Capítulo 7

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Sentí mi móvil vibrar en mi pantalón y lo miré. Era un WhatsApp de Larry.

Amor❤️: Quiero que vengas a tu casa ya.

Miré el mensaje mientras mi respiración se aceleraba y miraba a Duncan. Él me miraba confuso mientras apoyaba su espalda en la pared del ascensor.

—Debo irme, Duncan. No puedo trabajar hoy...

—¿Por qué? —preguntó.

—Yo... yo...

Empecé tartamudeando sin saber que decir. Mi teléfono empezó a sonar de golpe y lo cogí. La cobertura era muy mala.

—¿Hola?

Hablé con miedo.

—No has contestado al mensaje.

—Lo siento, amor. Me quedé encerrada en el ascensor.

—¡No te creo! ¡Cómo no estés en casa en 2 minutos, vas a enterarte!

—Larry, por favor...—comenzaba a faltarme el aire.

—Tu te ganas los golpes, Rosie. Tú y tus mentiras. Apuesto a que estás con un maldito hombre cómo la puta que eres.

Miré a Duncan, él cuál tenía una mirada muy cabreada.

—Larry, no puedo ir.

—Voy a matar a Chloe y su puto bebé cómo no vengas, y sabes que soy capaz, puta.

—Larry...— susurré.

—Te doy hasta las y media —y colgó.

Miré la hora y suspiré. 9:20 am.

Maldita sea.

—Tengo que irme. ¡Tengo que irme, maldita sea!

Grité golpeando las paredes del ascensor. Mataría a Chloe y su bebé.

—¿Era él?

Preguntó Duncan y lo miré.

—Necesito ir.

Susurré. El ascensor se movió bruscamente haciendo que su pecho chocase con el mío y empezó a moverse.

—Ya funciona.

Susurró. Asentí apartándome y marqué el piso 1.

—Siento esto, Duncan —dije. Él negó y salí corriendo a la calle cuando las puertas del ascensor se abrieron.

(...)

—Larry, estoy aquí.

Hablé cuando entré a casa. Estaba en el sofá, borracho con dos botellas de vodka a su lado. Fumaba un cigarro y habían restos de ceniza en el suelo.

—¿Dónde estabas? —su voz sonaba ahogada y fría.

—Debería estar trabajando.

—Ven.

Me acerqué lentamente y puso sus manos en mi cintura. Sus ojos estaban cristalizados y tenía los ojos rojos. Era una señal de que había ingerido droga, de nuevo.

—¿Estás bien, amor? —tragué saliva nerviosa. Sus manos acariciaban mi cintura encima de los jeans.

—Lo siento.

Susurró apoyando su cabeza en mi estómago y supe a que se estaba refiriendo.

—Fue tu culpa —lo enfrenté. El aborto de mi bebé fue culpa de sus golpes. Yo pretendía irme lejos de él pero el mismo día que iba a hacerlo, me hizo abortar.

Maltratada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora