Capítulo 20

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—En vista a las pruebas ya presentes y el patrimonio de ambos, y el de los testigos, se ha declarado la sentencia durante este período de espera. Declaro a Larry Field culpable de las acusaciones de la señorita Rosie Scott y le condeno a 40 años de carcel sin fianza.

Sonreí con lágrimas de felicidad y empecé a oír los reclamos y amenazas de Larry a su abogado.

—Gracias Donald, gracias —le dije abrazándolo.

—El mérito es todo tuyo, Rosie, sé feliz —sonrió cogiendo su maletín. Miré a Larry él cual peleaba con dos policías por soltarse. Salí de la sala del juicio y vi a Duncan en una silla sentado. Se levantó en cuanto me vio y corrí a sus brazos.

Lo abracé sonriendo entre lágrimas y él empezó a dar vueltas conmigo en brazos.

—Hemos ganado —sonreí.

—Has ganado tú, pequeña.

Lo amaba.

Amaba todo de él.

—Te amo —susurré besándolo delante del abogado y de todo el mundo que esperaba en aquella sala. No me daba miedo besarlo. No me daba miedo nada de él.

Porque gracias a él había conseguido mi libertad.

(...)

Duncan había decidido tomarnos unas pequeñas vacaciones solos y fuera de la ciudad.

Había planeado un viaje de una semana a las islas Bora Bora, era simplemente hermoso.

—¿Qué dirán tus padres?

—Amor, me da igual, tenemos que celebrar que ese hijo de puta estará entre rejas. Jamás volverá a hacerte daño.

Mi mente no decía lo mismo. Larry era inteligente y tenía muchos contactos. Para él, estar en la cárcel era un regalo.

—Si, tienes razón.

—El taxi está abajo, ¿puedes bajar tu maleta mientras termino de empacar la mía?

—Claro —sonreí. Me terminé de poner mis tacones y cogí la maleta. El taxi estaba en la acera del frente esperando mientras nosotros bajábamos. El avión salía en 4 horas y aún estábamos aquí.

—Buenos días —dije cruzando la calle mirando a los lados.

—Buen día, señora.

El taxista cogió mi maleta y abrió el maletero metiendo la maleta dentro.

—Mi novio bajará ahora con su maleta.

—Espere dentro si lo desea.

Asentí dirigiéndome a la puerta derecha del taxi y entré. Me puse el cinturón y mientras bajaba Duncan revisé algunas notificaciones de Instagram.

De golpe, un coche frenó muy cerca y oí un grito.

Levanté la mirada de golpe y miré a la puerta donde debía salir Duncan. Duncan, mi chico, mi novio, mi todo.

Duncan estaba en el suelo tirado mientras de su cabeza salía sangre. Salí corriendo del coche y miré el auto causante, el cual estaba huyendo del lugar.

—Duncan —susurré nerviosa. Su cuerpo estaba en el suelo sangrando y sus ojos estaban cerrados.

—¡Llamen a un maldito médico! —grité agobiada. El taxista empezó a llamar a una ambulancia, seguido de las personas que pasaban por allí.

Esto no podía estar pasando.

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