—Ey, nena —oí a alguien llamarme y gruñí tapándome la cara con la manta que cubría mi cuerpo.
—No.
—Vamos anda, son las once de la mañana —dijo de nuevo esa voz. Abrí los ojos y me quité la manta. Duncan estaba sin camiseta a mi lado.
—¿No trabajas hoy?
Pregunté con la voz ronca.
—No, decidí tomarme el día libre.
Asentí mientras bostezaba y él rió. Me senté en la cama y él me imitó acercándose a mi. Besó mi frente y sonreí encantada.
—Esta noche habrá una gala benéfica en la empresa de un amigo de mi padre. ¿Vendrás?
—Claro —sonreí.
—Perfecto, nena —dijo besando mi mejilla. Amaba sus besos delicados y pasionales.
—¿Irán elegantes?
—Sí, ya sabes, irán muchos empresarios y gente rica.
—Claro —susurré mirando mis manos.
—¿Qué pasa?
—Nada, sólo... no sé, no pego allí mucho.
—Vas conmigo y si vas conmigo, si pegas, y aunque fuera que no, eres mía e irías.
Eres mía.
Me sonrojé ante sus palabras y lo abracé cayendo encima de él.
Él miró mis labios y me mordí inconscientemente el labio inferior. Sus labios chocaron con los míos y sus manos fueron a mi trasero. Abrí los ojos de golpe sorprendida y fui cerrándolos poco a poco. Gemí al sentir un apretón y abrí la boca dando permiso para que su lengua se abriese paso en mi boca. Sabía besar muy bien. Él besar a Duncan había echo que me sintiese viva y plena. Sintiendo cosas que ni por mi ex pareja sentí. Sus labios eran una mezcla de algodón y fresas. Eran suaves y blandos. Y concordaban con los míos bastante bien. Nos separamos de golpe y respiré profundamente tomando aire. Había sido intenso y... caliente. Abrí mis ojos y vi que me miraba con los suyos entrecerrados. Su bulto era notable en sus pantalones de pijama y la luz que se colaba por las rendijas de la ventana era suficiente para ver su pecho subiendo de arriba a abajo suavemente.
—Dios —susurré.
—Sí, dios.
Él acarició mis piernas desnudas, las cuáles estaban a los lados de su cadera y miró mis braguitas de algodón, qué sobresalían por mis shorts cortos de pijama. Mi pijama era un short corto y una camiseta corta ancha.
—Lo siento, no puedo aguantar más —dijo y de golpe estampó sus labios con los míos otra vez. Una onda de calor me recorrió el cuerpo y me agarré a su cuello acercándolo. Sus manos fueron a mi cintura y suspiró por su nariz. Introduje mi lengua en su cavidad bucal y él me mordió suavemente el labio inferior. Una de sus manos metió su mano en mis braguitas y me tensé.
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Maltratada
Storie d'amoreRosie Scott es una mujer de 23 años, la cuál se muda de la casa de sus padres. Ella puede con todo y contra todo. Menos con Larry, su novio desde hace 5 años. Ella sufre constante maltrato tanto psicológico cómo físico por parte de Larry. Duncan Ha...