Capítulo 6: Sombras del Corazón

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El ambiente en la escuela había cambiado desde la confesión de Mitsuri. Aunque ella trataba de actuar con normalidad, todos podían notar que algo no estaba del todo bien. Tanjiro intentaba concentrarse en sus estudios y en su entrenamiento, pero la culpa lo seguía como una sombra. Sabía que Mitsuri estaba sufriendo, y aunque había sido honesto, no podía evitar sentir que la había decepcionado.

Mientras el día avanzaba, Tanjiro se encontró caminando por el pasillo hacia la azotea de la escuela, buscando un lugar donde despejar su mente. Subió los últimos escalones y, para su sorpresa, encontró a Shinobu sentada en el borde, observando el cielo con su expresión tranquila habitual. La brisa movía suavemente su cabello, y por un momento, la serenidad de la escena hizo que Tanjiro olvidara sus preocupaciones.

—No esperaba encontrarte aquí —dijo, acercándose.

Shinobu lo miró de reojo y sonrió con suavidad. —A veces, este es el mejor lugar para pensar. La altura ayuda a poner las cosas en perspectiva.

Tanjiro se sentó junto a ella, ambos en silencio durante unos minutos, disfrutando del sonido del viento y la tranquilidad que la altura ofrecía. Pero sabía que no podía escapar de sus pensamientos por mucho tiempo.

—Mitsuri... —comenzó, sin saber muy bien cómo expresar lo que sentía—. No quiero que esté sufriendo, pero tampoco puedo cambiar lo que siento.

Shinobu lo escuchó en silencio, su mirada fija en el horizonte. —Las emociones son complicadas, Tanjiro. No siempre podemos controlar a quién amamos o cómo nos sentimos. Lo importante es ser honesto contigo mismo y con los demás, como lo has hecho. Mitsuri es fuerte, superará esto con el tiempo.

Tanjiro asintió, aunque las palabras de Shinobu no lograban calmar del todo la inquietud en su pecho.

—¿Y tú? —preguntó Shinobu de repente, sorprendiendo a Tanjiro—. ¿Has pensado en lo que realmente quieres?

La pregunta lo tomó por sorpresa. Había estado tan enfocado en el dolor de Mitsuri que no había tomado el tiempo para reflexionar sobre sus propios sentimientos. Pensaba en Shinobu a menudo, en cómo su presencia lo hacía sentir más en paz, pero no estaba seguro de si eso era amor o simplemente gratitud por todo lo que habían compartido.

—No lo sé —admitió finalmente—. Solo sé que estar cerca de ti me hace sentir bien. Me siento en calma, como si todo estuviera bien cuando estás cerca.

Shinobu se giró ligeramente para mirarlo, y durante unos segundos, el tiempo pareció detenerse. Sus ojos violetas brillaban con una mezcla de curiosidad y algo más, algo que Tanjiro no lograba descifrar. Pero antes de que pudiera decir algo más, una voz los interrumpió.

—¡Ah, aquí estaban! —Zenitsu apareció de la nada, con una sonrisa nerviosa—. ¡No saben lo que acaba de pasar!

Tanjiro y Shinobu se levantaron, sorprendidos por la repentina aparición de Zenitsu. Aunque siempre exagerado, esta vez parecía genuinamente preocupado.

—¿Qué ocurre, Zenitsu? —preguntó Tanjiro, alarmado por la expresión de su amigo.

—Es Mitsuri... —Zenitsu miró nerviosamente a Shinobu y luego a Tanjiro—. Ella y Obanai están teniendo una discusión muy seria... ¡en medio del patio!

El corazón de Tanjiro dio un vuelco. Sin perder tiempo, los tres bajaron corriendo hacia el patio, temiendo lo peor. Cuando llegaron, encontraron a Mitsuri y Obanai enfrentados, rodeados por algunos estudiantes curiosos que observaban desde la distancia.

Mitsuri estaba claramente alterada, con lágrimas en los ojos, mientras que Obanai, aunque mantenía su calma exterior, parecía estar luchando por controlar sus emociones. La tensión entre ellos era palpable, y el silencio que rodeaba la escena solo aumentaba la sensación de incomodidad.

—¡No entiendes! —gritaba Mitsuri, su voz temblando—. No puedo simplemente olvidarme de lo que siento, Obanai. No es tan fácil.

Obanai permaneció en silencio durante unos segundos, mirando al suelo antes de responder. —Nunca dije que fuera fácil, Mitsuri. Solo... no quiero verte sufrir más.

Mitsuri sacudió la cabeza, secándose las lágrimas con frustración. —Pero es que... no puedo evitarlo. No puedo forzar mis sentimientos, y no quiero hacerte daño, pero no sé qué hacer.

Tanjiro sintió una punzada de culpa al ver a Mitsuri tan destrozada. Sabía que gran parte del dolor que estaba sintiendo era por su causa, y aunque había intentado ser honesto, se daba cuenta de que las heridas emocionales a veces tardaban en sanar.

Shinobu avanzó un paso, colocando una mano suave en el brazo de Tanjiro, como si quisiera recordarle que, aunque era doloroso, este era un momento necesario para que Mitsuri y Obanai enfrentaran sus propios sentimientos.

Obanai finalmente levantó la vista y dio un paso hacia Mitsuri. —Mitsuri... —comenzó, su voz más suave de lo que nadie esperaba—. No puedo verte sufrir así. Si necesitas tiempo... o si necesitas alejarte, lo entenderé. Pero quiero que sepas que, pase lo que pase, siempre estaré aquí para ti.

Mitsuri lo miró, sorprendida por la sinceridad en sus palabras. Durante unos segundos, nadie dijo nada. El viento sopló suavemente, haciendo que el cabello rosa de Mitsuri ondeara, y el silencio entre ellos pareció calmar las aguas. Finalmente, Mitsuri asintió con tristeza.

—Obanai... —dijo con un susurro—. Gracias.

Obanai sonrió levemente, una expresión rara en él, pero que mostraba un alivio profundo. Aunque no había sido una confesión de amor correspondido, ambos sabían que, de alguna manera, habían alcanzado una comprensión mutua.

La multitud comenzó a dispersarse, y Mitsuri se quedó unos momentos más observando a Obanai antes de alejarse lentamente. Tanjiro la vio caminar hacia la salida del patio, y aunque su corazón estaba dividido, sabía que Mitsuri necesitaba tiempo para sanar.

Cuando Mitsuri se fue, Shinobu lo miró de reojo y dijo en voz baja: —A veces, la distancia es necesaria para sanar heridas profundas.

Tanjiro asintió, sabiendo que Shinobu tenía razón. Pero mientras observaba a Mitsuri alejarse, no podía evitar sentir una creciente necesidad de comprender sus propios sentimientos, no solo hacia Mitsuri, sino también hacia Shinobu. El tiempo seguía pasando, y sabía que pronto tendría que enfrentar sus propias emociones de manera más directa.

Cicatrices del Corazón: Amor en la Edad ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora