26: Tócame

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Capitulo 26: Tócame

Nikolay Miller 

Nunca había deseado tanto llegar a casa con tanta desesperación. 

— Ya basta. — Trato de controlarme, sin embargo, ella no coopera, y se sube a mi regazo. 

— Ayúdame. —Siseó, hundiendo su rostro en mi cuello. — Por favor. — Súplica y su lengua recorre por todo mi lóbulo con su mano, deslizando en mi entrepierna en el proceso. 

Trato de controlar y no lanzarme como una bestia sobre ella.

— Ya basta. — Tomé su mano deteniéndola. — No estás consciente de lo que le pides. 

Es obvio que ella está actuando así, porque al parecer la drogaron en ese lugar. La gatita que conozco jamás diría aquellas palabras y más cuando la lastimé apenas hace una hora. 

— No… — Forcejea liberándose de mi agarre y trata de bajar el tirante del vestido, la detuve abrazando su pequeño cuerpo contra mi pecho. 

— Me vas a volver loca gatita. — Hundo mi rostro en su cuello y ella gime ante aquello, mi vista se dirige donde el chofer y su vista se encuentra en la carretera. — Si volteas la mirada, eres hombre muerto. — El chófer asiente sin ser capaz de levantar la mirada. 

— Por favor. — Sus uñas se hunden en mi espalda. — Nikolay…

— ¿Tanto quieres que te ayude? — La tomé de la nuca alejándola. Sus ojos se clavan en los míos, asintiendo. No sé si es por la borrachera o la droga, pero su rostro está completamente rojo mientras que su cuerpo tiembla en mis brazos. Está completamente fuera de sí. 

De eso no hay duda, pero aun sabiendo eso no fui capaz de detenerme. Juntando nuestros labios. La besó como nunca lo había hecho, devorando sus labios y ella correspondió de la misma manera, moviendo su cadera. 

— ¡Ah! — Gime por mi mordida en su labio inferior alejándose. —¿Me mordiste? — preguntó sollozando y no pude evitar reír por su cara. 

—¿Quién diría que la gatita también puede actuar tierna? — Recogí su cabello con mi mano, dejando su cuello a mi merced. — Pero está bien. — Mi lengua recorre por todo su lóbulo y su cuerpo se tensa. — Soy el único que lo sabe. — Bajó hasta su cuello dejando leves besos, suelto su cabello que termina deslizando en su hombro.

— Mmm… 

— Señor, llegamos. — La voz del conductor nos interrumpió, levanté la cabeza y apenas me di cuenta de que había llegado. 

— Hemos llegado, es hora de que te bajes. 

— No… — Niega, rechazado la idea de soltarme. 

Dios, si ella estuviera consciente, no sí misma, no sería tan amable. Sabe lo jodidamente hermosa que se ve esa manera, esta noche parecía que va a ser una tortura para mí. 

— ¿No quieres soltarme? — niega con su rostro, sonrojada.

— Joder, ojalá fueras así todos los días. —Me preparo para bajar al auto con ella y sus brazos se aferran con fuerza en mi cuello. — No te preocupes, no te bajaré. —Estoy viendo un lado que nunca he visto de ella y maldita sea que ese lado le vuelve loco, me dan ganas de hacerla de todo, tocar cada centímetro de ella, conocer cada parte de su blanca piel, pero era algo que no podía hacer, o al menos por ahora. 

No podía hacerle algo, estando en ese estado sin estar consciente de sí misma, me odiaría más de lo que ya me odia.

Bajo del auto, con ella en mis brazos, entrando en la casa, subo al segundo en dirección de su habitación. 

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora