Capítulo 21

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Beomgyu

Abrí mis ojos confundido y me sorprendí con el cambio de paisaje. No sé si es de día o de noche, ya que el cielo oscila entre celestes y azules que combinan armónicamente con el hermoso prado de flores plateadas y brillantes que me rodean. Nunca vi nada similar y conozco a la perfección cada parte de mi manada y sus alrededores. Me siento en un mundo diferente y la mujer parada frente a mí confirma la descabellada teoría.

-¿Ya morí?

La pregunta salió sin darme cuenta y ella se rio de una manera tan dulce como divina. Se ve como un ángel, albina de pies a cabeza, con vestido a juego, largo hasta el suelo.

-Ven conmigo, tenemos mucho de qué hablar.

Mi lado racional no suele confiar extraños, pero hay algo en esa voz cálida que me inspiraba a tomar su suave mano y dejarme guiar sin ningún cuestionamiento. En silencio avanzamos, no dejo de pensar en el entorno y más cuando las flores aumentan su brillo al contactar con la extraña, liberando un embriagante aroma.

-Hijo, siéntate.

Tan metido estaba en mi ensoñación que ni noté el pequeño picnic que nos esperaba. Obedecí y mantuve la calma por unos segundos, y una vez ya relajado me dispuse a hablar.

-No quiero ser maleducado, pero, ¿quién eres? ¿Dónde estoy?

Lejos de sorprenderse se colocó a mi lado y me pasó un plato con galletitas.

-Sabes quién soy. Y en cuanto a dónde, estás en mi hogar. Estás a salvo aquí, así que disfruta y ya luego podremos hablar, el tiempo corre a nuestro favor.

-¿Después?

Repetí con la cabeza gacha centrado y ella se acercó hasta rodearme por los hombros con uno de sus brazos.

-No sabes lo feliz que estoy de conocerte al fin-con su mano libre depositó algo en mi cabeza-. Luces hermoso, tal como siempre supe que serías.

Con cuidado me separé lo suficiente para tomar el objeto entre mis manos, una hermosa corona formada por las dichosas flores. Entonces algo hizo clic en mi cabeza. Inmediatamente destrocé el obsequio y me puse de pie mirándola con todo el odio acumulado con el paso de los años. Verla sin inmutarse y manteniendo esa actitud que seguía cautivando a mi lobo, provocaba que no quisiera gritarle.

-¿Hijo? ¿Soy como esperaba? ¿Está feliz de verme?

-¿Cómo siempre supiste? -dejé de callarme -¿Finalmente pude conformarte, madre?

La encaré con un tono tajante e ignoré la culpa en mi pecho al ver la tristeza y dolor reflejados en sus ojos. No es justo que sea yo quien sufra conteniendo las ganas de disculparme, arrodillarme y abrazarla hasta devolverle esa preciosa sonrisa. Mi lobo llora, pero no retrocederé.

-Yo te amo, siempre quise que fueras feliz.

Lo dijo con melancolía y, al contrario de lo esperado, aumentó mi ira.

-¿Acaso creíste que así sería feliz? ¡Te recuerdo todo lo que he tenido que vivir! Pero felicidades, madre - escupí la última palabra -. Ya todo fue de acuerdo a tu glorioso plan, ¿no es verdad? Estoy muerto, aquí. Tal como siempre quisiste.

-Beom...

-¿Por qué? ¿Por qué estoy aquí ahora? Me quitaste todo lo que amaba, una y otra vez, sin piedad alguna...

Por la impotencia del momento mis ojos se llenaron de lágrimas. Estoy confundido, perdido, no tengo idea de qué se supone que tenga que hacer para callar el sufrimiento de mi alma. Quiero correr y gritar hasta desgarrar cada célula de mi cuerpo como antes en el bosque y a su vez comprendo que eso de nada sirvió. Así que continúo mirándola y rogando por una respuesta que justifique los acontecimientos. En cambio, ella habló, y su voz se quebraba al igual que la mía.

Rechazo(Yeongyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora