07: Reacción alérgica

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Capitulo 07: Reacción Alérgica

Ophelia Cappellari

Observó cómo esa mujer se va. Hace apenas unos minutos me había resignado a meterme en la batalla entre ellos, pero luego recordé que la propuesta me hizo para ser su secretaria y más que obvio que fue debido a que no quería que ella lo fuera. Así que decidí ayudarlo. Después de todo, era ese tipo de acuerdo que teníamos, que yo le ayudaría, mientras que él me ayudaría. 

Respiró hondo cuando esa mujer desaparece por completo de mi vista, y bajo la vista para observar su mano en mi cintura, su mano sigue en el mismo lugar sin intención de alejarse. 

— ¿No Crees que es hora de soltarme? — Reacciona ante mis palabras y mira su mano para quitarlo levemente, me alejo mirándolo. — Tu amor por Evelyn es mucho más profundo de lo que pensaba. 

Cuando dijo que la amaba, nunca se me cruzó por la cabeza que fuera tan profundo, a decirme verdad ese hombre parece ser todo menos una persona que se ha enamorado o lo sigue siendo. 

— ¿Qué? ¿Acaso nunca creíste que de verdad la amaba? — Cuestiona mirándome fijamente y asiento. Sinceramente, jamás lo pensé, pero lo estoy empezando a creer. 

— ¿La amabas? — Arqueó las cejas mirándolo.  

— La amó. — Corrige antes mis palabras. — Sigo amándola. — Sonrió levemente. 

Él todavía sigue aferrándose a ella sin importar que ya no esté. Debe ser duro, seguir amando a alguien aun sabiendo que no esté en este mundo y jamás lo volverás a ver. 

Cuánto debe doler eso.

— Es bueno que sigas amándola, estoy segura de que, dónde sea que esté, debe estar feliz de que no la hayas olvidado. — Me mira por unos segundos sin decir nada, un silencio bastante incómodo para los dos. 

Desvió la mirada tosiendo para romper esa atmósfera. 

— No … No crees que deberíamos ir a firmar ese contrato. — Propongo interrumpiendo aquel silencio incómodo y asiente ante mis palabras. 

— Señor, el desayuno está listo. — Avisa el mayordomo. 

— Vamos, hablaremos mientras desayunamos. — Dice y camina hacia adelante, dirigiéndose al comedor. Miré su espalda, alejándose cada vez más de mí, para luego seguirlo. 

Llegando al comedor, tras sentarme el mayordomo deja un sobre enfrente mío retirándose tras aquello. Ahora estamos completamente solos. 

Levantó la vista para observarlo comer.

— Ese es el contrato ¿Cierto? 

— Come primero. — Ordena, dejando el tenedor a un lado mientras se limpia los labios con una servilleta. 

Mis ojos se dirigen a la comida para luego observarlo. 

— ¿Qué? ¿También eres alérgica a la soja? — Cuestiona. 

— ¿Crees que porque Evelyn lo era yo también? — Frunzo los ceños. — Para tu información, no, no soy alérgica a ello.

— Entonces come. — Me reta. — Si no eres alérgica, no creo que sea un problema que comes. — Miro el desayuno entrecerrado los ojos. 

— No tengo ganas de comer. 

— Ayer tampoco comiste. — Dice. 

— No pensé que estarías prestando tanta atención si como o no. — Sonrió mirándolo, obligándome a no desviar la mirada. Aunque no lo parece, sus ojos, su mirada, siempre me pone nerviosa. 

Aprieto mis manos en el vestido, cuando se levanta haciendo que el ruido de la silla hiciera eco en el comedor. 

— No es que quiera estar pendiente, pero estamos a punto de firmar un trato. No puedo permitir que mueras en mis manos. Te necesito más que viva en estos momentos, muerta no me serás de ayuda. — Bajo la cabeza cuando lo siento frente mío. — Levanta la cabeza y mírame. — Ordena y aprieto los labios, dudando de si hacerlo o no; sin embargo, me toma por sorpresa en la mandíbula, causando que nuestros ojos se encontrarán. 

— Aceptaste las reglas. — Trato de hablar; sin embargo, me interrumpe. 

— Lo sé, pero tú me estás obligando a no cumplir mi parte. — Observa el desayuno para tomar la cuchara. 

— Nikolay. — Trato de detenerlo, al ver cómo acerca la cuchara de comida en mis labios. — Detente. — Siseó, sin embargo, aprovechó para meter la cuchara de en mi boca. Cuando estoy por escupirlo, tapa mis labios causando que lo tragara inconscientemente. 

Trato de levantarme para ir, pero me toma del brazo haciendo que vuelva a sentarme, y no pasa un segundo y, siento cómo mi cuello, me empieza a picar. 

— Necesito ir al baño. — Lo empujó, logrando escaparme con éxito, llegando al baño, tratando de vomitar lo que había comido.

—Me mentiste, ¿no? Porque dijiste que no eras alérgica a ello. — Lo escuchó tras mío sosteniendo mi cabello evitando que se ensucie. 

— ¿Qué querías lograr con eso? — Me dejó caer en el suelo tras haber vomitado lo suficiente; sin embargo, la reacción alérgica no había desaparecido. — Si soy alérgica o no, no es de tu incumbencia.

— Ella era alérgica. 

— ¡Y eso qué! —alzó la voz enojada. — Y que sí lo era alérgica. —Rasgó mi cuello, molesta por la sensación de picazón. — No te mentí porque quisiera, pero debes tener claro algo, Nikolay. Yo y Evelyn nos parecemos en muchas cosas y es porque somos gemelas. Desde niña ambas hemos sido alérgicas a la misma cosa, por lo más raro que parezca. —Trato de levantarme y casi me caigo, si no fuera por sus brazos que le retuvieron. 

— Tu cara está roja. — Aparto su mano cuando intenta tocarme la frente. 

— Dijiste que me necesitabas viva, pero casi me matas. ¿Sabes qué hubiera pasado si hubiera alcanzado a vomitar? — Le recriminó tratando de rascar mi cuello, algo sin éxito porque su mano deteniendo la mía me lo impide. 

— Fuiste tú quien me mintió, además, cuánto más te rasques será peor. — Respiró agitado cuando su mano se envuelve en mi cuello, pero a diferencia de las otras veces, no lo aprieta para hacerme daño. — Tu cuello está rojo. — La sensación del frío en sus manos me da una sensación de alivio, porque en estos momentos siento como si mi cuello estuviera en llamas, pero con la sensación del frío de sus dedos siento que ese ardor está desapareciendo cada vez más. 

Durante mi distracción, aprovecha para abrir la llave de la bañera que está a su lado, dejando que la tina se llene de agua. 

— ¿Qué haces? — Cuestionó sorprendida cuando me toma por sorpresa levantándome en sus brazos. 

— Te sentirás mejor después de esto. — Dicho eso, me deja en la tina llena de agua, terminando de empaparme por completo.

— ¡Eres un idiota! — Maldigo por la sensación del agua fría envolviéndome, el agua está helada, trato de salir pero me detiene. 

— Quédate aquí, el agua fría te ayudará con la reacción alérgica.

— Hace mucho frío. — siseó abrazando mi cuerpo.  — ¿Qué haces? — Observó cómo se quita la camisa y pase saliva al ver su abdomen desnudo. — ¿Qué crees que haces? — Retrocedo al ver cómo se mete en la bañera. — Acordamos. — Detiene mis palabras cuándo me toma de la muñeca, acercándome a su pecho, dejándome sentada en su regazo en el proceso.

— Hace frío, ¿no? — Es lo único que dice antes de que sus manos me cubren por completo, abrazándome en su pecho. — Debes quedarte en el agua unos minutos más, así que te acompañaré.

Levantó la cabeza mirándolo, pero una de sus manos cubre mis ojos en el proceso. 

— ¿Por qué? ¿Por qué me tapas los ojos? — Trato de quitar su mano. 

— Quédate así por un momento. — Por primera vez oigo ese tipo de tono suave viniendo de él. Su mano sigue cubriendo mis ojos. — Solo por un momento.

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora