Capítulo-26

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La noche era tranquila, pero mi mente no lo era. Por alguna razón, el sueño me evitaba, dejándome dando vueltas en la cama sin poder encontrar la paz. Después de un rato, me rendí. Sabía que seguir intentando dormir sería inútil. Necesitaba algo que calmara mis pensamientos, algo que me permitiera liberar la energía que sentía vibrar bajo mi piel.

Me levanté lentamente, decidiendo que una visita a la piscina podría ser justo lo que necesitaba. Algo en el silencio del agua, en la sensación de flotar sin peso, siempre había sido capaz de relajarme.

Con ese pensamiento en mente, abrí mi armario y saqué el bikini más revelador que tenía. El reflejo en el espejo me mostró una sonrisa traviesa. Si iba a ir a nadar, al menos lo haría con estilo. Caminé por los pasillos oscuros del instituto, asegurándome de no hacer ruido. No quería que nadie supiera que estaba fuera de mi habitación a estas horas.

Cuando llegué a la piscina, la luz de la luna se reflejaba en el agua, creando un ambiente casi mágico. Dejé mi toalla a un lado, di un paso hacia el borde y me sumergí en el ague fresca.

El frío del agua me ayudó a despejar mi mente, y por un momento, todo lo que importaba era la sensación de libertad que sentía mientras nadaba. Pero cuando volví a la superficie, me di cuenta de que no estaba sola.

Reconocí la figura al instante, incluso antes de que la luz de la luna revelara su rostro.

-Eva —murmuré, sorprendida.

Ella me observaba, su expresión era una mezcla de sorpresa, y picardía. Eva comenzó a desvestirse lentamente, dejando caer su ropa hasta quedarse en un bikini que resaltaba su figura en la penumbra.

No pude evitarlo, mis ojos se fijaron en su cuerpo, Dioses tenía el cuerpo como una diosa,recorriéndolo sin vergüenza. Me mordí los labios lentamente, sintiendo una mezcla de admiración y deseo que me sorprendio. Eva, al ver mi reacción, dejó escapar una risa Suave, una risa de triunfo.

—¿No puedes dormir? —preguntó mientras se acercaba al borde de la piscina, sus movimientos eran fluidos y seguros.

Negué con la cabeza, intentando mantener la compostura.

—No, algo me mantiene despierta - respondí, mi voz salió un poco más baja de lo que pretendía.

Eva asintió, como si entendiera perfectamente lo que estaba diciendo sin que tuviera que explicarlo. Luego, sin previo aviso, se sumergió en el agua con una gracia que me dejó asombrada.

Nadamos en silencio por un rato, dejando que la calma del agua nos envolviera. Pero había algo en la atmósfera, algo que hacía que el silencio fuera casi ensordecedor. Sabía que teníamos mucho que decirnos, pero ninguna parecía dispuesta a ser la primera en romper ese delicado equilibrio.

—Eva— me prestó atención,—aprendí hacer algo impresionante ¿quieres verlo?.—asintió.

Salí del agua, notando cómo los ojos de Eva me seguían, y me concentré en el líquido que aún goteaba de mi piel. Con un movimiento de mi mano, el agua se elevó en el aire, formando pequeñas esferas que comenzaron a girar a mi alrededor.

La mirada de Eva se intensificó mientras observaba, su expresión era una mezcla de admiración y algo más profundo, algo que no podía identificar del todo.

—He estado practicando —dije, aunque no era necesario. El agua flotando a mi alrededor hablaba por sí misma.

—Lo veo —respondió Eva, su voz era suave, casi un susurro—. Y déjame decirte que te ves increíble haciéndolo.

Sentí el calor subiendo por mi cuello al escuchar esas palabras, pero antes de que pudiera responder, Eva añadió:

—Y ese bikini... te queda muy hermoso.— dice relamiéndose los labios.

Su mirada recorrió mi cuerpo, y el rubor que había estado intentando evitar se extendió rápidamente por mis mejillas.
Sin saber cómo reaccionar, hice lo único que se me ocurrió en ese momento: corrí hacia el borde de la piscina y me lancé al agua en una bomba de cañón, creando una enorme salpicadura.

El agua fría me ayudó a calmar el rubor en mi rostro, pero cuando emergí nuevamente, Eva me estaba esperando con una sonrisa divertida en su rostro. Sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y algo más profundo, algo que me hizo sentir una calidez en el pecho.

—¿Intentando esconderte, Helena? — preguntó con una risa.

—No... solo refrescándome —respondi, aunque ambas sabíamos la verdad.

Antes de que pudiera decir algo más, Eva se acercó lentamente. Sus manos firmes se posaron en mi cintura y me puso de espaldas, su aliento cálido rozaba mi cuello, enviando un escalofrío por mi columna.

—Muero por besarte —murmuró, tan cerca de mi oído que su voz se mezcló con mi respiración.

Contuve el aire, mi cuerpo entero se tensó bajo su toque. El mundo exterior desapareció en ese momento; todo lo que importaba era el calor de sus manos y la promesa en su voz.

Eva comenzó a besarme el cuello con una suavidad que me hizo cerrar los ojos, entregándome por completo a la sensación. Cada beso era una caricia lenta y deliberada, y no pude evitar soltar un jadeo, dejándome llevar por el placer que me estaba invadiendo.

Ese pequeño sonido pareció encender algo en Eva, empezó a subir sus manos lentamente por mi cuerpo, cuando llegó a mis senos, los apretó.

—ah—gemí.

Los estrujaba mientras seguía besándome el cuello, yo estaba perdida en su toque.

Eva desató el lazo de mi bikini, dejando que el aire fresco acariciara mi piel expuesta. Me dio la vuelta y están de frente vi sus ojos negro, llenos de deseo, así como sé que los míos estaban rojos de deseo, no aguante y le lance a sus labios, tan ricos, sentí una explosión de sabores en mi boca, la agarre del cuello para profundizar el beso, cuando nos separamos para respirar, sus labios no tardaron en seguir el camino hacia mis senos devorando mi piel con una mezcla de hambre y devoción que me hacía gemir con cada movimiento.

Mi cuerpo respondía a cada caricia, a cada beso, Eva me empezó a guiar hacia el borde de la piscina. Sentí el frío del borde bajo mi piel mientras ella me levantaba, me quitó la parte de bajo del bikini, sus ojos nunca dejaron los míos. En ese momento, supe que no había vuelta atrás.

Bajó directamente a mi coño y mirando fijamente me dice;

—Hueles... delicioso —susurró, su voz era una mezcla de anhelo y admiración.

El calor de su aliento en mi piel hizo que mi mente se nublara, y cuando sus labios finalmente lamió mi clítoris, gemí cerrando los ojos entregándome al placer, Eva me estaba chupando, lamiendo me ataba devorando el coño, agarre su cabello cuando me penetró con su lengua, con un ritmo suave y lento, al ratico me empecé a desesperar, apreté duro cabello por el deseo desesperada por más, ella entiendo el mensaje ya que acelero la penetración con su lengua, no podía más sentía que iba explotar.

—Mmm, Eva—

—Vente para mí, amor.—dijo mientras me chupaba con mucha fuerza el clítoris.

—ahhhh— gemí fuerte cuando llegue al clímax, sentí mis piernas cerrarse con fuerza pero Eva no dejó que se cerraran,me lamió todo el jugo que salió de mi.

Cuando todo terminó, Eva me besó suavemente, dándome a probar el sabor de lo que acabábamos de compartir. Sentí un deseo profundo de más, de acercarme aún más a ella, y lo expresé en un susurro.

—Tengo ganas de morderte... y beber tu sangre.

Eva sonrió, sus ojos brillaban con una mezcla de emoción y control.

—Yo también, pequeña... pero aún no estás preparada.

Sus palabras dejaron un rastro de anticipación y deseo insatisfecho, pero también entendí que tenía razón,Eva ayudó a vestirme. Cuando estaba lista nos despedimos con una última mirada cargada de promesas, sabiendo que esta noche había marcado un antes y un después en nuestra relación.

Regresé a mi habitación, sintiendo su presencia aún a mi alrededor, sabiendo que esto era solo el comienzo de algo mucho más profundo.

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