23: Lastimarte

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Capitulo 23: Lastimarte

Nikolay Miller

Apesar de mis palabras, ella no dice nada, quedándose callada.

— Vamos, gatita Retractate. — Suplico en un último susurro, no sé por qué sus palabras me dolieron tanto cuando sabía que ella tenía razón, pero era algo que no estaba dispuesto a aceptar a pesar de saber que sus palabras eran ciertas.

—¿Por qué tengo que hacerlo? — aleja su mano y se da vuelta para empujarme lejos de ella. — Sabes muy bien que tengo razón, Nikolay, lo sabes. — responde molesta y, por fin, las lágrimas que estaba conteniendo se deslizaron en su mejilla.

— Ophelia. — Trato de acercarme.

— ¡Aléjate! — Me grita enfurecida. — Solo… solo aléjate de mí. — Me mira directamente a los ojos. — Es lo único que te pediré, Nikolay, mantente lejos de mí. — Las lágrimas deslizaron una por una en su mejilla, dejándome un nudo en la garganta.

¿Por qué era tan difícil acercarse a ella? Cada vez que trataba de acercarme, me alejaba, y cuando por fin pensé que realmente me estaba acercando nuevamente, se había encargado de alejarme, como si fuera la peor persona del mundo.

— ¿Por qué? — Aprieto mis manos en un puño. — ¿Por qué cada vez que trato de acercarme a ti, me alejas como si fuera a lastimarte?

— Es porque sé que lo harás. —murmuró. — Sé que me lastimarás, Nikolay. — Baja la mirada suspirando. — Y en vez de salir lastimada, prefiero alejarme de ti antes de que eso suceda.

— ¿Qué te hace creer eso? —Di un paso acercándose a ella. — ¿Tan horrible me ves a tus ojos?

— Solo… solo aléjate. — Retrocedió, apenas me acerqué a ella. — Además, sin importar que, sigues siendo el ex de mi hermana Evelyn.

— ¡No menciones su nombre! — Golpeó la pared acorralandola.

— Ves lo que digo. — Me mira sonriendo falsamente. — Sin importar cuánto tiempo pasé, siempre seguirás amándola, mientras que a mí solo me ves como su reemplazo.

— Eso no tiene nada que ver. — Gruñó molesto. — Y sabes que es mentira, jamás te vería como su reemplazo.

— Claro que tiene que ver, no lo olvides, Nikolay, soy exactamente igual que Evelyn. — Respiró profundamente alejándome.

— En algo no tienes razón, Ophelia ¿Y sabes en qué? — niega ante mi pregunta. —Porque, por más que ustedes dos se parecen, Evelyn es diferente en todos los sentidos y jamás te vería como su reemplazo. ¿Sabes por qué? —Dudo un segundo antes de continuar. Sus lágrimas, que se habían detenido nuevamente, se deslizaron en su mejilla.

— Basta. — Niega con la cabeza, tapándose los oídos.

— Porque ella era única, así que deja de pensar que te veo como su reemplazo, porque ni para reemplazo me servirás. — Antes de que pudiera detenerme, aquellas palabras ya habían salido.

Miré su rostro; sin embargo, lo hecho, hecho esta, a pesar del arrepentimiento. Mis palabras le habían lastimado, sus ojos se encontraban con lágrimas, lágrimas que deslizaban en su mejilla mientras aprieta sus uñas en la palma de su mano.

— Terminaste. — Se limpió las lágrimas mirándome, aquella misma mirada que ella me daba cuando se enojaba, pero esa mirada fue diferente, sus ojos estaban llenos de decepción.

— Ophelia no… — Intenté acercarme, pero una bofetada impactó contra mi rostro.

— ¡Qué haces aquí! — Golpea mi pecho con sus pequeños puños una y otra vez. — ¡Te he dicho que te fueras! ¡Qué esperas! — Sigue golpeándome una y otra vez sin intención de detenerse y tampoco la detengo. Después de todo, ella tenía derecho de desahogarse.

Estaba consciente de que mis palabras se habían pasado de raya, y sin importar lo que dijera, ella no me escucharía, pero verla así de lastimada, todo por mis estúpidas palabras, una culpa invadió mi cuerpo.

Todo por mi maldita culpa, pero a pesar de la culpa no me atreví a retroceder.

— Ponte ropa, te espero. — Dicho eso, me alejó saliendo del baño, escuchando sus sollozos tras mío, y yéndome sin voltear a mirar atrás.

Los minutos se hicieron eternos y sus sollozos poco a poco se fueron caminando y simplemente ya no lo escuché más.

Y cuando pasó aproximadamente media hora, estaba decidido a buscarla, tal vez mis palabras le habían dañado más de lo que pensaba.

— Maldita sea, Ophelia no hagas ninguna locura. —murmuré para mí mismo. Sin embargo, antes que llegara a cruzar la puerta, ella ya estaba saliendo con el vestido puesto. Respiró aliviado al verla. — Tardaste mucho.

— ¿Y eso te importa?

— Ophelia. — Estaba dispuesto a remediar mis palabras del baño hace un momento, pero ella me detuvo.

— Ya lo entendí, Nikolay… — Me mira por unos segundos antes de seguir de largo. —¿O debería decir, señor Miller? — Fruncí el ceño ante sus palabras y ella simplemente sonrió ladeando la cabeza.

— No… tú no tienes.

— Si es todo, me retiro, después de todo no somos nada y si me quedó aquí con usted, algunas personas podrían malinterpretarse. — Toma la manija de la puerta. — Después de todo, ni para un reemplazo sirvo. ¿No es así?

— Ophelia. — Antes de que pudiera detenerla, giró la manija de la puerta y esta se abrió. —Gatita, hablemos. — Suplique, mirando su espalda en la puerta.

— Pero yo no quiero hablar. — Dicho eso, sale de la oficina de un portazo sin siquiera voltear a mirarme.

— ¡Maldita sea! — Rugí molestó tirando todas las cosas del escritorio en el piso.

Nuevamente, había arruinado todo, todo por mi estupidez y dejarme controlar por mis emociones. Tomé la foto del escritorio para estrellarlo contra la pared.

— Carajo… — Miré la imagen en el cuatro deteniéndome, era Evelyn en ella sonriendo con felicidad mostrando su anillo de compromiso.

Todo hubiera sido diferente si el maldito Richard no hubiera llegado; todo sería diferente si Evelyn estuviera viva.

Tal vez Ophelia tiene razón, yo jamás voy a dejar de amar a Evelyn, y tal vez su parecido con Evelyn me hace desearla de ese modo que hace que mi bestia interior se despierte con solo verla. Quizás su parecido a Evelyn hace que mi corazón se acelere cada vez que la tengo cerca.

A pesar de que Evelyn, se fue hace años, cada momento que pasamos juntos sigue grabado en mi mente.

Ninguno de mis recuerdos con ella han desaparecido hasta ahora, siguen intactos como si hubieran ocurrido ayer, cuando es todo lo contrario.

Ophelia estaba en lo cierto. Yo solamente la estaba mirando como un reflejo, cuando ella no se merecía ésto, al final simplemente terminé lastimándola.

Dejó el cuadro en su lugar sin ser capaz de tirarla.

Desde la primera vez que la conocí me enamoré perdidamente de ella, más bien fue como un amor a primera vista a pesar de que nunca había creído en esos estúpidos amores a primera vista.

Recuerdo perfectamente cuando la vi por primera vez apenas cuando tenía quince años, verla entre esas flores sonriendo felizmente en el jardín de la escuela, aquella sonrisa me había atraído inconscientemente a ella a pesar de estar rodeada de intolerables flores hermosas ella era la única que brillaba, fue como ver un diamante brillando entre las piedras. Estábamos en la misma escuela, pero a pesar de eso jamás fuí capaz de acercarme a ella, por miedo. En ese entonces Richard era solo un bastardo que controlaba mi vida como le antojaba y si me acercaba a alguien que no le gustaba simplemente desaparecía.

Y cuando finalmente la volví a ver fue cuando tenía un control absoluto en mis manos y sin Richard en mi camino, pensé que era el momento perfecto de tenerla a mí lado, pero Richard nuevamente había aparecido en mi vida causando lo que más temía.

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora