10: No puedes obligarme

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Capitulo 10: No puede obligarme

Ophelia Cappellari.

Hace horas que me encuentro sentada en esa silla, tratando de poner atención a sus explicaciones tras haberle pedido ayuda para poder cumplir mi parte de la alianza que hicimos.

— Las principales cosas que tendrás que hacer es usar el ordenador para redactar cartas, informes y otros documentos, atender llamadas telefónicas, organizar reuniones. 

— ¿Tantas cosas? — Cuestionó, no pensé que esto fuera tan difícil y tantas cosas a la vez. ¿Cómo se supone que voy a hacer todo eso?

— Sí, y aún falta, también tendrás que llevarme la agenda y atender a las visitas.

— ¿Y eso por qué?

— Porque sí. — Dice como si nada.

Doy un largo suspiro, cuando me dijo lo de ser su secretaria no pensé que tendría que cargar con tantas responsabilidades.

— Realmente no creo que pueda con todo eso.

— No te preocupes. — Abro los ojos, sorprendida cuando toca mi cabeza acariciándolo. — Cuando necesites ayuda te ayudaré en ello.

Lo miro por unos segundos tratando de entender a ese hombre que cambia de actitud cada vez que le da la gana y es algo que me confunde de alguna manera.

— Eres raro, ¿Lo sabías? — Parece por fin reaccionar por mis palabras quitando su mano. — Pareces ese tipo de persona que tiene personalidades múltiples. — Sonrió para mí misma apoyando mi codo en el escritorio. — A veces eres un completo imbécil de hecho de lo peor y otras veces eres... Bueno o Amable. — Digo sin pensar y observó como su expresión cambia.

— No te equivoques. — Se quita la gafas fulminándome con sus ojos azules. — No soy bueno ni amable Ophelia, no creas que porque te estoy ayudando o trato de ayudarte es porque soy bueno o Amable. — Niega mirándome. — Soy una mala persona y eso debes tenerlo claro y nunca olvidarlo.

Genial lo que faltaba, ese tipo es realmente un imbécil, tenía que arruinar todo con sus palabras.

Pero ahora que lo pienso, no entiendo sus palabras o el propósito de ellos.

— ¿Por qué no debo olvidarlo? — Preguntó confundida.

— O saldrás lastimada. — Me dice. — No soy una buena persona, solo eso te diré.

— No necesitas decírmelo, ya se nota. — Me río al ver su rostro molesto ante mis palabras. — En fin, recordaré tus palabras, señor Miller, jamás los olvidaré. ¿De acuerdo? — No me mira y simplemente asiente con la cabeza.

— Ya fue suficiente por hoy. — Vuelve a poner sus lentes. — No tienes hambre, vamos a comer

— No es necesario, no tengo hambre.

— Ahora que lo pienso. No has comido nada hace días, de hecho desde que llegaste.

— Eso es mentira. — Me defiendo; Sin embargo, no falta su mirada escaneando de arriba abajo.

— Estás mintiendo y lo sabes. — Observa mi mano tras mi oreja.

— ¿Cómo sabes que estoy mintiendo?

— Cuando mientes pasas la mano tras tu oreja. — Hace una leve pausa. — Al igual que cuando te pones nerviosa. Igual que ella. — Susurra por último algo que no logro escuchar.

— Vaya, eres muy observador ¿No?

— Vamos a comer, no será bueno para tu salud, si no lo haces.

En Los Brazos De La Bestia [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora