Capítulo 5: Dudas y Decisiones

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La reunión de Mitsuri continuó, aunque la atmósfera estaba cargada de emociones. Tanjiro no podía dejar de pensar en lo que había visto desde la ventana. Algo había cambiado entre Mitsuri y Obanai, y aunque no sabía exactamente qué, presentía que una confesión había tenido lugar. El resto de la noche fue una mezcla de risas forzadas y conversaciones incómodas, mientras todos intentaban seguir adelante como si nada hubiera pasado.

Cuando la reunión terminó, Tanjiro, Zenitsu, Inosuke, y Nezuko decidieron caminar juntos de regreso a sus casas. Inosuke, siempre directo, no pudo evitar mencionar lo que todos estaban pensando.

—¿Qué pasa con Mitsuri y Obanai? —gruñó, cruzando los brazos mientras caminaba—. Se veía raro todo el asunto, ¿no creen?

Zenitsu suspiró dramáticamente, como de costumbre. —¡Es obvio que Obanai le confesó sus sentimientos a Mitsuri! ¡Esos dos siempre han tenido algo raro entre ellos! Pero... —miró de reojo a Tanjiro—, ¿tú qué crees, Tanjiro?

Tanjiro no respondió de inmediato. Sus pensamientos estaban ocupados en otra cosa. Aunque estaba preocupado por Mitsuri y Obanai, su mente seguía volviendo a Shinobu. La conversación que habían tenido antes de la reunión seguía resonando en su cabeza. Había algo en la calma de Shinobu, en su paciencia, que lo hacía sentir a gusto, pero al mismo tiempo lo confundía.

—No lo sé —respondió finalmente Tanjiro, mirando hacia el cielo—. Creo que todos estamos tratando de entender lo que sentimos.

Zenitsu levantó una ceja. —¿Y qué hay de ti? Pareces tener muchas cosas en la cabeza últimamente.

Tanjiro sonrió ligeramente, pero no dijo nada más. Zenitsu siempre tenía una habilidad para señalar lo obvio, pero a veces, era mejor dejar algunas cosas sin respuesta.

Cuando llegaron a sus casas, Nezuko se despidió de los chicos y entró primero. Tanjiro se quedó unos minutos más fuera, observando la luna llena en el cielo. Algo en esa noche lo hacía sentir inquieto. Sabía que pronto tendría que tomar decisiones importantes, tanto para él como para los demás.

Al día siguiente, cuando Tanjiro llegó a la escuela, fue recibido por una escena inusual. Mitsuri y Obanai estaban hablando cerca de la entrada, pero no había rastro de la tensión de la noche anterior. Aunque Mitsuri todavía parecía algo pensativa, su sonrisa volvía a iluminar su rostro. Obanai, aunque más reservado que de costumbre, también parecía haber encontrado una especie de paz.

Shinobu apareció a su lado, como si hubiera leído sus pensamientos. —Parece que las cosas se están calmando entre ellos.

Tanjiro asintió, pero no pudo evitar preguntar: —¿Crees que todo estará bien?

Shinobu lo miró con su expresión serena, pero con un brillo en sus ojos. —El tiempo lo dirá. Pero Mitsuri es fuerte, y Obanai también lo es, de su propia manera. Lo importante es que se han enfrentado a sus propios sentimientos.

Las palabras de Shinobu hicieron eco en el corazón de Tanjiro. Enfrentar los propios sentimientos... ¿era eso lo que necesitaba hacer? ¿Debería ser más claro con Shinobu sobre lo que sentía, o tal vez incluso con Mitsuri? El conflicto en su corazón seguía creciendo, pero sabía que no podía seguir evadiéndolo por mucho más tiempo.

Durante el almuerzo, Mitsuri se acercó a la mesa donde estaban sentados Tanjiro, Zenitsu, Inosuke y Nezuko. Llevaba una bandeja de comida y una sonrisa brillante en el rostro, pero algo en su mirada traía consigo una pequeña sombra de tristeza.

—Hola, chicos —saludó con su habitual energía—. ¿Puedo sentarme con ustedes?

Todos asintieron, y Mitsuri se sentó justo al lado de Tanjiro. Aunque su actitud era alegre, Tanjiro podía sentir la duda detrás de su sonrisa. Mitsuri siempre había sido alguien que expresaba abiertamente sus emociones, pero esta vez, parecía estar luchando por mantener su fachada optimista.

Mientras comían, la conversación fluyó de manera relajada, pero Tanjiro notaba cómo Mitsuri lanzaba miradas furtivas en su dirección, como si quisiera decir algo pero no se atreviera. Finalmente, después de unos momentos de silencio incómodo, Mitsuri tomó aire y miró directamente a Tanjiro.

—Tanjiro... —dijo en voz baja, para no llamar la atención de los demás—. Hay algo de lo que he querido hablar contigo.

Zenitsu, siempre curioso, intentó escuchar la conversación, pero Inosuke lo interrumpió con un empujón, haciendo que los dos comenzaran a pelear por un trozo de carne. Nezuko, tranquila como siempre, los observaba mientras comía, aparentemente sin interés en el caos que se desarrollaba a su alrededor.

Tanjiro miró a Mitsuri, sintiendo que su corazón se aceleraba. Sabía que tarde o temprano esta conversación tendría que suceder, pero no estaba preparado para ello.

—Claro, Mitsuri. ¿De qué quieres hablar? —preguntó, intentando mantener la calma.

Mitsuri jugó nerviosamente con su cabello, un gesto poco común en ella. —Sé que probablemente ya lo sabes, pero... yo... siento algo por ti, Tanjiro. No puedo seguir escondiéndolo.

El silencio que siguió fue abrumador. Aunque Tanjiro había sospechado que Mitsuri tenía sentimientos por él, escucharla decirlo directamente lo tomó por sorpresa. No quería herirla, pero tampoco podía mentirle sobre lo que sentía.

—Mitsuri... —comenzó, pero las palabras se atascaban en su garganta—. Eres una persona increíble, y siempre he admirado tu fuerza y tu bondad. Pero... yo no siento lo mismo.

La sonrisa de Mitsuri se desvaneció por un momento, y el dolor en sus ojos era evidente. Sin embargo, asintió lentamente, tratando de mantenerse fuerte.

—Lo entiendo, Tanjiro. Solo... quería que lo supieras.

El silencio entre ellos se alargó, pero antes de que las cosas se volvieran más incómodas, la campana sonó, anunciando el final del almuerzo. Mitsuri se levantó rápidamente, intentando ocultar las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos.

—Nos vemos en clase —dijo con una sonrisa forzada antes de alejarse.

Tanjiro la observó irse, sintiendo una mezcla de culpa y tristeza. Sabía que había hecho lo correcto al ser honesto con ella, pero eso no hacía que doliera menos. A su lado, Shinobu se había acercado en silencio.

—A veces, el amor duele, Tanjiro —dijo con suavidad—. Pero ser sincero es lo mejor que puedes hacer por ella.

Tanjiro asintió, sabiendo que Shinobu tenía razón. Pero a medida que veía a Mitsuri alejarse, no podía evitar preguntarse si alguna vez encontraría la manera de reconciliar sus propios sentimientos con los de los demás.

Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora