Capítulo 30

4.6K 205 8
                                    

Abrí la puerta de casa y Luisa empujó la silla de ruedas. Me ayudó a sentarme en el sofá y prendió la televisión.

—¿Estás bien ahí?

—Si, Luisa, muchísimas gracias —ella sonrió y fue a la cocina. Mi pierna dolía pero el doctor me había dicho que serían solo un par de semanas y quizás alguna más de rehabilitación.

—Duncan vino ayer a la habitación del hospital —dije mientras ella volvía de la cocina con un vaso de leche.

—¿Y qué te dijo?

—Se disculpó por lo de la editorial —ella puso una cara de confusión. Oh, es verdad, ella no lo sabe.

—¿Qué pasó?

—La mamá de Duncan le dijo a él que yo estuve con Justin y lo engañé sacándole el dinero a su familia. Duncan, cómo es obvio que no recuerda, le creyó y vino a despedirme diciéndome de todo. Justin intervino pero ya era tarde. Ayer vino al hospital y se disculpó por ello.

—Esa mujer solo quiere dañar a su hijo, es una bruja. Aunque Duncan no es tonto, sabe perfectamente que es mentira y que te conoce de algo, y estoy segura que se esforzará por saberlo.

—Lo cierto es que, el día anterior al accidente, me preguntó que si nos conocíamos, había visto una foto nuestra y quería que yo se lo dijese —sonreí vagamente.

—¿Y qué le dijiste?

—Yo no era la adecuada para decírselo.

—¿Como que no? ¡Pues claro que lo eres, cariño! Deberías decírselo.

—El médico dijo que debía recordar solo, nada de presiones —dije negando. Me negaba a presionarle solo para que me recordase y todo volviese a igual que antes. Quería que tuviese su tiempo para procesar los recuerdos, él y su cerebro necesitaban trabajar sin presión.

—Te entiendo, cielo, tienes razón.

Asentí sin más y me puse a mirar Instagram en el móvil.

Una llamada entrante de un número privado me sobresaltó. No sabía si cogerlo o no, mi cabeza decía que no.

Lo cogí.

—¿Si?

Hubo silencio durante demasiados segundos.

—¿H-Hay alguien?

Iba a colgar ante el segundo silencio pero hablaron.

Rosie, Rosie... Hay que llevar más cuidado al cruzar la calle.

Una voz de hombre sonó a través del móvil, él había sido el causante de mi accidente.

—¿Quién eres?

—¿Ya te has olvidado de mí, pequeña zorra?

Larry. Estaba casi segura. Era él.

—¿L-Larry?

Mi voz salió muy, muy temblorosa.

—Ten cuidado la próxima vez que salgas de casa, linda.

La línea se cortó y miré el móvil.

Era él seguro.

Me quería matar.

—¿Quién era? —habló Luisa.

—Larry —susurré casi sin voz.

Maltratada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora