—Buenos días. Me llamo Jeremy Broten, ¿usted es Rosie Scott?
Un hombre treintañero de cabello rubio y ojos marrones, con un cuerpo fornido, se mostró ante mi.
—Buenos días. Sí, soy yo. ¿Viene por la cita con el señor Hamilton, verdad?
—Claro.
Miré la hora y eran las 10:04 am. Había llegado un pelín tarde.
—Déjeme avisarle —dije con una sonrisa. Cogí el teléfono de la oficina y marqué el código para llamar a Duncan.
—Dime Rosie.
Habló contestando.
—El señor Broten esta aquí, ¿le digo que pase?
—Si —contestó y asentí colgando. Había sido raro.
—Pase, por favor.
Jeremy asintió y caminó hasta la puerta que ponía Duncan Hamilton en una chapa pegada a la puerta. Miré de nuevo mi ordenador y seguí corrigiendo el texto que me habían mandado. Casi se me saltan las lágrimas en el capítulo anterior. Trataba de relatos y pensamientos de mujeres maltratadas. Eran relatos basados en hechos reales. Y Dios mío, esto si que eran barbaridades. Una mujer de 30 relataba que su maltratador, o también ex marido, la manchaba de estiércol después de golpearla y la dejaba en el balcón desnuda y encerrada. ¡También habían relatos de mujeres muertas escritos por gente viva! Cómo el de una chica de 20 años, la cuál murió porque su novio la bañó en ácido.
Era escalofriante.
—Muchas gracias, Duncan.
Oí decir a Jeremy. Miré a la puerta de mi jefe y vi que estaban estrechando sus manos. Seguramente sacaría el libro a la venta.
—A usted, Jeremy.
El señor Bronte se fue y acto seguido, mi jefe volvió a su oficina.
(...)
6:01 pm.
Menos mal que hoy no llovía y podía irme a casa tranquilamente. Debía estar a las 6:10 pm obligatoriamente. Salí de la empresa corriendo y miré a la carretera. Un taxi pasó y levanté la mano gritando para que parase.
—¿No quieres que te lleve?
Una voz me sobresaltó a mi lado y vi que era Duncan.
—No, lo siento. Adiós —dije mientras me subía al taxi que había parado.
—C/ Buber Hill. Edificio Nelva, 2.
Hablé dándole las indicaciones. El taxista asintió y prendió rumbo a mi casa. En cinco minutos llegó y le pagué. Salí del taxi abrumada por el tiempo y corrí dentro del edificio. Llamé al ascensor y miré la hora, 6:08 pm.
¡MALDITO TIEMPO!
El ascensor se abrió y subí rápidamente. Marqué el piso 20 y en dos minutos se puso enfrente de mi puerta. Abrí corriendo y entré esperando una golpiza.
—Ya estoy, amor.
Nadie contestó.
La puerta se abrió detrás de mi y vi que Larry había venido con sus amigos.
—Pon unas cinco cervezas, Rosie.
Habló Larry sin decirme ni un hola.
—Voy.
Susurré. Sus amigos se sentaron en MI sofá y empezaron a hacer bromas de humor negro. Larry era cómo el "jefe" del grupo, luego le seguía Vincent, después John y por último Dexter. Dexter era el único que se dignaba a saludarme cuando venía, y por bajini. Todos ellos sabían que Larry me golpeaba y el único que me ayudaba era Dexter, intentando distraer siempre a Larry.
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Maltratada
RomanceRosie Scott es una mujer de 23 años, la cuál se muda de la casa de sus padres. Ella puede con todo y contra todo. Menos con Larry, su novio desde hace 5 años. Ella sufre constante maltrato tanto psicológico cómo físico por parte de Larry. Duncan Ha...