Capítulo-24

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Después de entrenar, nos dirigimos de vuelta al instituto. Estaba a punto de irme a descansar cuando uno de los asistentes de la directora Rose me interceptó en el pasillo.

—Helena, la directora quiere verte en la oficina —me dijo, con una expresión seria.

Sentí un nudo formarse en mi estómago. No estaba segura de por qué me llamaba, pero sabía que no podía ignorar la convocatoria. Me despedí de mis amigos y me dirigí hacia la dirección, sintiendo la tensión aumentar con cada paso.

Cuando llegué, Eva me estaba esperando, junto a la directora. La mirada de Eva era intensa, y su expresión era casi impenetrable. Sabía que esto no era una simple charla.

—Helena, hay algo importante que debemos discutir —comenzó Eva, su tono era suave pero firme—. Es hora de que enfrentes una parte de ti que has estado evitando.

La miré, sin entender del todo a qué se refería.

—¿De qué hablas? —pregunté, mi voz mostraba la confusión que sentía.

—Necesitas beber sangre —dijo Eva, sin rodeos.

El impacto de sus palabras me dejó helada. Sabía que, como parte de mi naturaleza híbrida, el lado vampiro también era una realidad, pero no estaba lista para enfrentar esa parte de mí. La idea de beber sangre me repugnaba, y no pude evitar dar un paso atrás.

—No... no puedo hacer eso —dije, negando con la cabeza—. No quiero... no quiero ser así.

Eva dio un paso hacia mí, su expresión era comprensiva pero firme.

—No puedes ignorar lo que eres. Necesitas hacerlo para mantener el equilibrio dentro de ti. Si no lo haces, podrías perder el control en un momento menos adecuado —explicó.

Quería seguir negándome, pero la lógica en sus palabras me hizo dudar. Sabía que tenía razón, pero aún así, el pensamiento de beber sangre me aterrorizaba.

—Eva, no sé si puedo... —susurré, sintiendo la desesperación crecer dentro de mí.

Eva se acercó más, colocando una mano en mi hombro. Su contacto era reconfortante, pero no me libraba del miedo.

—No estás sola en esto. Estaré contigo todo el tiempo —dijo, su voz era suave, casi maternal—. Solo tienes que confiar en mí.

Finalmente, después de lo que me pareció una eternidad, asentí. No tenía otra opción. Sabía que si quería mantener el control sobre mis poderes, tenía que aceptar todas las partes de mí, incluso las que me asustaban.

Eva me guió hacia una pequeña mesa en la oficina, donde había una copa con un líquido oscuro. Sabía lo que era, y el simple olor me revolvió el estómago. Pero cuando miré a Eva, vi en sus ojos una mezcla de determinación y cuidado que me dio el valor que necesitaba.

—Tómalo lentamente —me dijo, su voz era casi un susurro—. Deja que tu cuerpo lo acepte.

Tomé la copa con manos temblorosas, acercándola a mis labios. Cerré los ojos y, con un profundo suspiro, bebí un sorbo.

El sabor era metálico y fuerte, pero no era tan repugnante como había imaginado. Sentí cómo el líquido se deslizaba por mi garganta, y una ola de energía recorrió mi cuerpo, llenándome de una calidez extraña pero agradable.

Cuando bajé la copa, respiré profundamente, tratando de asimilar lo que acababa de hacer. Mis ojos se encontraron con los de Eva, y vi un destello de algo que no había esperado: orgullo.

—Lo hiciste bien —dijo con una pequeña sonrisa.

Pero antes de que pudiera responder, algo dentro de mí despertó, una especie de audacia que no reconocía. Me incliné hacia Eva, acercando mis labios a su oído, y en un susurro atrevido, le dije:

—La única sangre que quiero probar es la tuya.

El rubor que cubrió las mejillas de Eva fue inmediato. Ver a la siempre controlada y fría Eva reaccionar así me dio una extraña satisfacción. Sus ojos, generalmente duros y calculadores, se suavizaron por un momento mientras se encontraba conmigo.

—Helena... —murmuró, sin poder ocultar la sorpresa en su voz.

La sensación de poder, de control sobre mi destino, era intoxicante. Eva, sin embargo, no se dejó llevar por mucho tiempo. Recuperó su compostura rápidamente y me miró con seriedad, aunque no pudo evitar sonreír ligeramente.

—Tienes un espíritu fuerte, y eso es bueno. Pero hay cosas que debemos manejar con cuidado —dijo, su tono era más formal, aunque todavía suave.

Luego, cambió el tema abruptamente, volviendo a la razón por la que estaba allí.

—Helena...hay algo más que debes saber. Yo también soy una híbrida —dijo, observando mi reacción.

Mis ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Tú también...? —pregunté, sin poder ocultar la sorpresa en mi voz.

—Sí, mitad vampiro, mitad bruja, pero tu linaje te hace más fuerte que yo —confirmó—. Es por eso que quiero ayudarte a entender y controlar tus poderes. Lo que estás experimentando, yo ya lo he pasado, y sé que puedo guiarte en este proceso.

Pasamos el resto del día juntas, hablando y practicando mis habilidades de bruja. Eva me mostró cómo canalizar la energía de una manera más eficiente, y aunque el proceso fue agotador, sentí que estaba progresando rápidamente. En cada oportunidad que tenía, Eva aprovechaba para coquetearme sutilmente, y aunque me divertía, también me hacía sentir más conectada con ella.

Cuando finalmente el día llegó a su fin, me sentía más segura de mí misma, más en control. Sabía que todavía quedaba un largo camino por recorrer, pero con Eva a mi lado, estaba lista para enfrentar lo que viniera.

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