Una semana después.
—¿Rosie, puedes venir un momento? —preguntó Luisa desde la cocina. Me levanté del sofá despacio y caminé a la cocina. Mis heridas y hematomas habían mejorado notablemente. Y la verdad que ya me sentía mucho mejor.
—Dime.
—Necesito que lleves estos pasteles al frigorífico.
Me dio dos cajas que contenían pastel y abrí el frigorífico con mi mano sobrante. Metí poco a poco las cajas y lo cerré.
—¿Cuando vendrá Duncan? —pregunté impaciente. Hoy era el cumpleaños de Duncan y había una pequeña fiesta en su casa. Con sus amigos y familiares. Eran las 5 pm y todos venían a las 6 pm. Duncan vendría sobre las 6:30 pm y sería todo perfecto.
—A las 6, cielo. Ve a ponerte hermosa, corre —dijo. Subí escaleras arriba y me metí al baño. Me di una pequeña ducha y salí con cuidado. Me envolví en una toalla y caminé a la habitación. Entonces recordé que no tenía ropa.
—¡Luisa ven, por favor! — grité. Vi a la señora subir alarmada y sonreí nerviosa.— No tengo ropa.
—Oh, cielos. Es verdad cariño, espera un momento —me metí a la habitación mientras Luisa iba a otra. Me senté en la cama suspirando y vi que entró de nuevo con tres cajas pequeñas en sus manos. Las dejó sobre la cama y me miró.
—¿Qué es?
—Vestidos, será una fiesta formal y elegante, ya sabes cómo son estos ricos. Así que deberás ponerte hermosa. Pruébatelos y los vemos.
—Perfecto.
Me desnudé y me puse la ropa interior. Abrí la primera caja y sonreí. Su color era rojo. Era corto y muy sencillo. Me agradaba pero al tener la espalda descubierta, dejaba mucho que ver y eso no me gustaba.
—Este no me gusta por la espalda —dije antes de probármelo. Luisa asintió y abrí la siguiente caja. Era un vestido blanco cómo de cancán. Me lo probé y me miré al espejo. No me terminaba de gustar.
—No me gustaba —habló Luisa y asentí concordando con ella. Abrí la siguiente caja y lo saqué. Este era largo y de un color turquesa. Me lo probé y me miré al espejo. Me quedaba genial.
—¡Ese! ¡Un momento! —gritó Luisa corriendo fuera del cuarto. Reí y sonreí mirándome. Luisa trajo unos tacones beige de tacón fino muy delicados. Me los puse y sonreí.
—Me encanta. ¡Gracias Luisa!
La abracé y ella sonrió.
—Aún no he terminado, pequeña. Siéntate en la cama —ordenó y la obedecí. Trajo un maletín y lo abrió. Todo era maquillaje así que supuse que me maquillaría.
Tras quince minutos de intensos toques en mi cara, me quedó un maquillaje sencillo y perfecto. Me había echo una coleta alta en el cabello y quedaba genial.
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Maltratada
RomanceRosie Scott es una mujer de 23 años, la cuál se muda de la casa de sus padres. Ella puede con todo y contra todo. Menos con Larry, su novio desde hace 5 años. Ella sufre constante maltrato tanto psicológico cómo físico por parte de Larry. Duncan Ha...