Capítulo 29

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Esa maldita vieja me iba a oír al final.

No solo alejaba al amor de mi vida de mí, sino que encima iba inventando cosas sin sentido.

Iba a escucharme y me daba igual quedar mal ante cualquier persona.

Estaba cansada de ella, y de sus manipulaciones.

Crucé la calle que llegaba a mi casa pero un ruido fuerte sonó a mi lado y de pronto, todo se volvió negro.

(...)

—Estará dos días aquí, pero volverá a casa —oí una voces suaves y gruñí.

Me dolía todo el cuerpo y sentía mi garganta más seca que nunca.

—Rosie, hola —mis ojos se abrieron lentamente ante la luz y vi a un doctor frente a mi. A mi derecha se encontraba Luisa envuelta en un mar de lágrimas.

—Hola —susurré casi sin voz. El doctor me acercó un vaso de agua y me ayudó a beber con cuidado.

—¿Cómo te encuentras?

—Me duele todo —suspiré viendo mi pierna escayolada, y dos vías saliendo de mis brazos.

—Es normal. Voy a informarte de tu diagnóstico y causa, tuviste un accidente de auto, uno te arrolló en un paso de peatones. ¿Lo recuerdas?

Negué.

—Fue hace 6 días.

¿Había dormido 6 días?

—Estuviste inconsciente 6 días, tu pierna sufrió un grave golpe ya que tuviste una fractura de tibia pero leve. Por otro lado, has tenido un aborto, el golpe fue fuerte y no hemos podido salvar a tu bebé. Lo sentimos mucho, Rosie. Por lo demás todo son rasguños y moratones.

—¿Qué? Yo no estaba embarazada...

—Quizás no lo sabías pero... en fin.

El doctor se fue sin decir más y miré a Luisa.

—Luisa, ¿qué pasó?

—Cariño, lo siento tanto —sollozó. Se acercó a mi y mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.

—Fue Larry, estoy segura.

—Olvídate de eso, ahora toca descansar y recuperarte, Rosie. Se que es duro pero cariño, eres una mujer fuerte que podrás con esto.

Asentí sin decir mucho más y me abrazó suavemente.

—Justin y Sophia han venido a verte.

La miré y suspiré.

—Pueden pasar, si quieren.

Ella asintió y salió de la habitación.

Unos minutos después, los hermanos Hamilton entraron por la puerta.

—Bonita, ¿qué pasó?

Justin fue el primero en hablar acercándose a mi lado.

—Hola Justin, hola Sophi —sonreí a ambos.

—¿Cómo estás? Nos hemos enterado de eso —susurró Sophia jugando con sus manos.

—No estoy triste por ello, no sabía de su existencia y en parte, no era el mejor momento. Pero por otro lado, estoy triste porque una personita sin culpa ha tenido que morir por un accidente causado por uno hijo de puta.

—Duncan está arrepentido de lo que te dijo —dijo Justin.

—Sé que fue por tu madre, pero simplemente, me dolió que me dijese todo eso cuando es mentira, me dolió porque él para mí sigue siendo todo.

—Lo sabemos.

—¿Le habéis dicho algo? —pregunté temerosa.

—Ha encontrado una foto vuestra en su antiguo móvil y está pensando, dice que le vienen recuerdos vagos de ti pero que está confuso con todo. Quiere disculparse por lo que te dijo, dice que no se siente bien.

—Entiendo.

—Está fuera, Rosie —dijo Sophia.

La miré mordiéndome el labio inferior y suspiré.

—Tengo miedo —susurré con la voz quebrada.

—Tranquila ¿si? Me voy a quedar aquí con vosotros, si quieres que entre, él realmente está arrepentido por lo que te dijo. Cuando se enteró del accidente, se puso furioso y estuvo como dos días sin hablar con nadie.

—De acuerdo.

Justin me sonrió y Sophia salió de la habitación.

—Ayúdame a sentarme mejor —le pedí a Justin. Él cogió el mando de la camilla y le pulsó para que mi espalda se moviese.

—Hola —Duncan entró en la habitación unos minutos después. Su rostro lucía cansado pero despierto a la vez.

—Hola Duncan —susurré mirándolo. Vestía con unos pantalones deportivos, una camiseta básica negra y sus deportivas de NIKE.

—¿Cómo estás?

Una sonrisa nerviosa apareció en su rostro.

—Todo lo bien que se puede estar con una pierna medio mal, y bueno, dolores en todos sitios.

Quise omitir lo del aborto, ya que eso solo le causaría más confusión.

—Quería disculparme, Rosie, mi comportamiento fue horrible contigo en la empresa. Te juzgué sin conocerte ni conocer la verdad. Así que lo siento muchísimo, nunca quise hacerte daño.

—Estás perdonado, Duncan —sonreí a malas penas. Él soltó un suspiró de alivio y me sonrió.

Era tan guapo.

—¿Cuanto tiempo tienes que estar con la pierna así?

—El doctor no me ha dicho nada pero supongo que un mes mínimo —dije haciendo una mueca incómoda.

Maltratada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora