Capítulo-32

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Después de la prueba en la arena, sentía una mezcla de alivio y ansiedad. Había superado uno de los mayores desafíos que había enfrentado hasta ahora, pero la sensación de que algo más grande estaba por venir no me abandonaba. Sabía que debía aprovechar el tiempo que me quedaba antes de que las cosas se complicaran aún más.

Los días transcurrían rápidamente, y la fecha de mi cumpleaños se acercaba más y más. Cada vez que pensaba en ello, una mezcla de emociones me invadía. No solo por el significado que este cumpleaños tenía en términos de mi poder, sino también por lo que significaba para mi relación con Eva y lo que venía después.

Me di cuenta de que no podía seguir ocultando lo que sentía y lo que había ocurrido entre Eva y yo. Mis amigos merecían saber la verdad, y yo necesitaba compartirlo con ellos, especialmente porque sabía que podrían ayudarme a procesar todo lo que estaba sucediendo.

Una tarde, mientras estábamos todos reunidos en la cafetería, decidí que era el momento adecuado. Sophie, Robert, Mikel y Rashel estaban hablando animadamente sobre cualquier cosa menos los estudios, riendo y disfrutando del rato juntos. Pero yo no podía concentrarme, no cuando tenía algo tan grande que compartir.

—Chicos... —comencé, interrumpiendo su conversación con cierta timidez—. Hay algo que necesito contarles.

Todos se giraron hacia mí, sus sonrisas se desvanecieron ligeramente al notar la seriedad en mi voz. Sophie fue la primera en hablar.

—¿Qué pasa, Helena? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Tomé una respiración profunda antes de continuar.

—Es sobre Eva y yo... —dije, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas.

Las miradas de mis amigos cambiaron de curiosas a sorprendidas en cuestión de segundos. Mikel alzó una ceja, mientras que Robert simplemente dejó caer su tenedor en el plato.

—¿Eva... la profesora? —preguntó Rashel, con una mezcla de asombro y escepticismo.

Asentí lentamente, sintiendo que mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

—Sí... hemos estado... bueno, nos hemos acercado mucho últimamente. Y... somos compañeras—no sabía exactamente cómo decirlo, pero las palabras salieron—. Estamos juntas

Hubo un silencio momentáneo mientras mis amigos procesaban lo que acababa de decir. Luego, Sophie fue la primera en reaccionar, su rostro se iluminó con una sonrisa amplia.

—¡Wow, Helena! —exclamó, claramente emocionada—. Eso es... inesperado, pero también genial. Me alegra que lo compartas con nosotros.

—Sí, no lo vimos venir —añadió Robert, finalmente recuperándose de la sorpresa—. Pero si es lo que te hace feliz, estamos contigo.

Mikel, por su parte, simplemente sonrió y me dio un golpe amistoso en el hombro.

—Vaya, Helena. No sabía que tenías tanta habilidad para mantener secretos. Felicidades, chica —dijo con una risa.

Rashel parecía un poco más pensativo, pero finalmente asintió con aprobación.

—Debe ser difícil, considerando todo lo que está pasando... pero si ambos están de acuerdo, entonces no hay nada más que decir —comentó, con un tono más serio.

Sentí una oleada de alivio al ver que mis amigos aceptaban la situación sin problemas. No sabía exactamente cómo iban a reaccionar, pero su apoyo significaba mucho para mí.

—Gracias, chicos. De verdad, gracias por entenderlo —dije, sintiéndome mucho más ligera.

—No hay problema, Helena. Solo prométenos que no te olvidarás de nosotros ahora que tienes a la profesora más guapa del instituto a tu lado —bromeó Sophie, guiñándome un ojo.

No pude evitar reírme, sintiendo que la tensión se disipaba con cada palabra.

—Nunca podría olvidarlos —respondí, sonriendo ampliamente.

Después de la conversación, sentí que un peso enorme se había levantado de mis hombros. Sabía que todavía había muchos desafíos por delante, pero al menos ya no tenía que cargar con el secreto de mi relación con Eva sola.

Mientras me metía en la cama, el aire frío de diciembre se filtraba por la ventana, recordándome que el tiempo no se detiene. Pero con mis amigos a mi lado y Eva en mi vida, sentí que estaba un poco más preparada para lo que venía.

Y así, con esos pensamientos, dejé que el sueño me envolviera, sabiendo que pronto enfrentaría uno de los momentos más importantes de mi vida.

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