Cap 27: ¡Go, erizo, go!

161 12 14
                                    


Shely


–¿Pero que mierda...?

Emer estuvo durante unos minutos estupefacto, tirado en el suelo con los ojos muy abiertos. Lo que había comenzado como un ambiente romántico ahora era un descontrolado campo de batalla y ataque robótico. Su vista pasaba de mis manos sosteniendo el arma, a las máquinas que caían estrellándose alrededor. Las personas corrían despavoridas y los gritos no se hicieron esperar.

Yo disparaba el arma, que consistía en una adaptada por ese chico Miles, con unas balas diseñas para causar pequeñas explosiones al impactar contra el enemigo. De esta manera podía acabar con las máquinas pequeñas sin tener que esforzarme. De eso trataba el armamento básico ahora, para no correr riesgos.

–¿Piensas quedarte ahí tirado? –le dije a Emer alzando una ceja.

Él no respondió, estaba tan asombrado sin entender nada que casi me causó risa. Hizo una mueca colocándose de pie y me miró con mala cara. No se veía nada contento.

–¡¿Se puede saber que es esto?! ¿Por qué me has traído aquí? ¡¿Y como sabías que atacarían justo ahora?!

Puse los ojos en blanco, no era momento de discutir tonterías. Aunque entendía perfectamente sus dudas, yo también las tendrías en su lugar.

–Te lo explicaré más tarde –salté sobre él, alejándonos unos cuantos metros antes que un enorme robot nos aplastara de la nada. Estuvo cerca– sé que sabes luchar bien, mantente centrado y no te alejes.

Emer frunció el ceño y después bufó.

–¿A casos dudas de mí?

–Solo quiero que estés cerca –dije mientras recargaba el arma.

–No es necesario que me cuides, se hacerlo solo.

Dicho ésto hizo aparecer con un movimiento ágil ese enorme martillo, el mismo de la otra vez. Pero en esta ocasión, se veía de un color diferente y oscuro, dando un toque más varonil.

Tuve que carraspear para centrarme y que los ojos no se me fueran de nuevo a sus músculos y esa característica seriedad que tomaba cuándo estaba apunto de luchar. ¿Desde cuándo yo me distraía en una pelea?

Emer estiró las piernas y los brazos, como si calentara movimientos antes de atacar. No me agradó mucho, se veía demasiado confiado.

–¿Se puede saber que haces? –pregunté mientras observaba varios robots acercarse desde otros ángulos. Al parecer querían rodearnos. Maldición.

–Me estoy estirando –dijo muy relajado mientras daba pequeños brincos haciendo malabares con el martillo– no es bueno hacer movimientos repentinos con el cuerpo frío.

–¿Qué...? ¡Eso no importa en un momento como este!

–A tí no te ha importado arruinar nuestra cita. Así que estamos a mano.

Me dejó sin palabras.

¿De verdad estaba disgustado por eso?

El rosado flexionó las piernas fijando la vista en el objetivo. Esperó un par de segundos...y corrió increíblemente rápido. Saltó sobre un robot y antes de tocarlo me guiñó el ojo –el muy cretino– comenzando a destruir máquinas en el aire una tras otra. Tan fácil como si fuera su pasatiempo favorito.

En tu mirada rubí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora