Capítulo-15

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—¡Miren estos trajes! —exclamó Sophie, sosteniendo uno de los atuendos—. Nos vamos a ver increíbles.

—Son perfectos —añadió Rashel, ajustando una chaqueta frente al espejo—. Definitivamente vamos a impresionar a todos.

Mikel, siempre con su sentido del humor, se miró en el espejo y sonrió.

—Si nos ven así, Isabella no tendrá ninguna oportunidad.— Nos reímos.

Con los disfraces listos, nos dirigimos al salón de ensayos. La canción "Rotten to the Core" resonaba en el aire mientras practicábamos los movimientos de baile y afinábamos nuestras voces. Quería que todo saliera perfecto, y sabía que tenía el equipo adecuado para lograrlo.

Sin embargo, justo cuando estábamos en medio de un ensayo particularmente intenso, la puerta del salón se abrió de golpe. Isabella y su grupo entraron, con una actitud desafiante que inmediatamente puso a todos en alerta. La tensión en el aire era palpable.

—¿Así que este es el gran plan de ustedes? —dijo Isabella, con una sonrisa despectiva—. Pensé que serían un poco más originales.

Sentí un calor subir por mi cuello. No iba a dejar que Isabella intimidara a mi equipo.

—No te preocupes por nuestro plan, Isabella —respondí, manteniendo la calma en mi voz—. Deberías concentrarte en que el tuyo no sea un desastre.

Isabella me lanzó una mirada fulminante y avanzó un paso hacia mí. Su grupo la siguió, como si estuvieran listos para apoyar cualquier confrontación. Mis amigos también dieron un paso adelante, preparados para lo que fuera.

—¿Quién te crees que eres para hablarme así? —espetó Isabella, claramente enfadada.

—Alguien que no tiene miedo de enfrentarte —le respondí sin titubear.

La confrontación estaba a punto de salirse de control cuando la puerta se abrió de nuevo, esta vez revelando a la directora Rose. Su presencia inmediatamente silenció a todos.

—¿Qué está ocurriendo aquí? —dijo con una voz que no dejaba lugar a protestas.

Todos nos quedamos quietos, sabiendo que habíamos cruzado un límite. La directora nos observó con una mirada severa, y supe que no estaba contenta con lo que veía.

—Espero que todos se comporten de manera más adecuada en la fiesta —dijo la directora, su tono frío—. No toleraré ningún tipo de enfrentamiento durante el evento. ¿Entendido?

Asentimos en silencio, y la directora nos miró un momento más antes de salir, dejándonos con un incómodo silencio.

Cuando salimos del salón de ensayos, Mikel rompió el silencio con un comentario que hizo que todos lo miráramos con sorpresa.

—Oye, chicos, ¿qué les parece si infiltramos algo de alcohol en la fiesta? —dijo, con una sonrisa traviesa—. Podríamos echarlo en el cóctel de frutas. Nadie se dará cuenta.

—¿Estás loco? —respondió Rashel, aunque su sonrisa sugería que no lo descartaba por completo.

—Podría ser divertido —añadió Sophie, riendo.

Yo sonreí, pero antes de que pudiera responder, sentí una presencia detrás de mí. Me giré y vi a Eva, que había aparecido en silencio. Su rostro estaba completamente distinto al de antes; era frío e imponente.

—señorita Helena —dijo Eva, su tono era firme y autoritario—. Necesito hablar con usted.

Miré a mis amigos, quienes me lanzaron miradas de apoyo antes de que los dejara atrás y siguiera a Eva. Podía sentir su autoridad, y aunque no había rastro del coqueteo de antes, algo en su presencia me hacía sentirme vulnerable.

Cuando nos alejamos lo suficiente, Eva se detuvo y se giró para enfrentarme. Su mirada era penetrante, y su voz, cuando habló, no dejó espacio para dudas.

—Espero que entiendas que cualquier comportamiento inapropiado durante la fiesta tendrá consecuencias —dijo, su tono era helado—. No quiero que tengas ningún tipo de malentendido sobre esto, Helena.

Asentí, sintiendo un nudo en el estómago. Eva siempre había sido una figura compleja, pero verla tan fría y distante me hizo darme cuenta de lo fácil que era para ella cambiar de actitud.

—No haré nada que pueda poner en riesgo la fiesta —dije, intentando sonar segura de mí misma.

Eva mantuvo su mirada en mí un momento más, como evaluándome, antes de inclinarse ligeramente hacia mí.

—Eso espero, Helena —dijo, con un tono más suave, pero no menos serio—. Sería una lástima que algo te pusiera en problemas.

Y con eso, se alejó, dejándome con una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar.

Con la mente llena de pensamientos contradictorios, regresé con mis amigos.

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