Capítulo-31

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El bosque que me rodeaba era oscuro, casi opresivo, y los lobos que lo habitaban no dejaban de observarme con sus ojos brillantes y penetrantes. Sabía que esto era una ilusión, una prueba creada para enfrentarme a mis miedos más profundos, pero eso no hacía que la experiencia fuera menos aterradora.

Intenté recordar todo lo que Eva me había enseñado. Las lecciones sobre cómo controlar mis emociones, cómo canalizar mi poder, y cómo enfrentar lo que más temía. Sabía que si no lo hacía, quedaría atrapada en este lugar, en mis propios miedos.

—Todo esto es una prueba —me recordé en voz baja—. No es real... pero mis reacciones lo son.

Los lobos comenzaron a avanzar, sus gruñidos resonaban en el aire, llenos de amenaza. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, pero en lugar de ceder al pánico, intenté concentrarme en el poder que sentía dentro de mí. Podía sentirlo, cálido y fuerte, esperando ser liberado.

Respiré hondo y levanté una mano, intentando invocar ese poder. Sentí una chispa de energía en la punta de mis dedos, pero antes de que pudiera concentrarlo, una de las sombras se abalanzó hacia mí. Instintivamente, retrocedí, pero el lobo que había saltado desapareció justo antes de alcanzarme, desvaneciéndose en una nube de humo.

—Esto es una ilusión —me repetí, intentando calmar mi respiración acelerada.

Los lobos restantes comenzaron a rodearme, moviéndose en círculos, como si estuvieran esperando el momento perfecto para atacar. Sabía que no podía dejar que me controlaran, que debía tomar el control de la situación antes de que se desbordara.

—Recuerda lo que Eva te enseñó —me recordé a mí misma, cerrando los ojos por un momento para concentrarme.

Sentí el poder dentro de mí, más fuerte ahora, más insistente. Como si mi cuerpo estuviera recordando lo que era capaz de hacer. Abrí los ojos y me concentré en los lobos, visualizando el poder extendiéndose desde mi interior hacia el exterior.

—¡Basta! —grité, dejando que todo el poder que había acumulado fluyera desde mis manos.

Una onda de energía salió de mí, barriendo a los lobos y las sombras que me rodeaban. Los gruñidos y aullidos se desvanecieron en el aire, dejando un silencio abrumador a su paso. El bosque se disolvió lentamente, transformándose en un paisaje diferente.

Ahora estaba de pie en un terreno baldío, bajo un cielo oscuro y sin estrellas. A lo lejos, vi una figura que reconocí de inmediato: Lucien.

Su presencia era imponente, más real que las ilusiones anteriores. Esta vez, no era solo una sombra. Podía sentir su poder, su odio, y la amenaza que representaba.

—Pensé que podrías haber sucumbido ya, híbrida —dijo Lucien, su voz era fría y burlona—. Pero parece que tienes más resistencia de la que pensé.

—No me conoces, Lucien —respondí, intentando mantener la calma—. Y no voy a dejar que me derrotes.

Lucien rió, un sonido que me hizo temblar por dentro.

—Eso es lo que todas las víctimas dicen —respondió—. Pero tú, Helena, eres diferente. Eres más que solo una híbrida. Eres un experimento fallido, un error que nunca debería haber existido.

Sentí que la rabia comenzaba a burbujear dentro de mí. No sabía exactamente qué quería decir Lucien con esas palabras, pero no iba a dejar que me afectaran.

—No soy un error —respondí con firmeza—. Y no me vas a controlar.

Lucien avanzó hacia mí, su presencia era tan poderosa que sentí como si el aire a mi alrededor se espesara, dificultando la respiración. Pero no iba a retroceder, no ahora. Recordé las palabras de Eva, su confianza en mí, y el poder que había sentido antes.

Sabía que Lucien era fuerte, pero también sabía que yo lo era. Y no iba a dejar que ganara.

—Vamos a ver si puedes respaldar esas palabras, —dijo Lucien, antes de lanzarse hacia mí.

No tuve tiempo para pensar, solo para actuar. Levanté las manos, sintiendo cómo el poder dentro de mí respondía al desafío. Una barrera de energía se formó a mi alrededor justo a tiempo para bloquear su ataque, pero la fuerza del impacto me hizo tambalearme.

Lucien rió de nuevo, pero no se detuvo. Siguió atacando, con cada golpe su fuerza parecía aumentar, mientras que la mía comenzaba a flaquear. Sentí que la barrera que había creado empezaba a ceder, y por un momento, el pánico me invadió.

—¡Helena, confía en ti! —escuché la voz de Eva resonando en mi mente.

Sabía que tenía que hacerlo, pero era difícil no ceder ante la presión. Cerré los ojos por un momento, recordando todo lo que había aprendido, todo lo que había enfrentado hasta ahora. No podía dejar que Lucien ganara. No cuando había llegado tan lejos.

Sentí el poder dentro de mí crecer de nuevo, esta vez más fuerte, más controlado. Abrí los ojos y vi a Lucien justo frente a mí, su ataque estaba a punto de romper mi defensa.

—¡No! —grité, liberando todo el poder que había acumulado en un solo ataque.

La energía estalló a mi alrededor, empujando a Lucien hacia atrás con una fuerza que no esperaba. Pude ver la sorpresa en su rostro mientras intentaba resistir, pero mi ataque fue más fuerte de lo que él había anticipado.

Lucien fue lanzado hacia atrás, su figura se desvaneció en la distancia, y el terreno baldío a mi alrededor comenzó a desmoronarse. El cielo oscuro se iluminó brevemente antes de que todo se desvaneciera en una explosión de luz.

Cuando la luz se desvaneció, me encontré de pie de nuevo en la arena donde todo había comenzado. El entorno era diferente ahora, más luminoso, más tranquilo. Y Eva estaba allí, esperándome con una sonrisa llena de orgullo.

—Lo lograste —dijo, acercándose a mí.

Sentí cómo la tensión y el cansancio del combate comenzaban a desaparecer, reemplazados por una sensación de logro y alivio.

—No lo habría logrado sin ti —dije, sintiendo una profunda gratitud hacia ella.

Eva sacudió la cabeza suavemente.

—Lo lograste por ti misma. Todo lo que hiciste fue por tu propia fuerza, tu propio poder. Estoy muy orgullosa de ti —dijo, colocando una mano en mi hombro.

Sentí una oleada de emoción al escuchar sus palabras, y por un momento, me permití disfrutar del sentimiento de haber superado la prueba.

Pero sabía que esto era solo el comienzo. Lucien aún estaba ahí fuera, y esta vez no sería una ilusión.

—Este fue solo un paso. Pero fue un paso importante. Y cuando llegue el momento, estarás lista para enfrentarlo de verdad —dijo Eva, como si leyera mis pensamientos.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Había enfrentado mis miedos aquí, y había ganado. Pero la verdadera batalla estaba aún por venir. Y cuando llegara, estaría lista.

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