12: Distanciamiento

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Capitulo 12- Distanciamiento

Ophelia Cappellari. 

Apenas salgo del hospital, los hombres de seguridad de Nikolay se acercan acompañándome en el auto. El chófer abre la puerta, y decidí en entrar antes de darle un último vistazo al lugar. 

—Me voy a volver loca. —Apoyó mi cabeza en asiento y suspiro frustrada. 

¿Por qué tenía que llevarme a un maldito hospital? 

¿Po qué?

Esos lugares los detesto, todo debido a esa maldita. Ella tenía un hospital especial para hacer que sus asquerosos guardianes nos revisaran cada vez, y eso es lo más desagradable. Con solo entrar ese sitio, tenía ganas de vomitar, porque me hace recordar todas las mierdas que quiero olvidar. 

No entiendo por qué su preocupación tan repentinamente, si desde que llegué aquí él no ha sido más que un imbécil bipolar. Lo que me preocupa es que me acostumbre a sus buenos tratos repentinos para luego salir lastimada del que ya estoy. No importa si fuera otra persona, tal vez no me sentiría mal, pero ¿por qué tenía que ser él? No quiero lastimarme más y sé que si llega un día que llegue a tener un mínimo afecto por él, soy yo quien saldrá perdiendo y no creo que lo soportaría esta vez.

No Nikolay. 

Cualquier persona menos él, puedo amar a cualquier persona menos a él. 

Eso es algo que tendré que recordarme cada día para no olvidarlo jamás. 

— Que tanto piensas. — Lo miró entrando en el auto al lado mío. 

— No es tu asunto. — Volteo a mirar afuera a través de la ventana del auto. 

— ¿Señor necesita que le lleve otro lugar? — Pregunta el chófer. 

— A la farmacia. — Responde él y en segundo el auto se puso en marcha. Sigue sin despegar su mirada sobre mí, puedo sentir su mirada sobre mí a pesar de no verlo. 

— ¿Pasa algo? — Cuestionó sin mirarlo. 

— Mírame a los ojos y háblame. — Ordena. Aprieto los labios.

Realmente odio sus malditos órdenes, habíamos quedado en algo, él no se metería en mis cosas y no me metería en sus cosas.

— Jódete. — Gruñó enojada sin seguir su orden. 

Toma mi mentón molesto mirándome. 

— ¿Por qué de tan mal humor? — Me mira esperando mi respuesta, pero no le doy respuesta. — ¿No vas a decir nada? 

— ¿Qué quieres escuchar tú? — Le devuelve la pregunta, me mira fijamente clavando sus ojos azules en los míos, y en serio lo odio porque siempre logra intimidarme con sus malditos ojos. 

— Olvídalo. — Me suelta Finalmente, cuando el auto se detiene, baja ahí mismo, cerrando la puerta sin decir ninguna palabra. 

Observó el lugar que encontramos para darme cuanta que llegamos a la farmacia. 

¿Qué hacemos aquí? 

Me cuestioné a mí misma, además de por qué él mismo tendría que bajar para comprar cuando tiene tantos hombres de seguridad atrás. En fin. 

Quién lo entiende. 

Después de diez minutos, finalmente vuelve con una bolsa en mano y me lo da, no en realidad solo lo arroja encima de mí, sin decir nada. 

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora