24: ayúdame

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Capitulo 24: ayúdame

Ophelia Cappellari 

Cerré la puerta de su oficina con fuerza sin importar que los empleados voltearan a verme confundidos. 

Realmente soy una estúpida, ¿cómo pude… cómo pude por un momento confiar en ese hombre? Desde el principio, ese fue mi error, no debí confiar en él ni menos esperar algo de su parte. 

¿No sirvo ni como reemplazo? Me reí recordando aquellas palabras y, si dolieron, fue como mil cuchillos acuchillándome. 

Después de todo, él no es diferente a esos malditos hombres.

— Evelyn. — Ni siquiera me detuve al escuchar la voz de Elodie y después de todo no quería seguir utilizando el nombre de mi hermana, Nikolay había dicho que ni siquiera como reemplazo servía entonces no hay más caso que siga aquí ni menos con ese plan suyo, jamás le voy a perdonar esas palabras que se quedaron grabados en mi cerebro, repitiendo una y otra vez. — Oye. — Una mano me detiene. — ¿Estás bien? ¿Dónde estás yendo? — preguntó quedándose enfrente mía, ni siquiera me había dado cuenta de que ella me había seguido en todo mi camino. 

— No sé… — Susurré mirándola, ni yo sabía dónde iba, simplemente mis pies caminaban fuera de la empresa. 

— ¿Estás bien? ¿Te pasó algo con el jefe? —cuestionó preocupada. Buscando ver mi rostro, ya que todavía me mantenía oculta con la cabeza gacha.— ¿Te hizo algo? 

— Eso no importa, Elie. — Finalmente, levanté la cabeza mirándola y ella frunció el ceño al ver mi rostro. 

— Estás llorando, ¿qué te hizo ese imbécil? 

— Puedes sacarme de aquí, Elie. — Duda un segundo ante mis palabras y mira la hora en su reloj. — No importa, puedo irme sola. — Después de todo, ella tenía su trabajo aquí y no lo podía abandonar así como así, sin contar que Nikolay es un hijo de puta. — Después de todo, tienes trabajo, no quisiera que despidieran por mi culp- 

— No importa, vamos. — La miré sorprendida y ella me regaló una sonrisa amable. — Conozco un lugar para hacer que te desahogues.

— ¿Segura? Si Nikolay se entera. 

— Que se vaya al diablo el jefe, hizo llorar a mi amiga. — Sonreí ante sus palabras y su mano toma la mía arrastrándome fuera de la empresa y me dejó llevar sin problema alguno. 

Eran las 9:45 PM; sin embargo, Elie y yo, a pesar de estar por más de tres horas en el lugar, ninguna pensaba irnos. 

Trago tras trago, nuestra mente comenzaba a dar vueltas, y tal vez ella tenía razón, porque con cada trago que tomaba era como si todas mis preocupaciones y heridas estuvieran desapareciendo, y cuando más el alcohol hacía ese efecto, más quería yo. No quería recordar a ese malnacido de Nikolay, ni menos sus crueles palabras, quería olvidarme de todo eso, estar en paz, aunque sea solo por un momento. 

— Ese hombre hip… — Su hipo interrumpió sus palabras; sin embargo, mis ojos se dirigieron donde sus manos señalaban. — No deja hip… de mirarnos. 

En la planta alta había un hombre que nos estaba mirando fijamente, sin importar que le hubiéramos descubierto mirándonos, si no en vez de eso sonríe. 

Mi mente ya estaba bastante fuera de sí, pero era lo menos que me importaba. Todos los hombres eran iguales, así que no había motivo de confiar en ellos y Nikolay había sido prueba de ello. 

Negué con la cabeza, no entiendo por qué tuve que estar pensado en ese maldito bastardo justo en ese momento. 

Ahora no sé qué diablos iba a hacer ahora, estaba decidida de romper ese maldito trato que habíamos hecho. Sus palabras fueron más claras que el agua, así que no habría motivo de seguir con esa mentira. 

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora