31: Chispa de Maldad

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Capitulo 31: Chispa de maldad

Nikolay Miller: 

Desde el principio sabía que ese momento llegaría, tendría que decírselo algún momento. 
Ophelia era mi única opción en este momento y sabía que no sería lo correcto pedirle que se casó conmigo en nombre de Evelyn. Pero sabía que en cualquier momento iba a ocurrir ese maldito viejo Soracco no era estúpido… Mi plan es matar a ese maldito viejo, pero antes debo recuperar todo lo que me ha robado dentro de mi propia empresa. 

Me alejo al sentir mi hombro húmedo.

— Ophelia. — La miré sorprendida, su rostro se encontraba en un mar de lágrimas mientras se mordía el labio, como si estuviera ocultando su dolor. — Gatita. — La tomó del rostro limpiando sus lágrimas que no dejan de deslizar en su mejilla una por una, sabía que ella iba a tomar eso muy mal, pero jamás que fuera de esta manera, esperaba que empezará a gritar como siempre a negarse con todas sus fuerzas, pero no… ahí se encontraba llorando, creo que es la segunda vez que la veo llorando desde aquella noche de su pesadilla. — Lo siento… — Musité pegando mis labios en sus ojos. —No esperaba que lo tomarás de esa manera.

—Realmente tienes un don Nikolay. — sisea sollozando y apenas logró escuchar sus palabras. Me empuja alejándome mientras se limpia las lágrimas que aún no controlaba. 

— Princesa. 

— No me llames así. — Me mira con rabia. — No quiero oír ninguno de tus estúpidos apodos hacia mí. — Sus ojos verdes claros reflejan su enojo, pero ahí había algo más que no era enojo, y podía verlo, pero no sabía exactamente qué era ese sentimiento a través de sus ojos. — ¿Quieres que me case contigo en nombre de Evelyn? — Cuestiona y asiente para sí misma. — Bien, lo haré, después de todo no tendré nada que ver…

La miré con sorpresa, no esperaba que aceptara tan rápido, ni menos así de esa manera. 

— ¿En serio? 

—¿Por qué estás tan sorprendido, no es lo que querías? — Sonríe falsamente. — Te daré lo que tanto quieres, pero luego de eso, quiero que me cuentes de una maldita vez. Quién fue el hijo de puta que mataron a mis padres.

— No. — Niego y ella se cruza de brazos. 

— Eso o nada, soy capaz de ir a fuera y decirle a todos que no soy Evelyn ni menos tu maldita prometida. 

— No te atreverías. — Sin embargo, su mirada me deja muy claro que si se atreviera, lo haría una y otra vez. 

— No me pruebes, ya estoy cansada de tus malditas trampas en esa alianza. —Esta vez es ella quien se acerca. — Me darás lo que quiero y tú me darás lo que quiero. — Me mira fijamente. — ¿Qué dices? Si es que realmente quieres a Evelyn como tu esposa. — Sonríe siniestramente.

Suspiro, sabía que de nada serviría discutir con ella, por qué esto podría llegar más lejos. 

— De acuerdo. — Ante mis palabras extiende su mano. 

— Entonces trató cerrado. — Alza una ceja sin dejar de mirarme. 

— Sin embargo, te diré lo de sus padres después de la boda. — Ophelia era inteligente, por lo cual debía procurar tener mucho cuidado. 

Sé que cuando le digo lo de sus padres, pero lamentablemente me odié más, porque qué la persona que mató a sus padres, no es más que el malnacido de mi padre. Por lo tanto, debía hacer algo para atarla a mi lado por siempre. 

Ese matrimonio de nada serviría, porque al final de cuenta, no era su nombre quien iba a estar sobre el papel; sin embargo, puedo cambiar eso con tan solo una llamada, todo puede cambiar en el registro civil. 

Sería una completa mentira si dijera que sí, pienso dejarla ir después de esos meses que quedan, porque sería mentira, desde el principio nunca tuve la intención de dejarla ir, ni menos cuándo el trato se acabará. 

Esa alianza, únicamente había sido una distracción para mantenerla tranquila a mi lado.

— De acuerdo. — Con sus últimas palabras, tomé su mano estrechando contra la mía. Miró su rostro tratando de descifrar lo que pasa en esa cabeza suya, pero a diferencia de antes que podía leer lo que pensaba con claridad con tan solo verla, ahora era diferente. — Más vale que cumplas tu maldita parte. — Se zafa de mi mano, mirándome como si fuera a matarme. — O te juro que. 

— ¿Qué? — La interrumpo sonriendo. — ¿Dime qué me harás si no cumplo mi parte, princesa? — Ante mis palabras, una gran sonrisa se forma en sus perfectos labios.

— No me culpes si te mando a encontrarte con Evelyn. — Si fuera unos meses atrás y esas palabras las hubiera pagado muy caro, mi bestia interior hubiera reaccionado salvajemente con tan solo oír el nombre de Evelyn en sus labios, pero es divertido ver esa chispa de maldad que mi gatita posee. 

— Mmm… ¿Qué tan segura estás que podrás hacerlo? — Mi mano se dirige a su rostro y pasó un mechón de cabello atrás de su oreja, dejando sus piercings a la vista.

— Eso lo sabrás cuando llegue el momento. — Aleja mi mano de un manotazo y se da vuelta tomando la manija de la puerta de la oficina para abrir la puerta, sin embargo, ante de que lo hiciera, se detuvo dando media vuelta mirándome. — No te atreves a verme la cara de estúpida de nuevo, ni menos engañarme. — Dicho eso, sale de la oficina, cerrando la puerta de golpe. 

Sonrió levemente recordando sus palabras, lastimosamente tendré que engañarla una última vez. Ella no se casaría conmigo en nombre de Evelyn, porque eso no serviría para nada, no la tendría para mí, tendría que casarse conmigo como Ophelia, aunque no llegue a saberlo y me encargaría de eso. 

— Realmente soy un imbécil. —Suspiró mirando el techo. 

Me preguntó desde hace cuánto que empecé a codiciarla de ese modo. ¿Era por qué se parecía a Evelyn? 

No, no era por eso, por más que se parecieran, no eran la misma persona y eso lo sabía muy bien.

Eran diferentes en todos los sentidos. 

Esa pequeña gatita estaba cambiando algo dentro de mí y muy al fondo sabía que era, simplemente no quería aceptarlo. Mi plan de venganza contra Richard no había comenzado y no podría involucrarla en esta guerra de sangre que se aproxima. 

Ella no debía salir lastimada y de eso me iba a encargar.

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora