04: Mantenerla a mi lado

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Capitulo 04: Mantenerla a mi lado

Nikolay Miller

— Tengo… Tengo que pensarlo. — quita mi mano tartamudeando. — Lo pensaré. — Desvía la mirada dudosa. 

—Te doy hasta mañana. — Me alejo — piénsalo bien. — Asiente, alejándose torpemente hasta desaparecer de mi vista. 

¿Ayudarla a encontrar el asesino de sus padres? Niego sonriendo, ya sabía perfectamente quién era el asesino. No era nadie más que el hijo de puta de Richard. Tal como mató a Evelyn, se aseguró de aniquilar a toda la familia sin que tuviera oportunidad de hacer algo, lo que me preguntó ahora. ¿Cómo es que ella logró sobrevivir? 

Pero aun sabiendo todo esto en el momento, no convenía que ella lo supiera, porque esta es la única manera de que pueda aceptar ese trato. No importa qué tendría que hacer, debía mantenerla a mi lado hasta ahora, ella es exactamente igual que Evelyn con la única diferencia de sus pecas. 

Hace 2 años cuando estaba por casarme con Evelyn. Fue un secreto para toda Italia, nadie sabía aquello, y desde su muerte nadie tampoco sabe que ella está muerta. En estos años tuve que inventar que ella estaba de viaje y esta fue mi escusa para mantener a esos viejos lejos, que trataban de meterse a sus hijas en mi cama y es algo que detesto. Con su ayuda es más probable que pueda mantener esas mujeres fuera de mi vista. 

Respiró profundamente antes de tocar mis labios y ahí se encuentra la marca de la mordida de hace un rato, aunque se parecen físicamente iguales, es completamente diferente a la personalidad. 

— ¿Qué tanto piensas? — Me doy vuelta al escuchar la voz de Dario tras mí mi mano de derecha y se podría decir que lo considero como mi amigo.

— ¿Qué haces aquí? — bajo las escaleras con los ceños fruncidos.

— Malas noticias. — Sonríe dejando un sobre en la mesa. 

— Renuncia. 

— Tu secretaría renunció. — Sonríe divertido. 

— Fue truco de ese viejo verdad. — Asiente ante mis palabras y aprieto los puños con fuerza. 

— Ahora está solicitado que su hija sea tu secretaria. 

— Si se atreve a pisar mi oficina, mátala. 

— No es tan fácil. — Dario niega. — Ese viejo es nuestro mayor socio en la empresa y tiene un treinta por ciento de poder dentro de la mafia, matar a su hija causaría bastantes problemas, es más probable que declaré una guerra después de esto. 

— Solo estuve fuera por dos putos años. — Gruñó, furioso, solo estuve fuera de todo ese negocio por dos años tras la muerte de Evelyn. Fue un golpe difícil de superar por parte de Richard.

Tras su muerte me mantuve fuera de todo de este mundo, solo faltaba un poco que ella fuera mi esposa y vivíamos tal como habíamos prometido, pero ni siquiera eso pudo cumplirle porque Ricard me la arrebato a tan solo un instante. 

De solo pensarlo me pone furioso. 
No hay un solo día que no piense en ese día; El día que creía que sería mi día más feliz se había convertido en una pesadilla solo por ese hijo de puta. 

Desde entonces estuve aislado, nunca pensé que perder alguien sería tan doloroso por el simple hecho de que, desde que nací, estuve matando gente. Fui entrenando para esto, fue lo único que me enseñó Richard como padre. 

Pero luego me di cuenta de que si seguía de esa manera no habría manera de vengar a Evelyn y entonces decidí regresar; Sin embargo, muchas cosas habían cambiado durante mi ausencia tanto la empresa como la mafia, pero estoy dispuesto de comenzar de nuevo y le arrancaré la cabeza a esos malditos uno por uno incluyendo a ese viejo.

— Pues aprovecho de tu ausencia para hacer de las suyas. Si no buscamos otra secretaria lo más rápido posible, sin duda conseguirá que su hija se convierte en tu secretaria. 

— Busca otra secretaria urgente. — Sugiero.

— Ya comencé, pero hasta ahora nadie ha solicitado el trabajo. —Respiró hondo tratando de controlar mi furia, ya sabía que era una más de sus trucos, está demasiado desesperado. — ¿Qué hacemos? — Cuestiona y comienzo a pesar en una solución. Si esa mujer entra como si secretaria, es algo que aprovechará ese viejo para sacar información y creo que ya es hora de bajarle de su nube de poder. 

Sonrió cuando finalmente me llega una solución. 

— Creo que ya conseguí una secretaria. 

— ¿A qué te refieres? — Pregunta confundido. 

— No te preocupes, me haré cargo, tú solo encargarte de investigar lo que pasó en esos dos años que estuve fuera del negocio. 

— Sí. — Dicho esto, Dario se retira y miro la carta de renuncia sobre la mesa, esperando que el siguiente día llegue con rapidez. 

Tomé la carta de renuncia entre manos para hacerlo en pedazos, ni piense que con sus trucos podría controlarme. 

Subo las escaleras, yendo directamente la habitación de Ophelia; sin embargo, me detengo en seco al oír sus lloriqueos al otro lado de la habitación.

¿Estaba llorando?

— ¿Por qué estás llorando? — Abrí la puerta de golpe; sin embargo, no recibo ninguna respuesta de ella y sus sollozos continúan. Me acerqué a la cama para encontrarla dormida, moviéndose de un lado a otro, mientras que lágrimas deslizan en su rostro sin dejar de sollozar. —¿Quién hubiera pensado que lloras dormida? — La miro fijamente, convenciéndome a mí mismo de que ella no es Evelyn, por más que se parecen no es ella.

Me doy vuelta dispuesta a irme; sin embargo, una mano aferrada a mi brazo me detiene. 

— No— Volteó a mirarla y remueve en la cama, esta vez sollozando con más fuerte. —Por favor …— Su mano se aferraron con más firmeza a mi brazo.

¿Qué estará soñando para estar llorando así? 

Me pregunté a mí mismo, pero es algo que no debería importarme. Lo que ella esté soñando no es asunto mío.

Traté de alejarme, pero, aún dormida, se negó a soltarme. Suspiro con fastidio acercándome a la cama, sentándome en el borde. Al tenerme más cerca, se aferra con más firmeza, llegando a tranquilizarse poco a poco y tan solo unos segundos su cabeza ya se encontraba en mis piernas.

La miro por unos segundos desviando la mirada en el proceso, recordándome a mí mismo que ella no es más la hermana menor de Evelyn. 

— Me sigo preguntando cómo has sobrevivido. — Apartó el mechón de cabello en su rostro mirando sus pecas. Sin maquillaje, sus pecas son más visibles y algo que de alguna manera que le hace ver diferente.

Frenó mis palabras a tiempo al darme cuenta de aquellos pensamientos.

Qué tontería estoy pensando. 

Me apoyé en el marco de la cama y mis ojos se desvían hasta su cuello, viendo la marca de mi agarré de apenas hace unas horas.

— Carajos. — Inconscientemente, mi mano se dirige a su cuello tocando aquella marca: pensé que había controlado mi fuerza. Su piel es más frágil de lo que pensaba.

Escaneó su cuerpo por completo para darme cuenta de que su pijama se encuentra bastante arriba con sus muslos descubiertos además de que las tiras se encuentran bastante abajo revelando la piel de sus senos, me he quedado como un imbécil observándola, reaccionó cuándo mi brazo hace contacto con sus senos.

— Mierda. — Desvió la mirada alejando mi brazo sin importar que llegará a despertarse, si me quedó aquí definitivamente será peligroso y más probable que no pueda controlar mi bestia interior tal como antes.

Me levanté de la cama tratando de controlarme, mirándola por última vez me doy vuelta saliendo de la habitación de un portazo.

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora