Shely
–Deberías relajarte, te va a dar algo.
Ignoré por completo el comentario de Roger, ajustando una cola alta en mis púas y las mangas de la camisa gris de muy mala gana. Hoy nos obligaron a vestirnos de gris, como una mota sucia de polvo, cosa que me disgustaba porque el traje especial parecía al de Spiderman, terriblemente ajustado y ridículo. Juro que voy a matar un día de éstos al comandante de la G.U.N, sé que se está aprovechando porque soy mujer, maldito engreído.
Esto de poseer la vida perfecta a veces resulta un asco.
La noche no comenzaba bien para mí.
Primero está el hecho de encomendarme un trabajo tan ridículo como ser guardaespaldas de un empresario de la junta, como si fuera su maldita niñera. Segundo, obligarme a asistir a la fastidiosa fiesta llena de gente inútil. Y de nuevo el caso del vestuario. Ni siquiera a Roger lo obligaron a vestirse tan ridículo como yo, su traje era normal como los que suele usar siempre, mientras que yo parezco una estúpida bailarina.
Estoy tan frustrada y enojada que soy capaz ahora mismo de descargar el cartucho del arma en la cabeza del primero que se atreva a hablarme mal.
Necesitaba relajarme, si no asisto, el viejo asqueroso de mi jefe lo más seguro es que me encomiende a ir a una misión peor que esta. Es por mi propio bien.
Durante el camino no hablé una sola palabra con el albino, tampoco cuándo llegamos a la mansión del empresario, de hecho Roger se encargó de las formalidades y presentaciones, yo me mantuve en silencio sepulcral durante el mayor tiempo posible.
Llegamos a la fiesta y casi todas las horas de estadía tuvimos que estar detrás del tipo que es una ladilla andante que no se queda quieto en un solo lugar, lo peor es que el lugar estaba abarrotado de gente por todos lados. Menos mal mis reflejos son excelentes y así desde una buena distancia pude vigilarlo para que ningún sospechoso se acercara. Aunque yo estaba apunto de hacerlo caer del último piso del edificio de enfrente.
Lo desagradable fué cuándo el muy asqueroso comenzó a pasarse de tragos.
A cada rato me llamaba o pedía que le llevara una copa y me quedara muy cerca de él.
Juro que tuve que respirar profundamente porque me provocaba vomitar tan solo verlo.
Muchas mujeres y un grupo grande lo rodeaba, y de un momento a otro empezó a decirme palabras perversas con doble sentido hasta que llegó al punto de ordenarme que me sentara en sus piernas.
Fué el colmo de los colmos.
Estaba tan, pero tan molesta...
Sin embargo, de nuevo respiré ondo, tratando de reunir la paciencia que ya saben que no poseo.
–Puedo conseguirle alguna mujer para esta noche, si es lo que quiere –Sentí un codazo proveniente de Roger que estaba a mi lado, pero ya yo no me podía retener, la furia se me notaba nada más verme.
El viejo (no recuerdo el nombre ni me importa) tensó la mandíbula indignado, supe que no le gustó para nada mi respuesta.
–¡¿Que dijiste?! ¡Eres una empleada! Estás aquí para obedecer todo lo que yo te diga, y te pedí que vinieras acá –sus manos palmearon sus piernas, en señal que me sentara.
¿En serio era tan idiota como para creer que lo haría?
Viejo mugroso.
–¡¿No me estás escuchando?! ¿O a caso quieres que te abra las piernas a la fuerza esta noche?
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