Capítulo 41

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Después de visitar a Delia y estar con ella, decidimos llevarla a casa hasta que mi hermana Chloe se recuperase. Rezaba porque estuviese sana lo antes posible. Aunque mi cabeza no se perdonaría si pasara algo peor...

No quiero ni imaginarlo.

— ¿Vas a ir a la casa de tu hermana?

Duncan me sacó de mi ensoñamiento. Lo miré, él sostenía a la pequeña Delia que dormía plácidamente en sus brazos.

— Debería ir a coger alguna cosa de la bebé, aunque también debo contactar con su padre.

El padre de Delia, Steven, se separó de mi hermana a los pocos meses de nacer la bebé, pero siempre ha cumplido su función cómo padre.

Así que mientras Duncan llamaba al ascensor del hospital, yo busqué entre mis contactos el teléfono de Steven. Es el típico contacto de emergencia que casi nunca utilizas.
Marqué para llamar, sonó tres tonos y contestó.

— ¿Diga?

— Steven, soy Rosie, la hermana de Choe.

— ¡Ah si, cuanto tiempo, mujer! Dime que necesitas.

— Chloe ha tenido un accidente grave junto con Delia. Te llamaba para saber si te podías hacer cargo de Delia durante el tiempo que Chloe esté hospitalizada.

Hubo un pequeño silencio.

— Pero... ¿Está bien Chloe?

— Está grave, tiene un traumatismo craneoencefálico grave, y algunos órganos dañados. Le atropello un coche y está bastante mal. Delia está bien.

— Madre mía... me quedaré con mi hija hasta que Cloé se recupere, me parte el alma conocer esta noticia.

— Nosotros estamos rotos, te mando la dirección en la que recoger a la niña. Muchas gracias. Nos vemos ahora.

— Okey, hasta ahora.

Colgué y justo bajamos del ascensor para salir al parking del hospital. Me metí al auto y Duncan me pasó a la niña.

— Vamos a mi casa, su papá vendrá a por ella ahora.

— Perfecto guapa.

Delia durmió plácidamente entre mis brazos todo el trayecto, después del susto que debió llevarse la pobre estaría agotada.

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El timbre del apartamento sonó a la hora de llegar a casa. Steven había llegado. Ese canadiense de casi metro ochenta, rubio de ojos azules, apareció en mi puerta con su vestimenta habitual, el uniforme de cocinero.

Y sí, Steven enamoró a mi hermana por el estómago, cocinaba como los ángeles.

— Hola Rosie, que mala sensación reencontrarse en una situación como esta.

Yo lo miré con una sonrisa a medio lado y le hice un amago para que pasase.

— Si que lo es, pero bueno, trataremos de llevar todo lo mejor posible.

Él asintió y se sentó en el sofá junto a Delia, que dormía entre varias almohadas.

— Yo quisiera ver a Chloe si puedo...

— ¡Claro que si! Seguro le hará bien.

Sus ojos se iluminaron ante mi respuesta, en el fondo ambos se amaban, pero la maternidad primeriza no la llevaron muy bien.

Steven y mi hermana Chloe se conocían desde los 15 años. Y estuvieron juntos hasta los 22, que nació Delia, y ahora ella tenía 1 año y medio. Ocho años de una relación verdaderamente envidiable, sana y muy respetada.

— Genial, pues me voy a ir llevando a la pequeña que es tarde, y en estos días que pueda iré a visitar a Chloe.

Yo asentí ante las palabras de Steven y cogió a su hija en brazos. Nos despedimos con la mano y salió del apartamento.

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