Cap 22: Hoy es noche de Sxxo

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Emer


–¡Rose!

Desperté de golpe.

El corazón se me aceleró como si un fantasma fuera gritado en mi oreja. Aunque el golpe de mi cabeza contra el suelo fué lo peor. Observé el alrededor, por una milésima de segundos perdí el recuerdo de dónde me encontraba. No estaba en mi casa, ni un lugar muy conocido. Casi hasta olvido la razón de estar en el apartamento de Shely. Cierto, me había quedado dormido en el mueble de tanto esperarla.

Admito que pensé que nunca saldría del cuarto, pero a estas alturas me daba igual. Solo quería estar cerca de ella y si eso significa esperar dos días más, lo haría. De cualquier forma, tarde o temprano tenía que salir de la habitación.

Mi vista se fué enfocando poco a poco debido al golpe y que aún estaba medio dormido.

–Auh –me sobe la cabeza, quizás tendría un chichón en unas horas– no era necesario que...

Por Chaos.

Santa madre de Jerusalén.

Me quedé completamente sin palabras.

Tenía un...vestido...

–Puedo ir a cambiarme, si creés que es mucho.

¡Un puto vestido!

Y le quedaba del carajo.

Si antes no podía dejar de mirarle con una falda, ante un vestido no dejaré de observarle todo.

Era como ver a la misma reina. La más preciosa y bella que he conocido en mi corta vida.

La bendita reina y asesina más sexy del universo.

Podría ahora mismo mandar a ejecutarme y sería todo un honor morir por esas manos.

¿Cómo se atreve a preguntar algo como eso?

–¿Cambiarte? sería una calamidad que lo hicieras...te vez preciosa, Shely.

No sé si me escuché ridículo, cursi o como algodón de azúcar. Pero no logré evitar elogiarla.

Es que no era solo lo bonito de la prenda, sino que, hasta ahora, no la había visto usar nada colorido más que tonos oscuros y...se veía...tierna. A pesar que no me desagrada su forma de vestir común, de hecho me gusta, pero con un tono más claro era... Muy diferente.

–Andando –dijo de pronto y caminó hasta la puerta. Quise ofrecerme para ayudarla ya que aún continuaba mal del pie pero yo todavía estaba idiotizado viéndola. No me cansaría nunca de hacerlo.

Salimos hasta subir al auto (a pesar que me pilló mirándole el culo durante el transcurso) y arranqué no sin antes ojear que la falda se subió un poco más sobre el muslo dejándome ver más de sus piernas.

Sentí la necesidad de subirla yo mismo.

De acuerdo, necesitaba respirar o explotaría de ansias.

Pero mientras conducía continuaba mirando de vez en cuándo.

¡Soy hombre, también tengo debilidades!

Y si a ella no le molesta...puedo mirar y ser perverso todo lo que quiera.

–Déjame ayudarte –dije una vez que llegamos a la casa y abrí la puerta de su asiento.

–Puedo hacerlo sola.

Claro, no me esperaba que aceptara tan fácil. Ya saben que Shely es muy orgullosa.

–¿Puedes dejar de cuestionar todo lo que digo?

En tu mirada rubí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora