Capítulo-30

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La mañana siguiente llegó con una sensación de urgencia en el aire. Me desperté con el calor de Eva aún presente a mi lado, pero mi mente ya estaba empezando a girar en torno a lo que vendría. Habíamos compartido algo especial la noche anterior, pero ahora era momento de enfrentar la realidad que nos rodeaba.

Mientras nos vestíamos en silencio, noté que Eva parecía estar pensando en algo. Sus movimientos eran calculados, y su expresión, aunque tranquila, revelaba una mente ocupada.

—¿En qué piensas? —pregunté, rompiendo el silencio.

Eva se detuvo por un momento, luego me miró con una mezcla de preocupación y determinación.

—En lo que viene, Helena. Lucien no es alguien que se rinda fácilmente, y debemos estar preparadas para lo que pueda intentar —respondió, su voz era firme pero suave.

Asentí, sabiendo que tenía razón. El enfrentamiento con Lucien no era solo una posibilidad, sino una certeza. Y debía estar lista, no solo físicamente, sino mental y emocionalmente.

—Estoy lista para lo que venga —dije, más para convencerme a mí misma que a ella.

Eva sonrió ligeramente, pero su mirada seguía siendo seria.

—Lo sé, pero debemos estar más que listas. Necesitamos estar un paso adelante. Y para eso, tenemos que trabajar en tu poder, en entenderlo y controlarlo —dijo mientras terminaba de abotonarse la camisa.

—¿Hoy entrenaremos más? —pregunté, ya anticipando la respuesta.

—Sí, pero no será un entrenamiento normal. Quiero que te enfrentes a algo más real, algo que te empuje a descubrir de lo que realmente eres capaz —dijo Eva, su tono era más oscuro esta vez, como si estuviera anticipando un desafío mayor.

No sabía exactamente qué significaba eso, pero confiaba en Eva. Sabía que no me llevaría a algo para lo que no estuviera preparada, aunque eso no hacía desaparecer el nudo de ansiedad en mi estómago.

Salimos de mi habitación y nos dirigimos hacia una parte del instituto que no había visitado antes. El pasillo era más oscuro y estrecho, y el aire se sentía más frío a medida que avanzábamos. Eva caminaba frente a mí, su figura era una sombra imponente que me guiaba hacia lo desconocido.

Finalmente, llegamos a una puerta grande y pesada. Eva se detuvo frente a ella y se volvió hacia mí.

—Este lugar es especial, Helena. Aquí, el instituto es diferente. Lo que vas a ver y sentir aquí es real, pero también una ilusión —explicó, sus ojos se encontraron con los míos—. Este es un lugar donde los estudiantes practican enfrentamientos reales, pero dentro de un entorno controlado.

—¿Y qué es lo que tengo que hacer? —pregunté, tratando de mantener mi voz firme.

Eva tomó una respiración profunda antes de responder.

—Vas a enfrentarte a tus miedos, Helena. A todo lo que te asusta, lo que te detiene. Aquí, los desafíos no son físicos, sino mentales y emocionales. Y solo podrás superarlos si confías en ti misma y en tu poder —dijo, colocando una mano en la puerta.

—¿Estarás conmigo? —pregunté, sintiendo un poco de temor ante la idea de enfrentar todo esto sola.

—Siempre, Helena. No te dejaré sola —respondió Eva con una sonrisa tranquilizadora.

Con esas palabras, abrió la puerta y entramos. Lo que vi al otro lado era tanto aterrador como impresionante. El lugar era vasto, una especie de arena gigante, donde el cielo parecía un lienzo oscuro lleno de sombras que se movían por su cuenta.

El ambiente era opresivo, y sentí como si el aire se volviera más pesado, dificultando mi respiración. Pero Eva estaba a mi lado, y eso me daba la fuerza necesaria para seguir adelante.

—Recuerda, todo lo que veas aquí es parte de la prueba. Pero lo que sientas, lo que experimentes, será real —dijo Eva, su voz resonó en el vacío—. Deberás enfrentar todo con la convicción de que puedes superarlo, porque solo así saldrás de aquí más fuerte.

Asentí, tragando el nudo en mi garganta. Sabía que este era un paso necesario, que debía enfrentar lo que fuera que este lugar tenía preparado para mí.

—Estoy lista —dije, más para convencerme que para cualquier otra cosa.

Eva me miró una última vez antes de dar un paso atrás, dejándome sola en el centro de la arena.

El primer desafío comenzó sin previo aviso. Las sombras a mi alrededor empezaron a tomar forma, convirtiéndose en figuras familiares y aterradoras a la vez. Vi a Lucien emergiendo de una de ellas, su rostro estaba distorsionado por una sonrisa cruel, mientras se acercaba lentamente hacia mí.

—¿Estás lista para enfrentarte a tu verdadero yo, híbrida? —su voz resonó en mi cabeza, burlona y afilada como un cuchillo.

Sabía que esto no era real, pero el miedo que sentí al verlo fue tan fuerte como si lo fuera. Mi instinto me decía que huyera, pero las palabras de Eva resonaron en mi mente: "Debes confiar en ti misma y en tu poder".

—No voy a huir de ti, Lucien —dije, aunque mi voz tembló un poco.

Lucien se rió, un sonido escalofriante que hizo eco en el aire.

—Veamos si realmente puedes enfrentarte a tus demonios —dijo antes de lanzarse hacia mí.

Sin pensarlo, levanté mis manos y sentí cómo una energía cálida y potente brotaba de mi interior. Era una sensación nueva, pero poderosa, y la dirigí hacia Lucien, quien se detuvo en seco al sentir la fuerza de mi poder.

El entorno cambió de repente, y me encontré en medio de un bosque oscuro, rodeada de lobos que me miraban con ojos brillantes. Sabía que este era solo el comienzo de la prueba, que había más por venir, y que necesitaba mantener la calma y la confianza en mí misma.

El entrenamiento de Eva me había preparado para este momento, y aunque el miedo seguía presente, sentí que estaba lista para enfrentarlo. No sabía cuánto tiempo más duraría esta prueba, pero sabía que no estaba sola.

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