Capítulo 2

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Cuando Chloe se fue, empecé a sacar todo lo que había en las cajas. Más que nada, era ropa, marcos de fotos, objetos decorativos y cosas así. A pesar de tener malos recuerdos de mi antigua casa, habían cosas que no quería perder. Decidí llamar antes de ordenar a la Empresa Hamilton, para preguntar si buscaban gente o algo. Busqué su número por Google y marqué desde mi móvil. Al segundo tono, me contestó una mujer.

—Hamilton Enterprises NEH. ¿En qué podemos ayudarle?

—Buenos días. Me llamo Rosie Scott, quería saber si había un puesto vacante para presentar mi currículum.

—Señorita Scott, actualmente estamos buscando nuevos editores para trabajar en esta gran empresa. Pásese hoy en la tarde o mañana por la mañana y pregunte por Duncan Hamilton. Él es el jefe y por tanto, quien le hará la entrevista.

—Oh vale. Muchas gracias, señora.

La mujer colgó sin responder y dejé el móvil en la mesa del salón. Empecé a desempacar la caja de ropa y cogí todo lo que realmente iba a utilizar para invierno. Metí todo lo de invierno al armario de mi habitación y lo de verano lo dejé en la caja. Cada cosa lo puse en el lugar que más pegaba. Los marcos de fotos los puse en el recibidor, ya que había como una pequeña estantería muy original.

Cuando terminé, dejé las cajas vacías en un rincón para tirarlas luego a la basura. Miré la hora y vi que Larry estaba a punto de venir. Corrí a la cocina y empecé a echar los macarrones que había traído al agua caliente.

Larry amaba los macarrones.

Oí el timbre de casa sonar y fui a abrir. Larry apareció con su mochila y una cara de cabreado.

—Hola amor —dije acercándome a darle un beso. Él me dio un beso en los labios cortamente y entró empujándome.

—¿Has echo la comida?

—Esta terminándose ya.

Hablé yendo a la cocina. Puse el fuego más rápido y Larry me miró desde la puerta de la pequeña cocina.

—Eres demasiado lenta, Rosie. Luego te quejas cuando te castigo, tú te lo ganas solita.

Dijo y supe que hoy me iba a golpear. Sus manos cogieron mi pelo castaño y mi cabeza rebotó contra el suelo. Gemí de dolor al sentir mi nariz pegarse de manera violenta al suelo y él me dio la vuelta quedando boca arriba. Sus manos levantaron mi cabeza estirando mi cabello y lo miré con odio. Lo odiaba con toda mi alma.

—Todo esto es tu culpa.

Susurró en mi cara con rabia. Su mano derecha fue directa a mi pómulo haciéndome caer al suelo. Me llevé la mano ahí y apreté los dientes. No iba a llorar por este mal nacido.

—Voy a ducharme y cuando salga quiero todo listo —dijo levantándose del suelo y caminando al baño. Me levanté cómo pude y miré su comida. Me daban ganas de metérsela por el culo.

Los macarrones terminaron de hacerse y se los serví en un plato hondo, cómo a él le gustaba. Le eché tomate frito por encima y queso rallado. Puse el plato en la mesa que había en la cocina y al lado los cubiertos. Abrí el frigorífico medio vacío y saqué la botella grande de agua. La puse al lado del plato y salí de la cocina.

Larry venía con un pantalón de pijama y una camiseta a juego. Me miró y sin decir nada se fue a la cocina. Fui al baño directa y me miré en el espejo. Daba pena, muchísima pena. Mi cuerpo consistía en maquillaje y hematomas. Seguía aguantando todo lo que podía a pesar de todo lo que ese monstruo me había echo. Pero sinceramente, Chloe y Delia valían esto y mucho más. Larry, era un vendedor de drogas, él cuál no le temblaría el pulso para matar a mi hermana y mi sobrina.

Maltratada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora