22: Fué un error

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Capitulo 22: Fué un error

Nikolay Miller

A decir verdad, hace días me he estado obligando a controlarme, y no perder el control con ella. No devorarla en cualquier instante, hace días he estado conteniendo ese impulso.

Pero todo mi esfuerzo, se fue al carajo al verla ahí enfrente de mí simplemente con una toalla y ya me imaginaba lo que había de abajo de esa toalla.

— Mm… — Jadea cuando aprieto su trasero en mis manos. A medida de besos y jadeos, nuestra piel se ha ido poniendo más caliente en busca de más contacto con nuestro cuerpo.

Recorrí mis labios por todo su cuello, jugando con sus senos. Con solo tocarla, una dulce melodía sale de sus hermosos labios. No había lugar donde ansiaba tocar.

Aun jugando con sus senos, mis manos se meten dentro de su braga, tocando su zona íntima, y ella jadea aferrándose a mis brazos. No importa en qué lugar la toqué, siempre reacciona de esa manera, poniéndome más ansiosos de querer comerla de un solo bocado.

Cuando mis manos encontraron el camino hacia su entrepierna, la intensidad aumentó. Cada caricia sobre su clítoris era una descarga eléctrica que recorría su cuerpo, haciéndola arquear de placer. Alternaba entre movimientos suaves y circulares, mientras mis dedos exploraban con precisión las profundidades que tanto ansiaban.

Logro deshacerme de su braga mojada, no solo por el baño que se acaba de dar, sino por sus fluidos. Ahora la tengo completamente desnuda encima de mí, buscando más contacto entre nosotros y yo no le niego aquello.

— Nikolay… — Gimió en mi oído cuando mi dedo se adentró en sus paredes.

— Carajo, muñeca. — Besó su cuello tratando de controlar mi bestia y no follarla ahora mismo, muevo mi dedo en su interior, introduciendo un segundo dedo y ella arquea la espalda aferrándose a mi espalda con fuerza.

— Despacio… — Gimió lento y suave y, en vez de calmarme, mis dedos se movían frenéticamente en sus apretadas paredes, mientras que ella se retorcía sobre mi regazo, gimiendo de placer.

La besó ahogando sus gemidos de placer.

— Eres muy ruidosa, cariño. — Siseó sobre sus labios a continuación jugando con su lengua. Es demasiado ruidosa y dudo que si seguimos así lo empleado no la vayan a escuchar; su gemido no cualquiera podrá escucharlo.

Su cuerpo vibra y sus paredes se cierran alrededor de mis dedos; sin embargo, no me detuve y seguí moviendo mis dedos en su interior.

— ¡Aah! — Ahogó su grito en un profundo beso.

— Vaya. — Saco mis dedos y ella mira cada una de mis acciones. Sonrojándose al ver cómo limpio mis dedos con mi lengua. No despego mis ojos en ella. — Te viniste con solo mis dedos, nena. — Ante mis palabras, desvía la mirada, aun con la respiración agitada por todo lo que acaba de pasar; sin embargo, no pensaba darle fin a esto. — Ahora mira cómo me tienes. — Tomé su mano y la pongo sobre mi bulto notorio en mi pantalón. — Es hora de ser responsable, gatita. ¿No crees? — Sonreí.

Baja la mirada, mirando dónde se encuentra su mano y luego levanta la cabeza para mirarme, carajos sus ojos, de tan solo verlos tenga una intensidad de tocarla más.

— Yo… — sisea en hilo de voz aún sonrojada.

Deseaba explorar cada lugar de su piel, cada rincón y dejar mis huellas por toda su pálida piel, ese era mi plan si no fuera porque alguien tocó la puerta antes de que pudiéramos hacer algo más.

Justo ahora, nos interrumpen.

«Carajos», maldije, molesto, juro que si no es algo importante, mato al que está detrás de esa puerta.

Fulminó la puerta con una mirada de molestia, Y ella reaccionó sorprendida. Se levanta y toma su toalla, envolviendo alrededor de su cuerpo ya lleno de mis marcas. Sus pezones se encuentran hinchados de tanto que lo chupe y lo seguiría haciendo si no fuera por ese entrometido en la puerta.

— Iré al baño. — Ni siquiera me deja responder y simplemente corre hacia el baño y suspiro molesto dirigiéndome en la puerta.

— ¿Quién, diablos? — Rugí molesto abriéndolo.

— Hola. — Megan saluda con una sonrisa, ella me enseña la bolsa. Respiró tratando de controlarme, había olvidado por completo que le había pedido ese favor de hacerse cargo de las ropas interiores de la gatita. — Lo que me pediste.

— De todos modos, gracias.

— Y esa cara. — Me mira de arriba a abajo sonriendo. — Ni que te hubiera interrumpido a punto de follar. — Dice entre broma, pero al ver mi cara suelta una carcajada. — ¿No me digas? — pregunta sorprendida esperando mi respuesta.

— No son cosas tuyas. — Tomé la bolsa arrancada de sus manos. — De todos modos, gracias. — No pensaba discutir con ella ni menos explicarle que había llegado en el momento equivocado.

— Amargado. — Chasquea la lengua y no dudó en cerrar la puerta en su cara, y ella patea la puerta molesta. Dudé un segundo antes de entrar al baño, pero sabía que si no entraba, ella no saldría.

— ¿Qué haces aquí? —reacciona, dándose vueltas, cubriendo su cuerpo desnudo. Miro su espalda desnuda sin saltarme ningún detalle.

— vine a traerte lo que necesitabas. — Mira la bolsa en mi mano, para luego mirarme.

— Date vuelta — Exige y no dudo en seguir sus palabras, dándome vueltas y escucho sus pasos, acercándose tras de mí y toma la bolsa en mis manos.

—¿A qué le temes si apenas hace un segundo te vi desnuda? — Niego sonriendo, apenas hace unos minutos exploré cada detalle de su cuerpo.

— Eso… eso fue un error. — Susurra, aunque logré escucharla perfectamente. — No volverá a suceder. — Finalmente, levanta la cabeza mirándome con seriedad.

— ¿Me estás diciendo que lo que acaba de pasar jamás debió pasar? — Le pregunté incrédulo, porque apenas unos segundos los dos estábamos conscientes de sí mismos y ese beso ni esos toques fueron un error, ambos lo queríamos.

— Así es, jamás debió pasar y los dos sabemos que no estaba bien, Nikolay. — Asiente confirmando mi pregunta.

— ¿Por qué? ¿Por qué no está bien según tú, Ophelia? — Me doy vuelta, mirándola y ella baja la cabeza ante mi pregunta, apretando ligeramente las manos en un puño.

— Tú eras su novio… — Me mira con los ojos llorosos, mordiéndose el labio inferior, un acto que hace para obligar a que ninguna lágrima se desliza por su mejilla. — Maldita sea. — Se da vuelta dándome la espalda y puedo ver cómo ella lucha consigo misma buscando la palabra correcta para hablar. — Solo… solo olvida lo que pasó. — Finaliza sin siquiera darse vuelta para mirarme.

— Si olvidó lo que pasó. ¿Tú harás lo mismo? —cuestionó molesto.

— Así es, haré lo mismo, al fin y al cabo no es tan importante recordarlo. — Sus palabras fueron como un balde de agua fría. Todo lo que había pasado no había sido absolutamente nada para ella. Reaccionó como una bestia acercándome, acorralándola en la pared de espaldas. — Repite lo que acabas de decir. — Le reto con seriedad y su espalda se tensa al tenerme así de cerca.

— Nikolay. — siseó con sorpresa mirándome sobre el hombro. — ¿Qué…? ¿Qué crees que haces?

— Retráctate. — Ordené observándola. — Retráctate antes de que sea demasiado tarde, Ophelia. — Exijo atrapando su mano con la mía. Pegándole en la pared.

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora