32: Blaze

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Capitulo 32: Blaze

Ophelia Cappellari: 

Entré en la oficina, dejándome caer sobre la silla. Maldito Nikolay, todavía no puedo creer que me haya pedido eso. ¿Casarme? ¿Casarme con él? Aunque no sea en mi nombre, sino con el de Evelyn, nunca se me pasó a la cabeza que me pediría esto.

— Maldita sea Nikolay. — Maldije Mirando el techo de la oficina, cuando alguien tocó la puerta interrumpiendo aquellos pensamientos que vagaban por mi cabeza. — Pasé. — Dicho esto la puerta se abre entrando Elodie. 

— Evelyn. — Corría hacia mí y me levanté para abrazarla. — Gracias a Dios, estás bien. — Se aleja mirándome de pies a cabeza. — Lo siento mucho, todo lo que pasó en el bar fue mi culpa, si no te hubiera llevado ahí…

— No digas eso. — Sonreí levemente. — Me alegro de que también estés bien. — Ella sonríe ante mis palabras. 

— Ahora veo que el jefe te ama mucho. — Hice una mueca ante su pregunta. ¿Amar? No creo que Nikolay sepa amar a alguien, ni menos a mí. — Gracias a él, estamos a salvo. — Continúo, y ahora me acuerdo, que ni siquiera le había dado las gracias, pero ese hombre ya había hecho demasiadas cosas para molestarme.

— Si tú lo dices. — La arrastré sentándonos en el sofá. — ¿No te pasó nada esa noche Elodie? — Ella me mira por unos segundos y luego niega levemente. 

— Solo me tocaron, pero no llegaron más lejos que eso. — Aprieto mi labio inferior escuchando sus palabras. — Pero estoy bien, lo importante es que no llegaron más lejos de ahí. ¿Y tú? — Me mira. 

— No, no me pasó nada, llegó a tiempo. — Me abraza nuevamente. — Elodie. — Acaricie su cabeza y pude sentir como sus lágrimas mojaban mi hombro. 

— T-tuve mucho miedo Evelyn… pensé… pensé que esos hombres, nos… 

— Sssh. Tranquila, ellos ya pagaron por lo que hicieron. — Acaricie su cabeza, yo más que nadie sé lo duro que es eso. Que alguien toque tu cuerpo a la fuerza o sin tu consentimiento es repugnante y puede llegar a tener asco a ti misma. Muchas veces he pasado por eso y no hubo un solo día que quise quitarme la vida, pero era demasiado cobarde como para hacerlo, y cada día era como vivir en el mismísimo infierno. 

Después de unos minutos hablando, ella finalmente decidió retirarse para continuar con su trabajo. 

— Nos vemos después en el descanso. — Se despidió con la mano, mientras le correspondía aquel gesto, y en segundos desaparecía tras cerrar la puerta tras suyo. 

Es un alivio saber que esos malnacidos que intentaron aprovecharse de nosotros anoche han pagado. 

Mire mis manos, recordando como sin saberlo Nikolay había hecho que hiciera justicia por mis propias manos y de alguna manera eso me hacía sentir bien, muchas veces quise hacer lo mismo que los malnacidos dónde Eliza, pero no era fácil hallar un alma. 

— Dios. — Miré el techo mientras me daba vuelta en la silla, ya había terminado de revisar esos papeles pendientes que tenía desde ayer, y hasta ahora nadie había venido a dejar ningún trabajo nuevo; sin embargo, mis pensamientos se esfumaron cuando alguien tocó la puerta. — Entra. — Tras mis palabras, la puerta se abre, entrando un hombre, algo con un traje bien planchado encima. 

Lo miré intentando recordar donde lo había visto, porque sabía muy bien que lo conocía de algún lugar hasta que se me vino algo en la cabeza. 

— Es jefe de nuestro equipo, y lamentablemente es hermano de esa silicona. — Esas palabras golpearon mi mente como si se tratara de un martillo. 

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora