Cap 28: Cita fallida

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De verdad me estoy muriendo de sueño, así que avísenme si ven algún error. Lo volveré a leer mañana apenas llegue de las pasantías en el hospital. Dulces sueños.

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Emer

-¿Piensas quedarte ahí tirado?

Las palabras de Shely me trajeron de vuelta a la realidad. Una realidad dónde mi cita, con mi novia, había sido destruida y emboscada por robots malvados que querían matarnos.

Si, nada romántico si me lo preguntan.

No comprendía nada. ¿Por qué ella se empeñó a venir solo por ésto? ¿Por qué no solo me lo dijo antes? ¿A caso no me tiene la suficiente confianza?

Intenté no sentirme molesto, pero la verdad es que no conseguí evitarlo.

Me levanté del suelo y la miré notablemente nada complacido con todo aquel circo que montó para que yo aceptara salir.

-¡¿Se puede saber que es esto?! -y la voz se me elevó un poco más de lo que quise, pero después me dió igual- ¿Por qué me has traído aquí? ¡¿Y como sabías que atacarían justo ahora?!

-Te lo explicaré más tarde...-Noté que iba a decir algo más pero Shely brincó sobre mí, levantándome como si fuera una débil pluma y nos alejó de uno de los enemigos más grandes- sé que sabes luchar bien, mantente centrado y no te alejes.

Me molestó aún más que dijera eso. ¿A caso me veía como un tonto débil?

Yo trabajé desde la infancia como un héroe, salvando ciudades, arriesgando mi vida, venciendo villanos...¿Y ella creía que no podría contra unas estúpidas chatarras?

Es cierto que me alejé del trabajo hace unos meses, que no era de mi agrado. Pero mi fuerza y defensa seguían siendo las mismas. Yo seguía siendo el mismo.

-¿A casos dudas de mí? -dije con un toque de amargura en la garganta. Si hay algo que odio, es que me miren como alguien incapaz de luchar.

-Solo quiero que estés cerca.

No sé porque su repuesta no me convenció.

-No es necesario que me cuides, se hacerlo solo.

De mala gana hice aparecer el martillo, ahora metalizado. Suele pasar cuándo mis ánimos están un poco...fuera de lo común. Es por eso que antes tuve problemas con la ira.

Hice una mueca al recordarlo. No era un cuadro muy lindo.

La azabache me miró horrorizada al notar que comenzaba a calentar el cuerpo. No suelo hacerlo, pero fué un intento de liberar la tensión de los músculos, un ejercicio que me enseñó Big antes de ir a patear traseros como loco desquiciado. Cómo para alegrar un poquito mi paz mental.

-¿Se puede saber que haces?

-Me estoy estirando. No es bueno hacer movimientos repentinos con el cuerpo frío.

-¿Qué...? ¡Eso no importa en un momento como este!

-A tí no te ha importado arruinar nuestra cita. Así que estamos a mano.

Lo dije sin pensar, pero es que...

¡¿A quién se le ocurre invitar a su pareja a un ataque robótico como cita?!

¡Es una locura!

Si tal vez lo fuera propuesto desde el principio, quizás estaría de mejor humor. Hubiera aceptado gustoso, conociendo los pasatiempos de Shely, estoy seguro que no me hubiera disgustado tanto.

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