me lo quitase con más facilidad y, quedé en braguitas ante él.

Sus ojos bajaron a mis labios y sus manos empezaron a acariciar mis pechos suavemente.

— Eres preciosa.

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