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Cuando Jungkook despertó e intentó moverse su cuerpo le dolía demasiado, aún tenía algunas marcas que ardían en su piel

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Cuando Jungkook despertó e intentó moverse su cuerpo le dolía demasiado, aún tenía algunas marcas que ardían en su piel. Se incorporó con dificultad de la amplia cama, incluso los roces de aquella fina tela le causaban dolor. Suspiró cansado, su cabeza le dolía, recordaba de forma tan vivida todo lo que había sucedido, los azotes, el olor a sangre, el dolor incesante. No entendía por qué las lágrimas escapaban de sus ojos pero lo hacían, era una situación tan humillante.

—Vuelve a recostarte. —la voz de Taehyung, captó su atención, escondido en las sombras únicamente sus ojos se presenciaba imponentes, aunque dentro de ellos parecía que era indescifrable la mirada que le dedicaba a Jungkook.

Jungkook asintió, envolviéndose con la fina seda pero le provocó hacerse un ovillo por el frío. No necesitó decir nada cuando una sábana mucho más gruesa lo cubrió, el calor de aquellas delicadas franelas le aliviaban el dolor del cuerpo y tal vez del alma. El chico cerró sus ojos, para su sorpresa el peso del cuerpo de Taehyung a su lado le obligó a abrir un ojo, encontrándose con esa mirada otra vez.

Taehyung no dijo nada pero la forma en que por sobre la sábana deslizaba sus dedos como un intento fallido de consolar al menor, Jungkook se quedó quieto y antes de que continuará, sujetó la delgada mano del Emperador.

—¿Duele? —preguntó.

Jungkook asintió en silencio, sin soltar la mano de Taehyung, por alguna razón Taehyung cerró sus ojos y la calidez que antes Jungkook habia sentido, se multiplicó mil veces más, no pudo evitar sonreír y a la vez sentirse tan expuesto ante la mirada de él, su labio tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Tae... Creí que moriría.

—No iba a ser así, Jungkook... Si ibas a morir no estaría en manos de otra persona, tu vida me pertenece.

En esos momentos hubiera maldecido a la primera generación de la familia Kim, por lo que Taehyung decía pero honestamente no tenía ánimos de eso, menos cuando el Alfa lo estrechó entre sus brazos en un fuerte abrazo.

—Ya está, vas a estar bien, no tienes que temer a nada que no sea únicamente yo...—la mirada honesta que le dedicaba el mayor, por dentro sabía que estaba preocupado pero no sabía como expresarlo, Jungkook lo entendió y en ese momento compartieron un momento íntimo donde el silencio era la respuesta a esas dos almas, sellando ese pequeño secreto con un beso.



El abismo de los astros.

El astro madre caminaba por aquellos largos pasillos, su melena oscura meciendose al compás de la noche, rara vez tenía esos momentos de privacidad pero esa noche había sido diferente, su corazón dolía, justamente por haber dado una pista sobre el futuro de su retoño. A veces el destino solía ser tan cruel y maldecia a los primeros creadores incluso de ellos, la reina se acercó a un pequeño altar donde se encontró aquella flor que Jungkook había visto en sus sueños. Intentó tocarla pero cuando lo hacía siempre era rechazada.

—Es porque es la flor de ellos.

El astro mayor casi nunca hacía acto de presencia frente a ella, no después de faltarle el respeto, la astro madre lo ignoró completamente, no tenía deseos de hablar con él pero al parecer el astro mayor si quería charlar con ella.

—¿Que es lo que deseas?

—Crees que no sé lo qué has hecho, te observé, le diste una pista a ese mocoso, ese mocoso hubiera sido nuestro hijo tal vez, pero decidiste rechazarme.

—Y lo volvería a hacer si fuera posible.

—Pero sabes que eso ya no está en nuestras manos ahora, para eso están ellos ahí.

—¿No sientes ni un poco de simpatía por tu hijo?

—¿Por qué debería? Se lo dí al Emperador Kim por una razón, de forma tan desprendida, es que realmente no me interesa.

Los cabellos dorados del astro sol brillaron junto con sus ojos. La verdad que sin importar cuantos siglos pasarán, él siempre estaría enamorado de la diosa luna pero ella siempre lo rechazaría porque no podía contra un corazón tan codicioso y que lo único que deja a su paso son cenizas.

—Eres una mala persona...

—Puedes creer lo que quieras pero eso jamás cambiará lo que va a suceder próximamente.

La diosa luna apretó su mano en un puño y movió su rostro hacía otro lado, suspirando.


Fortaleza Imperial.
Unos días después...

Jungkook correteaba de un lugar a otro, el ánimo del muchacho había mejorado de forma considerable y con los cuidados de los doctores del palacio todo estaba saliendo demasiado bien, la verdad que el chico compartía un poco más de tiempo con Taehyung, comían juntos, charlaban de vez en cuando y era también objeto de observación ya que Taehyung de vez en cuando anhelaba conocer sobre él pero Jungkook no tenía respuesta a la mayoría de sus preguntas.

Jungkook intentaba atrapar un ave que había entrado al palacio y tenía un ala rota pero aún así intentaba con todas sus fuerzas escapar, justamente cuando Jungkook creyó que la atraparía, la amplia mano del Emperador sujetó a la pequeña ave.

—¿Qué haces?

—Yo... Es que está lastimado y quiero ayudarle.

Taehyung lo miró pero no dijo nada únicamente le extendió su mano al menor y cuando abrió la palma la pequeña ave estaba recostada sobre la mano del Alfa. Jungkook extendió su mano rozando sus dedos con delicadeza sobre la ala lastimada de aquella ave, cerró sus ojos y unos momentos después el ave se curó, Jungkook sonrió feliz y besó a la pequeña ave.

—Y uno para usted también, su majestad.

Jungkook robo un pequeño beso de los labios de Taehyung y como pequeño premio de parte del Alfa esté lo abrazo con fuerza provocando que la risa amena del menor fuera el sonido que llenará la habitación.

Esa noche Jungkook disfruto de la compañía del Alfa y la tranquilidad de estar entre sus brazos.

Pero ¿Cuánto durará?


𝐏𝐑𝐎𝐇𝐈𝐁𝐈𝐓𝐄𝐃 𝐋𝐎𝐕𝐄 - 𝗧𝗔𝗘𝗞𝗢𝗢𝗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora