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Esa mañana los brazos del Alfa le tocaban de manera diferente, todo era completamente nuevo, Jungkook nunca antes se había sentido tan deseado en la forma con adoración en que era contemplado, incluso aunque apenas las pequeña luces del alba se ha...

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Esa mañana los brazos del Alfa le tocaban de manera diferente, todo era completamente nuevo, Jungkook nunca antes se había sentido tan deseado en la forma con adoración en que era contemplado, incluso aunque apenas las pequeña luces del alba se hacían presentes, todo valía completamente la pena, si podía encontrarse casi perdido en aquellos ojos brillantes que lo observaban de la forma más devota que ni en los libros de romance había contemplado.

Hace un año aproximadamente que recordaba con dolor ese día en que había sido secuestrado y separado de SeokJin de la forma más vil posible, entregado como un trozo de carne al mejor postor y en éste caso al Emperador despiadado que todos temian y ahora se encontraba ahí, junto a él, una madrugada de invierno, el frío envolvía aquella burbuja de calidez que existían entre ambos.

Aquel hilo rojo que sin querer en esos días habían desarrollado, compartiendo momentos juntos, aunque Taehyung no decía absolutamente nada relacionado con amor o pareja, Jungkook podía ver también esa manera tan disimulada en que le observaba de reojo y se aseguraba que estuviera bien, incluso hasta quedarse por las noches palmeando su espalda antes de irse, aunque la forma más dolorosa de todas es que Jungkook sentía que le daba la espalda a su raza al convivir y precisamente estar cayendo ante los brazos de su enemigo y los de su raza.

Dentro de sus mayores preocupaciones era eso, saber que un día esa burbuja de amor probablemente acabaría, no quería aferrarse a un futuro de miel sobre hojuelas porque eran tiempos difíciles, los vampiros habían declarado casi la guerra a Taehyung por su culpa, recordaba esa audiencia donde los soldados vampiricos abogaron por la captura de Jungkook y su asesinato de manera inmediata, solo recordaba la cabeza de aquel general rodar por el piso pulcro de la sala de audiencias muerto bajo el filo de la espada de Taehyung, como una señal directa de precaución con sus palabras o intenciones.

Jungkook se aferró a Taehyung ese día con todas sus fuerzas por el temor que le causaba recordar todo el maltrato y los azotes por parte de la princess vampírica. Después de todo ella fue asesinada también y Jungkook no entendía la razón de ser acusado injustamente pero ese día Taehyung le hizo sentir de una manera que jamás imaginó, tan protegido que no dudaría dos segundos en qué si alguien se acercará ante él, Taehyung se encargaría de matarlos.

Las cosas cambiaron, incluso Jungkook cambió, a pesar de que Jimin no había vuelto desde la última vez que fue casi capturado por los adoradores, no había vuelto a ver a Yoongi tampoco, consideraba que estaban escondidos.

—¿Cuando es tu cumpleaños, Jungkook?

—Es mañana, su majestad.

Esa palabras también las dijo en su momento restando importancia, al siguiente día, un sastre esperaba por él con un hermoso vestuario de colores azules, fue vestido como de la realeza y peinado de forma tan recatada que lo hacía ver más angelical que nunca. Taehyung esperaba por él afuera, junto con un caballo de color negro, el Emperador le ayudó a subirse al caballo y ambos cabalgaron el enorme bosque en las afueras del palacio.

Jungkook por primera vez se sintió libre de una manera en que jamás lo hubiera imaginado. Ambos tuvieron un pequeño picnic bajo un enorme árbol, Taehyung apoyado sobre el tronco y Jungkook sentado sobre él entre sus piernas, robando pequeños besos de sus labios, Taehyung no se negaba a ello.

—Feliz cumpleaños, Kook.

—Tae, esto es maravilloso, realmente no creí que harías algo como esto.

—Con tal de ver una sonrisa sobre tu rostro.

El Emperador acaricio el rostro del menor frotando sus guantes contra las mejillas medio infladas del chico, besando una de sus mejilla. Taehyung finalmente terminó de sellar ese día con un beso más apasionado.

—Taehyung, algún día me casaré...

—¿Y con quién?

—Espero que contigo —el chico le sonrió ampliamente, apoyando su rostro en el pecho del Alfa, suspirando tranquilo.



Todos esos recuerdos venían a su mente, justamente en esos momentos donde la intimidad era bastante encantadora entre ambos, Taehyung ya no era tan bruto con él, aunque a veces olvidaba su propia fuerza a la hora de tomarlo, jamás llegaba al punto de volver a lastimarlo, especialmente en esos momentos donde podía tener la oportunidad de llevar el mando.

Su cuerpo meciendose y danzando una melodía erótica donde los cuerpos fusionados se encuentran y se reconocen como la pieza faltante del rompecabezas, como el ying y el yang que están juntos. Eso era cada vez que íntimaba con el Alfa, su cuerpo reaccionaba ante cada toque y roce de las grandes manos del Emperador, suplicando por más y aprendiendo a deleitarse en las perversiones de la mente de un tirano que por dentro poseía un corazón de oro que ahora mostraba ante él.

Esa noche no solo estaban teniendo sexo, Taehyung le hacía el amor con pasión, con completa devoción y a pesar de que él Alfa no decía nada, era suficiente con sus acciones para saber que realmente quería estar con él. Jungkook sintió su corazón derretirse ante tanto.

Taehyung, nunca se hubiera imaginado estar en esa situación, tomando a su pequeño juguete pero no era más su juguete, Jungkook era un chico maravilloso, era lo opuesto a él, alguien hablado, hiperactivo, inteligente y talentoso, brillaba en cualquier cosa que se propusiera, a pesar de todo tenía una habilidad de liderazgo nata, a pesar de que fueran enemigos, a ese punto, no le importaba quemar un país entero si alguien se atrevía a quitarle de su lado a ese Omega que tanto problemas le había causado en todo ese tiempo, pero un año después sus pensamientos y sus sentimientos confusos, buscaban la iluminación, pero recordaba las palabras de su madre, lo que era realmente el amor era lo que él sentía por ese chiquillo, realmente Taehyung lo amaba pero jamás se lo diría.

—Tae...te amo, yo te amo tanto.

Los ojos del chico se llenaron de lágrimas, Taehyung las lamió consolando ese corazón afligido y temeroso por el rechazo, pero Taehyung iba a hacer algo que jamás pondría en tela de duda su fidelidad y devoción hacia él. Preparó su hombro, dando pequeñas lamidas sugestivas. El menor gimió ante el taco de la lengua húmeda con la calidez de su piel. Finalmente Taehyung mordió a Jungkook cuando el orgasmo lo golpeó con tanta fiereza, su agarre fue firme y aunque entendía que el menor sufría por el dolor, lo soportó con valentía. Finalmente hubo un momento de silencio.

Los ojos de ambos se conectaron por un momento y los recuerdos vinieron como una avalancha en medio del océano, cada momento que compartieron juntos, aquella flor que habían compartido también y una promesa inquebrantable.

—Tae... Jamás me dejaras ir.

—No lo haré, Jungkook, nunca.

Jungkook se aferró al cuerpo del mayor, ambos ahora estaban conectados en cuerpo y alma y eso logró que el sello en la mente de ambos finalmente se rompiera, Taehyung recordó su vida con Jungkook desde niños hasta que un día desapareció, también que prometió un día encontrarlo, pero ahora venía el remordimiento, lo había lastimado, a la persona que más quiso por encima de sus padres cuando era un jovencito.

—Has vuelto a mi...

—Me encontraste, Taehyung.

Ambos se miraron finalmente juntando sus frentes, Taehyung besó una última vez la herida que ya había dejado de sangrar y que representaba lo que deseaba, ahora era el Omega oficial del Emperador.

𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐓𝐄𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 - 𝗧𝗔𝗘𝗞𝗢𝗢𝗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora