Cap 35: Momentos incómodos, parte II

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Shely




Observé como Emer se vestía mientras yo aplacaba las púas sobre mi cabeza, decir que quedamos hecho un desastre es poco, lo cuál suele ser muy común entre nosotros. Ya yo estaba lista para salir de la habitación, pero Rose intentaba mantener la calma y hacer que desapareciera la vergüenza de su rostro. No comprendo por qué tanta pena, si ellos fueron los que interrumpieron "nuestro momento", pero supongo que debo dejarlo respirar mientras se recupera. El rosado se miró frente al espejo rascándose un brazo, aquella mueca en sus labios me hizo saber que algo no le agradaba, y ese algo era salir frente a sus amigos con chupetones en el cuello. Lo sé, me había accedido, pero es algo que no logré evitar, tampoco es que me importara mucho la opinión de aquellos inútiles inservibles.

-Con el pañuelo podrás taparlo.

-¿Eso creés?

Si, pocas veces Emer parece descontento conmigo, y el hecho que lo esté por mi culpa me hace sentir extraña, ¿Arrepentida? ¿Por qué tendría que estarlo? Solo eran un par de chupetones poco visibles, no significan la gran cosa. Él opinaba todo lo contrario.

-No es mi culpa que tu piel sea tan delicada -desvié la mirada haciendo un chasquido, tomando el pomo de la puerta para salir.

-Esa no es una respuesta, ¿Que van a pensar los demás cuándo me vean? -él arrugó el ceño, un tanto molesto.

-Emer, por favor, ya madura, eres adulto, no tiene porqué importante lo que los demás digan, además...ni siquiera se notan.

Salí del cuarto dejándolo con la palabra en la boca, para mí ese era el final de una conversación sin sentido, para él...pues una resignación. Al llegar a la sala estaba la pandilla del desastre azul, o como sea que se diga. El mapache con una computadora sobre la mesita, Staisy fumandose un cigarrillo junto a la ventana -vistiendo sus típicos atuendos cortos y llamativos- esa chica abeja que, ¿No era lesbiana para empezar? Kani recostada en el sofá jugando a la culebrita en su celular de los años noventa, y Roger parado a unos pasos de Staisy hablando algo sin sentido sobre la nicotina. No es que les diera mucha atención, pero todos parecían estar incómodos o sin términos para hablar entre ellos, lo cuál resulta extraño, ese grupo suele ser el más comunicativo y bromista, como si todos fueran hermanos entre sí. Y algo me dice que la incomodidad no era porque yo y Emer duramos casi media hora en salir del cuarto. Aquello iba a ser divertido.

Si, amo que el mundo arda a mi alrededor.

Pensé que todos iban a saludar con muchos ánimos a Emer, pero realmente el único que se atrevió a cortar el silencio fué ese chico amarillo. Yo me detuve en la entrada de la cocina, lo más alejada posible.

-Que bueno que estás aquí, Emer -se levantó el mapache con una sonrisa forzada, ¿Que estaba pasando?

-Me alegra verlos de nuevo -Rose arrugó la frente sin entender que sucedía, le dedicó una mirada cautelosa a todos y tras una mueca de Miles, supo que no debía preguntar nada, al menos no ahora. Chico discreto. Ambos se sentaron- ¿Qué los trae por acá?

-He encontrado las coordenadas de Iva, por fin sé dónde está.

Aquello si era de mi interés, preparé mi oído, atenta a cualquier información importante que tuviera que recolectar.

-¡¿De verdad?! ¡Es una gran noticia!

Chuly (o cómo se llame esa abeja rara) resopló cruzándose de brazos.

-Eso quisiéramos, resulta que es una de sus guaridas, la muy astuta sabía que la descubriríamos pronto. Me recuerda tanto a ese doctor demente que derrotamos en el pasado...

En tu mirada rubí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora