Capítulo 37

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Me levanté tambaleándome un poco con las muletas, y me mantuve unos segundos para estabilizarme. Empecé a "andar" con las muletas al baño, odiaba mi casa en estos momentos.

Entré primero a mi habitación a coger el pijama que iba a ponerme, la ropa interior, y todo lo que necesitaba.

Necesito otra mano, las dos que tengo no me son suficientes. Cogí la ropa que necesitaba y me la puse en el hombro. No sé ni como, llegué al baño y dejé la ropa encima de un armarito para no mojarla mientras me duchaba.

Me senté en el inodoro y me quité la camiseta tirándola al suelo.

Mierda, necesitaba una bolsa de plástico para la pierna. Me puse de nuevo en pie con las muletas y giré para salir del baño.

Lo que no contaba es que mi pie sano iba a fallar en el último momento.

-Mierda, maldita sea -gruñí al caer de bruces contra el suelo.

Mi pierna, ahora si que me la iban a amputar.

-¡Que dolor! -grité con la frente pegada al suelo.

No podía levantarme, no tenía nada para hacerlo y mi pierna dolía muchísimo. Un cúmulo de emociones empezó a llenarme el pecho, las lágrimas aparecieron en mis ojos haciéndome ver borroso, y el bajón estaba llegando.

No podía hacer nada por mí misma, todo me tenía que ayudar alguien. Era irritante esto. No quería depender de nadie, y la maldita pierna me estaba haciendo depender de todas las personas que me rodeaban. Yo no quería ser una carga para nadie.

-¿Rosie? -oí la voz de Duncan a los minutos y lo agradecí eternamente. Lo que no me explicaba es como había ido tan rápido.

-Estoy aquí -dije lo más alto que me permitía el nudo de la garganta.

-¿Que...? ¿Rosie, que has hecho? -preguntó mientras me cogía en brazos. Me agarré a sus hombros mientras me levantaba.

-Necesitaba ducharme, y Luisa no viene.

-Yo puedo ayudarte, ¿por qué no me has dicho nada?

-No es lo mismo, Duncan -susurré aún agarrada.

-¿Eres consciente de que te podías haber matado? Vas siempre con la silla de ruedas, Rosie, no puedes coger las muletas así porque si para hacer lo que te plazca. No piensas en nada, ¿o qué? Te podías haber roto algo, incluso darte en un mal sitio.

Asentí sin mirarlo porque si lo hacía, rompería a llorar. Estaba enfadado, y lo entendía. Yo debería haberlo avisado para que me ayudase, pero ¿cómo se le dice al hombre que amas que te duche?

Porque yo no lo sé.

-Es que no te entiendo, Rosie, has esperado a que me fuese para hacerlo. ¿Pensabas que iba a darte tiempo? No sé en que piensas cuando te arriesgas de esta manera, eres una insco-

-¡Vale ya, Duncan! -exclamé mirándolo con los ojos llenos de lagrimas, una de estas resbaló por mi mejilla. Sus ojos viajaron hacia la lágrima que resbalaba por mi mejilla y suspiró, -Lo he hecho mal, lo sé, debería haberte avisado, o haber avisado a alguien, lo sé. Pero necesitaba bañarme y no quería ser una carga para ti, no tienes porque aguantar esto, no soy nadie. Ahora... ¿puedes, por favor, ayudarme a bañarme? Y no mires.

Él asintió sin decir nada más y suspiré tratando de no llorar. Me dejó sentada en el inodoro a la vez que él llenaba la bañera de agua caliente para que metiese los pies mientras estaba sentada ahí. Mientras la bañera se llenaba, se acercó a mi.

-Voy a quitarte los pantalones -avisó, y asentí.

Maltratada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora